Pablo Casado, joven promesa, ha dicho que el PP es el único partido que defiende la vida, la familia y la maternidad. Lo ha dicho. Son tres cuartos de verdad, porque la única mentira es que el PP las defienda. Es cierto que tampoco ningún partido con representación parlamentaria lo hace. Y Casado enseguida suelta otra verdad: "Las elecciones están cerca: las autonómicas y las municipales", que es la explicación clave de su cuarto de mentirijilla de nada, por la razón que a continuación explica sinceramente, cuando asegura que la defensa de la familia tiene que ser "un principio fundamental para ofrecer a la sociedad española". Vuelve a no mentir porque es un principio, literalmente, para ofrecer, aunque no para cumplir después, qué va, tal y como han demostrado con creces en sus largos años de gobierno sin una ley a favor de la natalidad ni la derogación de la ley Aído, siquiera.
Para estos casos recuerdo un poema de Luis Alberto de Cuenca que exclama: "¡Qué mal mientes, amor!" y que termina: "Invéntate otros juegos, vida mía,/ que el premio del engaño es el olvido". Para decir un cuarto de mentira que ya no engaña a nadie, yo me la ahorraba toda y pasaba, al menos, por un político sincero 100%. Pablo Casado podría inventarse otros juegos y, echándole unas gotas de ácido cínico para disimular el sabor a nihilismo, reconocer que el PP no defiende ni la vida ni la familia ni la maternidad, como ninguno, pero que vienen las elecciones y que van a ofrecer esa defensa hipotética a sus votantes conservadores, para que les voten con la conciencia tranquila y henchidos de satisfacción moral. Yo estoy seguro de que les iban a votar igual, enfadándose lo mismo con los que decimos qué sincero es Pablo Casado, un tres cuartos de sinceridad fetén, y qué lástima el cuartillo que le falta.
Pero quién sabe. A lo mejor la sinceridad 4x4 no funcionaba como la tracción delantera y es mejor este método clásico de colar la mentira por toda la escuadra. Lo normal sería que al PP no le votase nadie que defendiese la vida, la familia y la maternidad, que, al fin y al cabo, debemos ser cuatro gatos, pero no sé. Puede que se lo crean o que quieran creérselo o que quieran poder creérselo o que crean poder quererlo o que puedan creer querérselo. ¿Cómo meterse en la cabeza de unos votantes a los que ser engañados con perfecta periodicidad electoral les produce una gran satisfacción ética?
Publicado en Diario de Cádiz.