Disparate séptimo: no se puede salir de la homosexualidad. En agosto de 2009 la Asociación de Psiquiatras Americanos ha autorizado a sus terapeutas a tratar la homosexualidad, permitiéndoles que ayuden a los homosexuales a rechazar o controlar sus impulsos, con una nueva terapia basada en la fe y en la identidad sexual. Para los que así piensan, entre otros Richard Cohen, Joseph Nicolosi, Gerard van der Aardweg y Aquilino Polaino, nadie nace con una orientación homosexual, ni existen datos científicos que indiquen una base genética para las atracciones hacia personas del mismo sexo, ni la homosexualidad es una condición óptima, ni puede ser presentada como un ideal en materia de sexualidad, no pudiendo tampoco ser reconocida como una alternativa a la heterosexualidad. Ya la anatomía humana apunta a la heterosexualidad. Estos psiquiatras tienden a ver la homosexualidad como una interrupción o bloqueo en el desarrollo psicosexual del individuo, consecuencia de traumas sin resolver que conducen a una confusión de género. Afirman también que el salir de la homosexualidad es posible y que han logrado llevar a algunos pacientes hasta la heterosexualidad. Aquí recordemos la frase: “Contra el hecho no valen argumentos”, como me dijo también un médico local afirmándome que había logrado llevar dos homosexuales hasta la heterosexualidad, si bien para tener éxito el tratamiento requiere el convencimiento de que es posible cambiar y que exist una gran motivación personal con un profundo deseo de hacerlo.
Recientemente he leído el libro Ero gay de Luca di Tolve, que llegó a ser Mister Gay en Italia. Actualmente está casado y junto con su mujer ha fundado una organización llamada Lot para ayudar a los homosexuales a llegar a la heterosexualidad, así como a las familias, tanto padres como hijos, que sufren como consecuencia de esta problemática, ayudando a prevenir o evitar el empeoramiento de las heridas de identidad sexual de los chicos. Pero mucho me temo que una organización así no estaría permitida en España. En su libro escribe: “El mío no es un caso aislado. Conozco muchísimas personas con tendencia homosexual ya no deseada que, gracias a la ayuda psicológica, consiguen desarrollar su propio potencial heterosexual”.
Disparate octavo: se viola la libertad personal. ¿En qué cabeza cabe que se prohiba a una persona que está descontenta de ser homosexual o lesbiana que se viole su libertad impidiéndole recurrir al médico, con graves multas contra éste, cuando cada día hay en todo el mundo más personas que han logrado pasar de homo a heterosexual? Y sobre todo hay que tener mala fe: aquí ni siquiera se puede hablar de ignorancia, porque es algo demasiado básico en Derecho que si alguien me acusa de homofobia, la carga de la prueba recae sobre mí y no sobre quien me acusa. En cambio si soy heterosexual y quiero ser homosexual, para eso tendría todas las facilidades.
Disparate noveno: el matrimonio, institución a combatir. La “ideología del género” quiere terminar con la opresión de la mujer por el hombre, considerando al matrimonio monógamo como la principal expresión de esta dominación, ya que en esta ideología se considera a la mujer como un ser oprimido, por lo que la liberación de la mujer sirve de núcleo para cualquier actividad de liberación. La lucha de clases propia del marxismo pasa a ser ahora lucha de sexos, siendo el varón el opresor y la mujer la oprimida. La relación entre los sexos no se basa en el amor, sino en la lucha permanente. La sexualidad es una relación de poder y el matrimonio es la institución de la que se ha servido el hombre para oprimir a la mujer. El matrimonio y la familia son dos modos de violencia permanente contra la mujer y por tanto instituciones a combatir, promoviéndose en cambio todas las formas de sexualidad fuera del matrimonio.
Disparate décimo: se equiparan para adoptar las parejas homosexuales y las heterosexuales. El objetivo de la adopción es el bien del niño. Las circunstancias de la vida pueden obligar a un niño, por causas de fuerza mayor, a vivir en un hogar incompleto, pero es una insensatez y una inmoralidad privar a miles de niños, a priori y por motivos ideológicos, de un hogar completo, con un padre y una madre. Pienso por ello que el bien del niño, como afirma la Asociación Española de Pediatría, exige ser adoptado por un matrimonio y no me parece conveniente ni inteligente conceder la posibilidad en igualdad de condiciones de adoptar a otros tipos de uniones, como pueden ser las parejas homosexuales o las “uniones o parejas de hecho”, aunque las leyes sí se lo permitan, puesto que en estas uniones no hay garantía de estabilidad, ya que los adoptantes deben tener salud física y psíquica, ingresos estables y suficientes, la aptitud pedagógica idónea, madurez afectiva y predisposición que permita educar a los adoptados. Además todo ser humano, y muy especialmente los niños, tienen derecho a la mayor cota posible de normalidad que sea asequible.
Disparate undécimo: nuestros parlamentarios aprueban toda esta serie de disparates por unanimidad. Cuando uno piensa lo difícil que es a nuestros políticos ponerse de acuerdo cuando se trata del bien de España y lo fácil que les ha resultado en cambio aprobar sin ningún voto en contra las leyes de ideología de género, tan profundamente anticristiana e incluso diabólica, uno no puede por menos de preguntarse en manos de quién estamos.
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En cambio, para nosotros, el matrimonio y la familia son ciertamente el fundamento básico de la sociedad, su célula primordial, el núcleo fundamental de la convivencia humana, el lugar privilegiado de aprendizaje de los valores morales, espirituales y religiosos, entre ellos el valor de la vida humana, lo que permite crear el espacio adecuado donde el amor, la educación y el desarrollo integral de la persona pueden realizarse de la mejor manera posible. Y desde el punto de vista religioso el matrimonio es uno de los siete sacramentos, es decir uno de los lugares privilegiados para el encuentro entre Dios y el hombre.
Publicado en Pueblo de Dios, semanario de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, el 10 de octubre de 2016.
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