El Papa, y solo el Papa, establece las normas del cónclave. El Papa, y solo el Papa, puede cambiar esas normas, cuando quiera y por las razones que crea pertinentes.
Las normas vigentes establecen que no pueden participar en el cónclave más de 120 cardenales. Esta norma fue puesta por Pablo VI y confirmada por el Papa Juan Pablo II. El Papa Francisco podría cambiar la norma, pero evidentemente ha decidido no hacerlo. Al contrario: ha decidido quebrantarla.
Tras el consistorio del 28 de noviembre, y salvo que haya alguna muerte, habrá 128 cardenales electores que participarían en el cónclave: ocho más del máximo.
El Papa Francisco no es el primer pontífice que rompe ese techo. San Juan Pablo II quebrantó su propia norma en 2001, cuando elevó también el número de cardenales electores a 128.
Que dos Romanos Pontífices ignoren una norma en vez de enmendarla no es un crimen ni un escándalo. Pero es algo extraño. ¿Por qué conservar la norma en los códigos cuando sería tan fácil derogarla?
No tengo problema en admitir que se trata de una objeción de poca importancia. El futuro bien de la Iglesia no estará en peligro por la presencia de algunos asientos de más en la Capilla Sixtina. Pero no puedo dejar de preguntarme si es prudente por parte de un Papa incumplir la letra de la ley. ¿Estaríamos mucho peor si el Papa se atuviese al número de capelos que marca la norma?
Todavía no sabemos, claro está, qué tipo de influencia ejercerán los cardenales-electores del consistorio de noviembre en el próximo cónclave. Pero podemos volver la vista atrás al consistorio de 2001 y preguntarnos si la Iglesia universal estaría hoy en mejor o peor situación si el Papa Juan Pablo II hubiese descartado ocho nombres de la larga lista [38] de nuevos cardenales creados ese año
Imaginemos, por ejemplo, que el santo pontífice hubiese decidido no conferir el capelo cardenalicio a:
1. Walter Kasper
2. Francisco Javier Errázuriz
3. Óscar Rodríguez Maradiaga
4. Karl Lehmann
5. Claudio Hummes
6. Cormac Murphy-O’Connor
7. Jorge Bergoglio
8. Theodore McCarrick
Publicado en Catholic Stand.
Traducción de Carmelo López-Arias.