Casado ha declarado que era necesario modificar la actual ley sobre el aborto. Quizás el contexto que ha escogido para hacerlo, al mezclarlo con otras cuestiones más de pugna entre partidos, no es el más adecuado para una cuestión tan importante, pero lo ha hecho, y esto merece ser subrayado.

Sus declaraciones han merecido una puntualización de la Fundación Jérôme Lejeune, que tiene la virtud de subrayar aspectos fundamentales relacionados con el aborto, sobre todo uno: los derechos del ser humano que ha de nacer. Es una brutalidad salvaje ignorarlo, dejarlo reducido a “cosa” prescindible por un largo periodo de tiempo, y después someter su vida a múltiples restricciones, que tienen más de eugenésicas que de otra cosa. El Estado declara que hay vidas que no tienen derecho a la vida, y que queda al albur de su dueña decidir sobre su muerte. Es una mentalidad que, en nombre de un presunto derecho, consagra la muerte del otro en razón de ser dependiente de la madre. Estos son los hechos, y no pueden ser censurados, silenciados o criminalizados, como ahora ocurre, sin que el Estado de derecho se resienta, como ahora sucede en muchos otros aspectos. No se puede constituir una sociedad en justicia y libertad si tales atributos solo son para unos, los que mandan, los que son más autónomos, porque la libertad y la justicia no son como un chorizo, que puede cortarse un trozo y lo que queda sigue siendo chorizo. ¡No! La libertad y la justicia o son para todos o no son.

Pero hay más. Desde un juicio católico, la dignidad de la vida empieza en la concepción y termina en la muerte natural, y de ahí nuestra oposición al aborto y a la eutanasia. Pero con la misma energía debemos promover la dignidad de la vida vivida entre aquel origen y final. Por esta razón, desde e-Cristians, en la formulación del nuevo proyecto actualmente en debate Hacia la Alianza del Bien Común y las Asambleas Cristianas, afirmamos “la cultura de la vida digna desde la concepción hasta la muerte natural, y en todo el periodo de vida vivida, como alternativa a la cultura de la muerte que pretende resolver los problemas aplicando una ‘veterinaria para humano’ con el aborto y la eutanasia. Promover la dignidad de la vida humana significa, en las condiciones objetivas actuales, una especial atención al aborto y lo que representa de desprecio total del ser humano engendrado y no nacido, el aumento de la pobreza, de la desigualdad y la parálisis del ascensor social, el deterioro de las condiciones del trabajo y la formación del precariado, la falta de vivienda, y la legislación sobre la eutanasia y suicidio asistido”.

Para una concepción basada en la cultura de la Doctrina Social de la Iglesia, la dignidad de la vida no se divide entre cuestiones como el aborto y la eutanasia, por un lado, y las políticas para reducir la desigualdad excesiva, la pobreza, la vivienda, por otro. Todo forma parte del mismo proyecto.

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Publicado en ForumLibertas.com