Una reflexión a toro pasao de la relación entre las recientes festividades. “Ni fue cura, ni obispo, ni virgen, sino un trabajador ecologista”, espetaba la actual alcaldesa Carmena en las fiestas del santo patrón de Madrid. Consolémonos con que podía haber sido peor y sigamos rezando por los políticos en general y por Carmena en particular. Sí, rezando, porque lo necesitan y nosotros también: así les juzgaremos menos, hablaremos mal de ellos menos, cosas ambas que no nos hacen ningún bien.
San Isidro fue santo, y declarado por la Iglesia como tal bastante después de su fallecimiento, en buena medida debido a que una buena tormenta desenterró su cuerpo incorrupto, lo que vino a reforzar la santidad de su memoria, conservada por los madrileños y transmitida a través de las generaciones.
Isidro vivió el Madrid de la Reconquista. Se ha llegado a decir que pudo ser de origen musulmán, y es más que probable que entre los beneficiarios de sus milagros hubiese conversos y no tanto. El resurgir del cristianismo en la capital de España tuvo también relación y mucha con la aparición milagrosa de la Virgen de la Almudena, al desprenderse una parte de la muralla árabe, almudaina para más señas, de donde la patrona de Madrid toma su bello nombre. La imagen original sería de color moreno por haber permanecido dentro del hueco acompañada con dos velas encendidas.
Las escaramuzas musulmanas en ese tira y afloja que prosiguió a la toma cristiana de Madrid se han mencionado como explicación de que San Isidro fuese a refugiarse a Torrelaguna, donde conoció a la que sería su esposa, Santa María de la Cabeza. Hoy reposan los dos en la iglesia de Madrid que lleva el nombre del santo. Todo esto fue explicado de maravilla por el cardenal Rouco hace unos años en la Plaza Mayor de Madrid, precisamente el día de la Virgen de la Almudena.
Por otra parte tuve la suerte de asistir al encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal celebrado en 2010 en Fátima, durante la visita al santuario de Benedicto XVI. Nunca olvidaré las palabras con las que Carmen Hernández, co-iniciadora con Kiko Argüello de esta nueva realidad eclesial, se dirigió a nosotros, hablándonos de la relación entre Fátima y el islam, algo que yo y muchos de los presentes jamás habíamos escuchado y que podéis encontrar en el libro Fátima de Wilhelm Hünermann.
Nos contó que durante la reconquista portuguesa, un rey cristiano se estableció en Santarem y que un día sus hombres capturaron un destacamento musulmán. El jefe de la escaramuza era don Gonzalo Hermingues, que se enamoró de una de las musulmanas capturadas llamada Fátima, como la hija del profeta Mahoma. La mujer accedió no obligada al matrimonio, se convirtió y se bautizó, tomando el nombre de Oureana, que acabó siendo origen del actual Ourem. Al morir la princesa, don Gonzalo cayó en tal tristeza que abandonó las armas y se hizo monje, fundando un monasterio al que llamó Fátima, en honor a su esposa, precisamente en el lugar donde hoy se levanta el santuario de la Virgen del Rosario.
A continuación, abundando en la importancia “no casual” del hecho narrado, nos dio a conocer el contenido de un escrito, “María y los musulmanes”, capítulo del libro El primer amor del mundo, escrito por el que fuera obispo auxiliar de Nueva York, Fulton J. Sheen, a la sazón doctor en filosofía por la Universidad Católica de América (Washington) -la misma que concedió en doctorado Honoris Causa de teología a Carmen Hernández- y también doctor en teología por la Universidad de Roma, que dice, refiriéndose a la conversión de los musulmanes a Cristo cosas, como las siguientes:
“Creemos que ello sucederá no mediante la enseñanza directa del Cristianismo, sino mediante el advenimiento de los musulmanes a la veneración de la Madre de Dios. Estos son nuestros argumentos: el Corán, o Biblia de los seguidores de Mahoma, contiene pasajes referentes a la Bienaventurada Virgen. Ante todo, cree en su Inmaculada Concepción y también en su Nacimiento Virginal.
»El tercer capítulo de ese libro ubica la historia de la familia de María en una genealogía que la retrotrae hasta Abraham, Noé y Adán. Si se compara la descripción del nacimiento de María, en el Corán, con el Evangelio apócrifo del mismo hecho, uno se siente inclinado a creer que Mahoma dependió mucho, para la redacción del Corán, de ese Evangelio apócrifo. Ambos libros describen la ancianidad y esterilidad definitiva de la madre de María. Sin embargo, cuando ésta concibe, manifiesta en las palabras del Corán: '¡Oh, Señor!, me consagro a Ti y doy en voto lo que late en mi interior. Acéptalo de Mí'. Cuando María nace, dice su madre: 'La consagro a Ella con toda su posteridad bajo tu protección, ¡oh, Señor! contra Satán'.
»El Corán no alude a José en la vida de María, pero la tradición musulmana conoce su nombre y tiene bastante familiaridad con él. En dicha tradición José habla a María, que es una Virgen. Cuando le pregunta cómo concibió Ella a Jesús sin conocer padre, María responde: '¿No sabes que Dios, cuando creó el trigo no tuvo necesidad de simiente, y que el mismo Dios hizo con su poder que los árboles crecieran sin la ayuda de la lluvia? Todo lo que Dios precisó fue decir: «Sea», y fue hecho'.
»Además, el Corán trata sobre la Anunciación, la Visitación y la Natividad. Se mencionan Angeles que acompañan a la Bendita Madre y exclaman: '¡Oh María!, Dios te ha seleccionado y purificado, y elegido de entre todas las mujeres de la tierra'. En el capítulo XIX se leen cuarenta y un versículos que tratan de Jesús y María. Se trata de una defensa tan vigorosa de la virginidad de María, que el libro mismo, el Corán, en su libro IV, atribuye la condenación de los judíos a su monstruosa calumnia contra la Virgen María.
»Así pues, la Virgen es para los musulmanes la verdadera Sayyida o Señora. La única posible rival en su credo sería Fátima, la hija de Mahoma. Pero después de la muerte de su hija escribió el mismo Mahoma: 'Serás la más bienaventurada de todas las mujeres en el Paraíso, después de María'. En una variante del texto se hace decir a Fátima: 'Yo supero a todas las mujeres, excepto a María'.
»Esto nos lleva al segundo punto, o sea: por qué la Bienaventurada Madre, en este siglo XX, se haya manifestado y revelado en el insignificante pueblecito de Fátima, de modo tal que todas las generaciones futuras la habrán de conocer como Nuestra Señora de Fátima. Como nada proveniente de lo Alto sucede sino con fineza de detalles, yo creo que la Bendita Señora eligió ser conocida como Nuestra Señora de Fátima como un alegato y una señal de esperanza para el pueblo musulmán, y como una señal de que ese pueblo, que tanto respeto y veneración le tributa, aceptará un día a su Divino Hijo.
»Una prueba para sustentar este punto de vista se halla en el hecho histórico de que los musulmanes ocuparan a Portugal durante siglos. Pasando el tiempo fueron finalmente desalojados, y el último jefe musulmán tenía una hermosa hija llamada Fátima. Un joven católico se enamoró de ella, y por causa de él la hermosa Fátima no sólo se quedó en la península Ibérica cuando los árabes se retiraron, sino que incluso abrazó la fe católica. El joven esposo estaba tan enamorado de ella que cambió el nombre del pueblo donde vivía denominándolo Fátima.
»Y en esa forma, el sitio donde Nuestra Señora quiso manifestarse en el año 1917, tiene una conexión histórica con Fátima, la hija de Mahoma.
»La prueba definitiva de la relación de Fátima para los musulmanes, es la entusiasta recepción que en Africa, en la India y en otras partes, han tributado a la estatua peregrina de Nuestra Señora de Fátima, como ya antes lo expusiéramos. Los musulmanes asisten a las funciones eclesiásticas hechas en las iglesias en honor de la Virgen; permiten que ante sus mezquitas se verifiquen procesiones y se eleven plegarias, y en Mozambique, donde no había musulmanes convertidos, muchos de ellos comenzaron a abrazar la fe cristiana tan pronto como la estatua de Nuestra Señora fue entronizada en ese lugar.
»Los misioneros del futuro comprobarán más y más que su apostolado entre los seguidores del Islam tendrá éxito en la medida en que prediquen a Nuestra Señora de Fátima. María es el Advenimiento de Cristo, al llevar a su Divino Infante a las gentes aun antes de que hubiera nacido. En cualquier actividad o iniciativa apologética, siempre será lo mejor comenzar con aquello que el pueblo acepta ya. Como los musulmanes profesan ya devoción a María, nuestros misioneros se contentarán con expandir y desarrollar esa devoción, comprobando plenamente que Nuestra Bienaventurada Señora guiará a los musulmanes en el resto del camino que conduce a su Divino Hijo. Ella es siempre una “traidora” entregadora, en el sentido de que no aceptará devoción para Sí, antes por el contrario, a todo el que tenga devoción a Ella lo llevará a su Hijo Divino. Así como los que pierden también su fe en la Divinidad de Cristo, así los que intensifican la devoción a Ella adquirirán gradualmente esa fe.”
La Virgen de Fátima dijo a los Santos Pastorcitos que rezaran mucho el rosario por las almas de nuestros contemporáneos que, atenazadas por el miedo a la muerte, están condenadas al infierno, de ofrecerse todo para sí. No sería mala idea, después de lo escrito hasta aquí, pedirle a san Isidro y la Virgen de Fátima rosario en mano también por los políticos que no nos caen bien, pero sobre todo por la conversión de los musulmanes: dejaremos de juzgarlos, no crecerá en nosotros la animadversión hacia ellos, y soportaremos con paciencia y benevolencia sus errores, por más que sean de abultado tamaño.
Este mensaje de Carmen Hernández en Fátima, fundamentado en auténtica teología, como todo lo que en vida ella hizo por la Iglesia, habla de su santidad a la hora de asomarse a los graves problemas que la humanidad atraviesa en orden a la fe. Pensemos como la Virgen en Caná que los musulmanes al no tener a Cristo "No tienen vino…", y pidamos para escuchen ese amoroso y maternal "Haced lo que Él os diga"... No desesperemos, que a su tiempo cosecharemos… porque para Dios no hay nada imposible.