«Si como resultado del proceso de discernimiento, llevado a cabo con "humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta" (Amoris laetitia, 300), una persona separada o divorciada que vive una nueva unión llega –con una conciencia formada e iluminada– a reconocer y a creer estando en paz con Dios, no se le podrá impedir acercarse a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía (cfr. Amoris laetitia, notas 336 y 351)».
En síntesis: sí a la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar y viven more uxorio.
Éste es el punto clave de las instrucciones que los obispos de Malta y de Gozo, Charles Jude Scicluna y Mario Grech, han dado el 13 de enero a sus sacerdotes, para la aplicación del controvertido capítulo VIII de Amoris laetitia.
Hasta ahora, no son muchos los obispos que por sí mismos o en grupo han dado a sus sacerdotes instrucciones similares sobre la exhortación sinodal. Con orientaciones discordantes entre ellos.
Por ejemplo, por el no a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio se han pronunciado en Estados Unidos el arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, y en Italia el cardenal Ennio Antonelli, llamado por el arzobispo de Florencia, Giuseppe Betori, para instruir a los sacerdotes de su diócesis.
Mientras que por el sí se han pronunciado el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, y los obispos de la región de Buenos Aires, en ambos casos con la aprobación personal del papa Francisco, en Estados Unidos el obispo de San Diego, Robert W. McElroy, y ahora en la isla de Malta los obispos Scicluna y Grech.
Tanto unos como otros han sostenido sus respectivas posiciones basados en lo que han encontrado escrito en Amoris laetitia: prueba evidente que las dubia expuestas públicamente por cuatro cardenales con el pedido al Papa que "clarifique" no son en absoluto infundadas.
Si entonces el Papa no responde a las dubia es porque él ante todo quiere esta pluralidad de interpretaciones y de aplicaciones, todas ellas apelando a una redacción de Amoris laetitia voluntariamente ambigua, por eso mismo abierta a más de una lectura.
Cuál es, entonces, la lectura que el Papa prefiere es indudablemente cierta: es la que admite la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio. Lo cual es exactamente lo que se deriva de una lectura "ingenua" de la exhortación post-sinodal, en la que esta admisión no está escrita en ninguna parte apertis verbis, pero que se intuye abundantemente en forma alusiva.
No es casualidad que los obispos de Malta, cuando llegan a escribir que a los divorciados que se han vuelto a casar y que viven more uxorio "no se les podrá impedir que se acerquen a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía" no encuentran otra cita tomada de Amoris laetitia si no en dos sibilinas notas a pie de página, de las que incluso Francisco dijo alguna vez que no recordaba.
Pero justamente son tantas las citas de Amoris laetitia incluidas en la instrucción de los obispos malteses, que hay que pensar que la suya es efectivamente una fiel interpretación sine glossa de la exhortación.
Entre tanto, respecto al último conteo de Settimo Cielo, se han agregado dos tomas de posición sobre las dubia, por parte de cardenales y obispos.
En apoyo de las dubia se ha pronunciado el cardenal sudafricano Wilfrid Fox Napier, arzobispo de Durban.
Mientras que en contra de las dubia se ha pronunciado el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo de los obispos, en una entrevista publicada el 12 de enero en L'Osservatore Romano: "Ya se proporcionaron diferentes respuestas. También se han expresado personas competentes por su rol y por su autoridad. […] No pienso que haya necesidad de agregar otra, excepto reiterar que todas las respuestas que se piden ya están contenidas en el texto de la misma exhortación apostólica".
Publicado en Settimo Cielo.