El CEU ha celebrado la I edición de los Premios Nacionales «La Puerta del Recuerdo» en homenaje a las víctimas del terrorismo. Uno de estos premios rubricado como «Coraje cívico» fue otorgado a José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones y ex militante del Partido Popular que estuvo encerrado en un zulo 532 días a manos de los terroristas de ETA.
 
Fue el presidente Aznar el encargado de entregarle el galardón. Durante su intervención, Aznar narró que en aquella noche de tensa espera ante la búsqueda del lugar en que estaba secuestrado Ortega, recibió la llamada del entonces Ministro del Interior Jaime Mayor Oreja. Este le informó que lamentablemente las pesquisas de la Guardia Civil no tenían fruto. El presidente respondió, mejor dicho, rogó que se permitiera a los guardias civiles media hora más para seguir buscando. Durante aquellos oportunos 30 minutos de una interminable y a la vez vertiginosa madrugada, la Benemérita dio finalmente con el zulo que aprisionaba a Ortega Lara.
 
A unos cientos de kilómetros del lugar de la liberación, en Lerma, provincia de Burgos, en el Convento de las Clarisas, para más señas, las hermanas rezaban por el buen fin de la operación policial, a ruego de un buen amigo de la comunidad como era a la sazón el Director General de la Policía, Juan Cotino. Dicen que algunas, vencidas ya por el sueño, hicieron amago de retirarse a sus celdas. Una de ellas insistió en seguir un poco más con las plegarias. Media hora más. Treinta minutos más. Mil ochocientos segundos más para la esperanza y para la vida.
 
La oración es el medio privilegiado para que se desarrolle el dinamismo espiritual y la relación con Dios. Es lo que nos procura el encuentro con el Señor. Pero es también el temple de nuestra serena intransigencia con el mal. Nunca menospreciemos la gracia de la oración.