“Capitalism+atheism+feminism = sterility = migration. EU birthrate = 1.6. Replacement = 2.1. Merkel, May, Macron, Gentiloni all childless.”
La contundencia del texto es obvia. Assange acusa directamente a la combinación de capitalismo, ateísmo y feminismo como los responsables de la suicida natalidad europea, y se permite incluso un subrayado personal, muy discutible, al indicar que los gobernantes de los cuatro mayores países de la Unión: Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, no tienen hijos, aunque esto no signifique en todos los casos que no los quieran, o que responda por parte de sus protagonistas a la ecuación CAF (capitalismo, ateísmo y feminismo). Rodríguez Zapatero los tenía y desencadenó la peor de las legislaciones posibles. Merkel, por el contrario, ha mantenido un perfil favorable a la familia y a la maternidad.
Es evidente que la Unión Europea, con una tasa de fecundidad de 1,58 hijos por mujer en edad fértil, tan alejada de la tasa de remplazo del 2,1, ha entrado en la debacle demográfica, porque situarse de manera fija en un 25% por debajo del número de hijos necesarios va a tener un coste muy alto. De hecho, lo está teniendo ya, porque el sobreenvejecimiento, la reducción de personas en edad de trabajar, el aumento de la media de edad de la población, hasta situarse fuera del periodo de máxima productividad y creatividad, que tiene su límite en torno los 40-45 años, todo eso, tiene repercusiones en la productividad, el consumo y la inversión; en el crecimiento y bienestar, en definitiva. De hecho, la persistente baja inflación y el riesgo de la deflación en Europa, que hace años que ya castiga a Japón, también aquejado por la ausencia de hijos, es, para muchos economistas, una consecuencia del invierno demográfico.
Sin duda que la ecuación de Assange tiene mucho de cierto. El capitalismo valora a la mujer como fuerza de trabajo, y ahí la maternidad es un estorbo. El ateísmo reduce la perspectiva humana al yo, y el engendrar vida no obedece a ningún mandato que realiza, sino, en todo caso, solo puede responder a un deseo ocasional. El feminismo de segunda generación, el de Betty Friedan, para entendernos, ligado a la idea del aborto como mecanismo que permite igualar a la mujer con el hombre, tiene mucho que ver con la cultura actual que rechaza la maternidad y niega que en ella se realice la mujer, concepción que el feminismo de género, su versión actual, aún acentúa más.
Pero hay más razones, porque de lo contrario no se explicaría que países como Italia, Polonia y Portugal presentaran las tasas más bajas de fecundidad. España también, pero nuestro país encaja más con las sociedades con la hegemonía cultural del Gender y expansión del ateísmo, que con las características de aquellos tres países. En cualquier caso, hay un hecho llamativo en relación a todos ellos, como es su común tradición católica y el hecho que sus episcopados nunca hayan abordado a fondo esta grave cuestión que lo destruye todo y que es un signo preñado de negatividad.
España, con una tasa de 1,33 con el agravante de que, a diferencia de la mayoría de países europeos, aún no ha jubilado totalmente a su generación del baby boom, con el consiguiente impacto súbito, demuestra política y socialmente una vocación para el suicidio colectivo digna de un mejor empeño.
Publicado en Forum Libertas.