En cuanto supe de la muerte terrena del cardenal Carlo Caffarra, acaecida de modo imprevisto esta mañana del miércoles 6 de septiembre, me recogí enseguida en oración por su nacimiento en el Cielo. La oración de sufragio por el cardenal se conjuga con el agradecimiento a Dios por esta gran figura de discípulo y de maestro que la Providencia dio a los hombres de nuestro tiempo.
El cardenal Carlo Caffarra recogió en su vida terrena la profunda estima humana y cristiana de muchos. Atraía y arrastraba con su actitud humilde y profunda, con una inteligencia que sabía iluminar los problemas con la luz de Dios. Hombre de pensamiento, supo también hacerse querer en sus experiencias pastorales al frente de grandes diócesis italianas.
La Iglesia le debe mucho, sobre todo en el campo de la teología moral concerniente al amor humano, la procreación, la familia y la defensa de la vida. Sobre estos temas fue un estrecho y fiel colaborador y consejero de los últimos pontífices. Tuvo una particular y profunda sintonía de ideas con Juan Pablo II, cuyas enseñanzas sobre el amor conyugal y la familia defendió y promovió siempre.
Todos podían percibir en él un gran amor por la Iglesia, en todos sus compromisos y en todas sus decisiones, incluidas las más recientes. Amor por la Iglesia y amor por la Verdad.
En los últimos tiempos sus intervenciones públicas se habían hecho más preocupantes. En una en particular había revelado una confesión epistolar de Sor Lucía de Fátima, que apuntaba a la familia como próximo gran campo de batalla entre el bien y el mal. No siempre escuchado, expresó desde lo más profundo las exigencias, los peligros y los remedios de la Iglesia actual.
En mi trabajo en el ámbito de la doctrina social de la Iglesia, vi en el cardenal un punto de referencia sobre la relación entre la moral conyugal y el compromiso social y político de los católicos a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Coincidía con él, en particular, en ver en la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI el punto originario de encuentro entre estas dos dimensiones, y pensaba como él que alterar el fundamento teológico-moral de la Humanae Vitae tendría consecuencias negativas también en el ámbito del compromiso social y político a la luz de la doctrina social de la Iglesia.
En este momento en el que las temáticas humanas y teológicas que más importaban al cardenal Caffarra están fuertemente amenazadas, echaremos de menos su presencia, pero confiamos en su ayuda desde el Cielo, porque esas partidas no se juegan solamente en este mundo.
El arzobispo Giampaolo Crepaldi es obispo de Trieste y presidente del Observatorio Internacional Van Thuân sobre la Doctrina Social de la Iglesia.
Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Carmelo López-Arias.