Ahora Pablo Cervera publica en la Biblioteca de Autores Cristianos Operación a corazón abierto, un libro que reúne su experiencia de muchos años, dando y recibiendo ejercicios espirituales. Es un libro precioso en la doble acepción de la palabra, por bello y por valioso, lleno de pálpito espiritual y de hondura humana, en el que el autor, al hilo de las meditaciones propuestas por San Ignacio de Loyola, logra disponer al lector para el coloquio íntimo con Cristo, para la comunicación directa con el corazón hospitalario y sangrante de Cristo, de tal modo que pueda quedarse a vivir allí adentro, donde mejor se escucha a Dios y mejor se siente el calor de su hálito. Pablo Cervera nos descubre la majestad de Cristo en su corazón traspasado, nos descubre en el dolor humanísimo de Cristo la vía idónea para penetrar en los misterios de su divinidad. E invita al lector a mirar el dolor y el amor que brotan, como sangre y agua mezcladas, de esa herida siempre abierta. El libro se convierte así en una contemplación ensimismada de Cristo, “de modo que haya lágrimas no de amargura, orgullo o resentimiento, sino lágrimas de conversión y gozo, al experimentar su mirada misericordiosa”.
Operación a corazón abierto es una aventura en pos de esa misericordia amorosa que se ofrece constantemente para salvarnos. Los misterios de la vida de Cristo, sus intimidades más menudas, son alumbrados por Pablo Cervera en un estilo sencillo que tiene algo de confidencia y algo de efusión cordial donde se mezclan las anécdotas más livianas y las más arduas cuestiones teológicas (que él, sin embargo, sabe hacer amenas como si fueran retozos en un jardín), hasta que llegamos a la estación definitiva de nuestro trato con Dios, que no puede ser otra sino la oblación, la entrega absoluta y sin reparos de quien ha entendido que la libertad humana más plena es la que se emplea para amar.
Pablo Cervera es la persona más amorosamente entregada que jamás hayamos conocido. En su presentación a la obra, el padre Luis María Mendizábal escribe, con irresistible humor negro: “Pablo, que Dios te conserve enfermo para que sigas trabajando como lo haces”. Y nosotros añadimos: “Que te conserve enfermo, querido Pablo, porque a través de tu corazón sufriente y alegre podemos entender mejor el amor sin tasa que mana del Corazón de Cristo”. Que no es, como el propio autor señala, una “devocioncilla de viejas beatas”, sino una devocionaza de curas santos y viriles en los que nuestra fe se apoya y consuela cada vez que desfallece. Y, contemplándose en curas como Pablo Cervera, recupera su latido brioso.