Como he demostrado en numerosas ocasiones, la izquierda arruina todo lo que toca. No hay excepción. Es una máquina de destruir: desde las universidades hasta la enseñanza secundaria -ahora incluso la educación primaria-, pasando por la franja televisiva nocturna, los deportes, las artes o, cada vez más, la ciencia.
Y en ningún otro ámbito es ese daño más evidente o trágico que en lo que concierne a las mujeres. De hecho, nada demuestra tanto el poder de la ideología izquierdista como lo que esta ideología les ha hecho a ellas. Es tan poderosa, que es más poderosa que su propia naturaleza.
He aquí cinco ejemplos:
1. El deseo de unirse a un hombre
Desde que hay registros históricos, virtualmente todas las mujeres han querido unirse a un hombre. Por supuesto, un progresista argumentaría que esto es así solo porque todas las culturas implantaron este deseo en las mujeres o porque la presión social les ofrecía pocas alternativas; alegaría que no es innato a la naturaleza femenina desear a un hombre.
Pero, sea cual sea la razón -la naturaleza innata o la expectativa social-, el hecho universal es que las mujeres deseaban un hombre.
Vino entonces el feminismo de izquierdas moderno a decirle a varias generaciones de mujeres jóvenes, a través de casi todos los canales de influencia sobre su vida (muy especialmente los profesores y medios de comunicación), que una mujer no necesita a un hombre. En las agudas palabras de un aforismo feminista, “una mujer sin un hombre es como un pez sin bicicleta”.
Sin embargo, la realidad es que la mayoría de las mujeres necesitan a un hombre tanto como la mayoría de los hombres necesitan a una mujer. La mayoría de los hombres no maduran del todo sin una mujer, y la mayoría de las mujeres no maduran del todo sin un hombre (por supuesto, me estoy refiriendo a hombres y mujeres heterosexuales). Si quieres una prueba, pregúntale a casi cualquier persona casada, hombre o mujer, si el matrimonio la ha hecho madurar.
2. El deseo de casarse
Además de querer a un hombre, una gran mayoría de las mujeres querían casarse. Se asumía que desear y recibir ese compromiso público con un hombre formaba parte de la naturaleza femenina. Sin embargo, la izquierda ha conseguido anular también esa parte de la naturaleza de la mujer.
Como resultado del adoctrinamiento feminista y de otras tendencias de izquierda, la creencia de que la mujer no necesita al hombre condujo a una conclusión inevitable: que el matrimonio no es necesario. Incluso sería un instrumento de opresión. Como resultado, se casa un porcentaje de mujeres menor que nunca.
Esto tiene graves consecuencias sociales. Sabemos hace tiempo que la mayoría de los delitos violentos los perpetran hombres desvinculados de una mujer. Hay un problema social. Lo que no concebíamos –quizá ni siquiera conocíamos- son los efectos nocivos de que las mujeres no se casen. Aunque las mujeres desvinculadas de un hombre no cometen tantos delitos violentos como los hombres desvinculados de una mujer (aunque pueden estar empezando a alcanzarles), hay un problema social creciente: el problema más evidente es que las mujeres que tienen hijos sin casarse con el padre de sus hijos -o con otro hombre- producen un porcentaje desproporcionadamente alto de inadaptados sociales.
Pero hay otro problema social en el caso de muchas mujeres que no se han casado ni tienen hijos. Entre ellas es mayor el apoyo visceral a causas radicales que socavan la sociedad. Según informó Barron's, mientras que en la población general solo un 14,2% de la población contribuyó económicamente en 2020 a las “causas de justicia racial”, como Black Lives Matter, “casi la mitad de las mujeres solteras en Estados Unidos -un porcentaje mayor que el de hombres solteros o el de parejas casadas- apoyaron o se implicaron activamente en las protestas de justicia racial”.
Según la organización de activismo feminista Women’s Voices Women Vote, ya en la elección presidencial de 2012 “la brecha matrimonial dejó pequeña la brecha de género”.
Las mujeres solteras votaron masivamente por Barack Obama en 2012 (67% frente a un 31% a Mitt Romney), convirtiéndose en un factor electoral deciviso.
3. El deseo de tener hijos
Tanto, al menos, como unirse a un hombre y casarse, el deseo de tener hijos se consideraba aún más entrañado en la naturaleza femenina. Pero, por increíble que parezca, la ideología izquierdista está consiguiendo eliminar de la mujer esa característica. Más mujeres que nunca deciden no tener hijos.
Véase, por ejemplo, el artículo “Más mujeres como yo deciden librarse de tener hijos. ¿Es el momento de renunciar?” publicado, como no podía ser menos, en The Guardian. La autora concluye así su pieza: “Lo diré claramente: no quiero hijos, nunca los he querido y no siento que me falte nada. Para mí significa tanto como estar viva”. Lo que ella dice representa a un número creciente de mujeres.
4. El deseo de sexo sin compromiso
Otro aspecto de la naturaleza de la mujer que ha socavado la izquierda es su deseo de tener relaciones sexuales solo con un hombre que se comprometiese con ella. O, al menos, con quien mantuviera algún vínculo emocional.
La ideología feminista de izquierdas ha conseguido arruinar incluso eso. Tres generaciones de mujeres han sido aleccionadas en la creencia de que su naturaleza sexual es la misma que la del hombre. Por tanto, pueden “ligar” (tener sexo no-emocional y no-comprometido) lo mismo que los hombres, esto es, sin experimentar un fracaso emocional. Y numerosas jóvenes lo practican así.
Pero, entre quienes se dedican a "ligar" (una forma de sexo connatural al varón), el porcentaje de mujeres que experimentan remordimientos e incluso depresión es mucho mayor que el de hombres.
5. El deseo de proteger la inocencia de los niños
Quizá lo más asombroso que ha hecho la ideología progresista a las mujeres es subvertir el deseo innato de la mujer de proteger a los niños, particularmente su inocencia sexual. El movimiento que quiere hablarle de sexo o de "género fluido" a los niños desde muy pequeños, o someterles a las Drag Queen cuentacuentos, está abrumadoramente dirigido y compuesto por mujeres.
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El izquierdismo parecería estar demostrando que la ideología puede triunfar sobre la naturaleza humana. Tal es el poder del adoctrinamiento social. Pero una consecuencia inevitable es que tenemos la generación de mujeres jóvenes con más deprimidas de la historia y la generación de mujeres de mediana edad con más resentidas de la historia.
La izquierda destruye todo lo que toca. Añade las mujeres a esa lista.
Dennis Prager es un analista político estadounidense, de origen judío, fundador de PragerU o Universidad Prager, una iniciativa de difusión por las redes de ideas conservadoras, en buena medida mediante vídeos cortos y muy didácticos.
Publicado en Real Clear Politics.
Traducción de Carmelo López-Arias.