La realización de su programa choca cotidianamente con obstáculos de diversa índole. Ahora mismo el volcán político indonesio tiene su boca de erupción en Yakarta, la capital, ya que su gobernador, el cristiano Basuki Purnama, aliado político del presidente Widodo, va a ser procesado bajo la acusación de un supuesto delito de blasfemia. Esta acusación, amparada por una legislación perversa, viene siendo usada por los islamistas en diferentes países para liquidar física o socialmente a las minorías.
A la izquierda de la fotografía, Yoko Widodo; a la derecha, Basuki Purnama.
El caso del gobernador Purnama es revelador de cuanto está en juego. En un discurso pronunciado el pasado septiembre para anunciar su segunda candidatura a la gobernación de Yakarta, se atrevió a citar una sura del Corán para sostener que todos los indonesios (musulmanes, cristianos o budistas) tienen el legítimo derecho a votar por él. La ira nunca escondida de los radicales islamistas encontró una vía en el atrevimiento del político cristiano al citar el Corán para defender su más que razonable postura. Según los inductores del proceso, Purnama habría incurrido en delito de blasfemia, ya que sólo un musulmán podría (según ellos) gobernar a otros musulmanes.
El proceso, que desembocará en una vista el próximo 13 de diciembre, ha provocado fuertes tensiones en la calle. Por un lado los islamistas han realizado varias manifestaciones para exigir el arresto y castigo del gobernador, mientras que el 30 de noviembre se producía una gran procesión para reivindicar la tolerancia y la acogida, que culminó con una gran oración por la unidad compartida por fieles de las diversas religiones. Se habla de una impresionante concentración superior al millón de personas, que reviste un carácter histórico y revela la profundidad y dramatismo de lo que está en juego: defender la identidad plural de Indonesia, consagrada por la llamada “Pancasila”, que subyace al actual sistema constitucional, abiertamente desafiado por los fundamentalistas.
La realidad es que bajo una legalidad formal que defiende el pluralismo y los derechos de todos, el acoso violento a las minorías es un hecho cotidiano en la Indonesia profunda, tanto mayor cuanto más alejado se esté de una capital cosmopolita cuya realidad es bien distinta a la de otras ciudades y a las extensas zonas rurales de las diversas islas. Lo más probable es que Purnama goce de una defensa en toda regla y de una adecuada protección personal, pero no puede decirse lo mismo de los diecinueve millones de cristianos esparcidos por el país.
En todo caso, la condena del gobernador cristiano por parte del Tribunal de Yakarta tendría un efecto devastador para el programa reformista del presidente Widodo y para el futuro de la convivencia.
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