Nefarious hay que verla en cine.
¿Por qué?, me dirán. ¿Acaso esta película no se centra en dos personas que hablan sentados a una mesa, en una celda de prisión, el psicólogo y el chalado que cree ser un demonio? No es como si fuéramos a ver paisajes o efectos especiales, dirán.
Precisamente. Es una prisión. Que intenta ser como una fortaleza. Ese cuadrado en el desierto, como un fuerte del Oeste, esas alambradas, barrotes, verjas... Nos quieren hacer sentir seguros y logran lo contrario, porque el mal está encerrado con nosotros.
Si ves esta película en pijama con palomitas en casa, mantienes las ideas y argumentos, pero pierdes la sensación de asedio. Llega un momento que miras alrededor inquieto, a la oscuridad de la sala de cine, y piensas "esto se está poniendo intenso y me siento atrapado".
Que nadie se asuste. No es película de sustos. ¡Ni siquiera hay música para intentar manipular sentimientos! Apenas el zumbido de la lámpara... No es una película de terror. Pueden verla personas a partir de 13 años, hay una ejecución, se tratan temas serios. Pero no hay nada gore, no hay sangre. No hay golpes de sustos. El sonido inquieta, el chirriar de las sillas en el suelo. Pero no esos sustos ruidosos, de película de sustos. Lo que asusta aquí es lo que se dice.
Tom Ohmer hace del alcaide Moss, y Jordan Belfi, del psiquiatra James Martin en la cárcel de Nefarious. Ni las alambradas, ni muros ni guardias son protección.
No es terror, es thriller carcelario y teológico
Nefarious llega a los cines españoles el 2 de febrero. Gustará al público que le gusta ver películas de terror ambiental, pero gustará más a los que disfrutan con thrillers que no son de acción, sino de misterio. "Thrill" son "escalofríos", en inglés. Tiene mucho de película de tribunales. ¿Ejecutarán o no al perverso convicto? ¿O está loco? ¿Cómo sabe lo que sabe? Y tampoco son sólo dos hombres en una sala, hay giros de guion y sorpresas, siempre inquietantes.
Hay elementos de Perry Mason, de 12 Hombres sin piedad... Las películas sobre pena de muerte son todo un subgénero. La misma pasión de Cristo, y por imitación y asunción todas las historias de mártires, son historias sobre la pena de muerte.
La película puede ser subversiva a varios niveles para un espectador que justifica ciertas penas de muerte porque le puede hacer pensar, de fondo, en las misteriosas palabras de Jesús: "Perdónales, porque no saben lo que hacen". El criminal Edward dice que él hizo esos crímenes, que un demonio le obligó. Es la gran pregunta que encargan al psicólogo James Martin: ¿está loco, es consciente?
La ejecución de Cristo es la ejecución de un inocente, Él atrae sobre sí el castigo que no merece. Lo matan por librarse de un problema. Aquí, como en todo lo demoníaco, se da la inversión: quien merece el castigo atraerá la terrible tortura sobre otra persona que no es el responsable. Que la ejecución es terrible nos lo dicen primero con detalle y lo muestran luego. Desde el segundo fotograma vemos, apenas unos segundos, por la ventanilla, unos carteles verdes: "No maten", "La vida es preciosa".
Cine que levante ampollas
No es que la película reparta muchos carnés de inocencia. Edward, o su "otra personalidad", le dice al doctor cosas que ha hecho, que la sociedad no castiga pero que, si se analizan, uno ve que están muy mal. Como en el caso de Cristo, ejecutar un inocente está mal, y muestra que el poder que por miedo damos al Estado (al César) rápidamente es abusado. Mencionan cosas incómodas, de ética de la vida, que probablemente han enfadado a algunos críticos y distribuidores. Es el cine que vale la pena, el que levanta ampollas.
"Mi amo nos regala muñecos", dice el maligno Nefarious. Y vemos al hombre destrozado, gimoteando, como un muñeco roto. "Mira el vacío del hombre, si Tú le faltas por dentro", dice el himno al Espíritu Santo.
La película se filmó mucho antes de toda la polémica sobre las "bendiciones" de Fiducia Supplicans ("rápidas, de 15 segundos, sin preguntar nada", decía su promotor, el cardenal Fernández). Aquí tenemos un cura que no sólo no cree en lo demoníaco, sino que tampoco quiere de verdad acompañar.
"Dios te bendiga", dice, de lejos, esa bendición rápida, pero sin implicarse, sin tocar, sin tomar de la mano, sin escuchar, sin interceder de verdad, con ganas de cumplir lo mínimo y salir corriendo. Intuimos que incluso un cura mediocre podría haber logrado muchas cosas buenas, tan solo con que hubiera mostrado más interés, si se hubiera quedado.
Estructura clásica que atrapa
La estructura de la película es clásica. Si Nefarious anuncia tres asesinatos ese mismo día, hay tres "asaltos" en el ring, y luego un desenlace, y después una coda. Hay una cierta inevitabilidad, un paso inexorable, fase tras fase, que nos angustia.
El actor Sean Patrick Flanery está magistral en Nefarious, inquietando a veces, captando compasión otras.
El actor principal, Sean Patrick Flanery (muchos lo recordarán por sus películas y series de El joven Indiana Jones) hace un trabajo impresionante que merece premios. Entrevistado en CinemaDailyUs dice que no se mete en complejos procesos para entender el personaje, no estudia criminales reales, por ejemplo. "Si el guion es suficientemente bueno, es como una manual de instrucciones de cómo crear el personaje. Cuando lo leí, pensé: vale, ¿qué manierismos tendría una persona así? Los elegí y los hice. No me sometí a tortura, sólo leí el guion y me creí cada palabra y empecé a pensar cómo hablaría él". O cómo hablarían, porque, según el doctor, tiene múltiples personalidades. Más perversas que las que Shyamalan soltaba en su película Múltiple.
Luego tenemos al psicólogo, el actor Jordan Belfi, al que vemos desgastarse y debilitarse ante el acoso de su tentador. Nos hace pensar, inevitablemente (quizá está buscado, hasta en el peinado), en el Keanu Reeves que es seducido por Al Pacino en Pactar con el diablo. O el que se entrevista con Morpheo en la mesa en Matrix. Porque aquí también hay que elegir entre dos pastillas, entre si te lo crees o no.
Un guion soberbio
Además de la interpretación, la otra gran fuerza de la película es su guion, obra de Cary Solomon y Chuck Konzelman, dos cineastas que ya realizaron juntos Unplanned y otras películas. Según Flanery, "crecieron juntos, puerta a puerta, son como hermanos, uno acaba las frases del otro".
Flanery asegura que él suele cambiar textos del guion como actor, pide retocar líneas de diálogo, etc... En Nefarious no ha tocado nada. "Es probablemente el mejor guion que he leído", asegura el actor, que lleva muchos años en el cine y ha trabajado varios géneros.
Flanery considera que una película es buena cuando da conversación después de verla, y puede seguir dando temas días después. Nefarious da para mucha conversación y mantiene pensando al espectador incluso días después. "Tengo sentimientos fuertes con esta película y de verdad espero que afecte a la gente. Puede que cambie corazones y mentes a mejor", dice el actor.
En la sala del cine, rodeados de oscuridad, la sala de la prisión, tan amplia, se nos hace asfixiante.