Santa Teresa de Jesús tenía 27 años, se encontraba postrada en la cama, no podía andar, a veces se arrastraba por el suelo. Llega a tal extremo de gravedad que se la da por muerta. En estas circunstancias recurre a San José y su vida va volviendo a la normalidad poco a poco. Desde este momento la devoción al santo y su familiaridad con él va a marcar su vida. Partiendo de esta realidad escribe: «Tomé por abogado a San José…; y él hizo, como quien es, que pudiese levantarme y andar y no estar tullida» (Libro de la Vida, 6).
Partiendo de esta experiencia tan decisiva en su vida, recomendó la devoción a San José y su poderosa intercesión: «No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer». En sus fundaciones a todas pone su nombre: Monasterio de San José de Ávila, Monasterio de San José de Medina del Campo, y así los de Malagón, Toledo, Sevilla, Salamanca, Segovia, que inauguró el mismo día de San José, el año 1574, etc.
La santa de Ávila dio un gran impulso a la devoción al santo carpintero de Nazaret y después otros autores han ayudado a hacer que la devoción a San José se extendiera a toda la Iglesia.
Bernard Martelet, autor de José de Nazaret, el hombre de confianza, explica, utilizando conceptos de hoy: «Su documento de identidad no contiene ningún dato interesante. No se sabe ni el lugar ni la fecha de su nacimiento. No ha dejado ningún escrito ni ninguna obra de arte. No se cita ninguna palabra suya. Los autores clásicos y escritores contemporáneos suyos no hacen ninguna alusión a su persona. Todo lo que se sabe de él está contenido en algunos versículos de los Evangelios, a lo más una docena.»
Sin embargo, su nombre está en el centro de la historia. Casado con la Virgen María, fue el padre de Jesús, el cabeza de la Sagrada Familia, y los pocos rasgos que conocemos de su vida son lecciones impagables. Su amor a Jesús y a la Virgen, su humildad, su vida de trabajo, su obediencia pronta, su resolución para marchar a Egipto, su aceptación del misterio cuando no comprende algunas cosas y sin duda debe meditarlas en su corazón, como hacía María.
Este año su fiesta cae en domingo, la fiesta del Señor. Que el santo nos lleve a Jesús en nuestra vida de cada día.