Acabo de leer en la Biblia la narración del asesinato de Abel por Caín. A mí hay una frase que me gusta mucho sobre cómo hemos de entender la Biblia. “La Biblia, palabra humana y mensaje de Dios”. En esta narración de los primeros capítulos de la Escritura, su sentido religioso expresa el horror de Dios contra el crimen de que unos maten a otros. El Antiguo Testamento afirma categóricamente en el Decálogo: “No matarás” (Ex 20,13; Dt 5,17). Por esto la Iglesia comprende el “no matarás” de la Escritura como el llamamiento a no ocasionar voluntariamente la muerte de un ser humano, quienquiera que sea.
Jesucristo dice de sí mismo: “Yo soy el camino y la verdad y la vida” (Jn 14,6). Pero desgraciadamente la historia de la Humanidad, en todas sus épocas, está llena de los crímenes que se han perpetrado a lo largo de ella. No nos extrañe por ello que, a lo largo de los siglos la Iglesia haya tenido que salir una y otra vez en defensa de la vida humana y su dignidad y que Benedicto XVI, en su encíclica Sacramentum caritatis nº 83, nos diga, exhortando a la clase política, que entre los valores fundamentales y no negociables están “el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural”.
Pero ahora que en nuestro país están convocadas las elecciones generales para el próximo 28 de abril, creo que no es perder el tiempo ver cómo está en España la defensa de la vida.
Sobre el tema del aborto, la Ley del 3 de marzo de 2010, artículo 3 apartado 2, dice: “Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”. Por tanto el aborto es un derecho, aunque signifique matar a un ser humano y en Derecho los derechos de uno terminan cuando empiezan los del otro, y qué derecho hay más prevalente que el derecho a la vida, base y fundamento de los demás derechos. Por supuesto la Iglesia ha condenado en múltiples ocasiones el aborto, al que el Concilio calificó junto al infanticidio de “crimen horrible” (Gaudium et Spes nº 51), "nefanda crimina" en el texto original latino.
Se nos insiste mucho en la violencia de género. Por supuesto, estoy de acuerdo y es muy lamentable. ¿Pero por qué se nos oculta que casi la tercera parte de las víctimas son varones? (Eso sucedía mientras había estadísticas. Como estas estadísticas eran políticamente incorrectas dejaron de publicarse, pero de vez en cuando hay fugas de las que uno se entera y sigue pasando lo mismo). Es más lógico llamarlas violencia doméstica, porque no tiene por qué haber víctimas de primera categoría y víctimas de segunda clase.
Y llegamos así al tema de la eutanasia. Sobre ella nos dice la encíclica Evangelium Vitae de San Juan Pablo II: “De acuerdo con el Magisterio de mis predecesores y en comunión con los obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal. Semejante práctica conlleva, según las circunstancias, la malicia propia del suicidio o del homicidio (nº 65)”.
Pero veamos lo sucedido en Holanda. A partir de 2002, la ley holandesa considera legal la intervención directa y eficaz del médico para causar la muerte del paciente que sufre una enfermedad irreversible o que se encuentra en fase terminal y con padecimiento insoportable. Una primera consecuencia es que desde ese momento las eutanasias han crecido un 73% en los últimos diez años, según revela LifeNews. La tendencia creciente sigue imparable y así en el 2012 hay 4360 casos, de los que oficialmente 310 son eutanasias no consentidas, un 7% del total. Pero en 2016 son ya 6091, con un aumento del 10% sobre el año anterior.
Pero la realidad es que el número de eutanasias no consentidas es muy superior a la cifra oficial. Una encuesta llevada a cabo por el fiscal general del Estado holandés, garantizando anonimato, confidencialidad e impunidad jurídica, dice que prácticamente en la mitad de los casos se ha hecho sin consentimiento del paciente. En la mayor parte de los casos los médicos alegaron que el paciente tenía dificultad para comunicarse. Para un 51% de los médicos la eutanasia es una opción digna.
No es extraño que bastantes ancianos holandeses con apego a la vida no quieran ni oír hablar de ir a un hospital. Muchos de ellos llevan consigo un documento en el que solicitan no se les aplique la eutanasia e incluso que no se les lleve a un hospital.
Aquí en España, Sánchez acaba de decirnos que no ha tenido tiempo para lograr implantar la eutanasia. Por supuesto estoy a favor de los cuidados paliativos. Si voy a un hospital de la Seguridad Social, quiero estar seguro que se va a intentar curarme, no matarme. Tengo muy claro que no voy a dar mi voto a cualquier partido que esté a favor de la eutanasia, porque me parece el colmo de la idiotez dar mi voto a aquellos que toleran e incluso pretenden asesinarme.