Estamos convencidos, por la evidencia de los hechos, de que nuestra sociedad y las instituciones políticas han de basarse en el derecho a la vida, que tiene como condición necesaria el derecho a nacer, fundamento para el sujeto humano de todos los restantes derechos.
La aceptación plena de la vida constituye un regalo que nos ayuda a crear una cultura de su cuidado. Es una evidencia científica que se inicia desde la concepción y como tal ha de ser jurídicamente considerada. El ser engendrado, débil y dependiente, tiene derecho, por esta razón, a ser protegido, porque en definitiva cada vida humana cuenta dado su valor único intrínseco. La vida, desde el momento de su origen hasta su muerte natural, forma parte de un mismo proceso de desarrollo y culminación humana. A pesar de ello, las leyes y la opinión publicada y la información dirigida van en sentido totalmente opuesto.
La ley trans destruye la condición humana, vuelve caótica la sociedad y borra el sentido de ser mujer o hombre, al situar como única razón la subjetividad radical, el simple deseo.
Se liquida el derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos, a pesar de lo que dice la Constitución, con un alud de leyes que dejan en nada aquel derecho, eso si no viene Belarra y además los criminaliza con un nuevo proyecto legal.
Hacen desaparecer la naturaleza del matrimonio, de la familia, del esposo y la esposa, el padre y la madre.
El Constitucional dicta sentencias que se pasan por el forro su propia jurisprudencia, como ha hecho con el aborto.
Una televisión pública, en este caso de Cataluña, hiere profundamente a los católicos con un programa que blasfema burdamente contra la Virgen del Rocío. El organismo encargado de velar por los contenidos, el CAC, Consell del Audiovisual de Catalunya, constató el sufrimiento y al mismo tiempo declaró que aquel programa era conforme a las normas, a pesar de que sus propios criterios del año 2002 dicen lo contrario. Todo en nombre de la libertada de expresión.
Y ahora la Generalitat multa a HazteOir con 20.000 euros por su autobús y el eslogan, “La niñes no existen, No a la mutilación infantil. No la pagarán porque la justicia considerará que lo que dicen forma parte de la libertad de expresión, como ya sucedió en el 2017 y el 2019. Pero es igual, solo buscan meter miedo, amedrentar a los más débiles
Católicos de fe y de cultura, gentes que creéis en Dios, personas de buena voluntad ¿no veis que nos oprimen, lentamente, pero con constancia entomológica, que hacen como con la ranita, la cuecen a fuego suave, lento, poco a poco, para que todo le vaya pareciendo normal? Normalizar el mal, esa es la estrategia.
¿A que esperamos para cumplir con nuestro deber? El Catecismo de la Iglesia Católica llama a la “iniciativa de los cristianos laicos para descubrir o idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas” (nº 899) y nos señala que, "juntando sus fuerzas, deben sanear las estructuras y las condiciones del mundo” (nº 909).
Juntemos nuestras fuerzas. Antepongamos el mandato a cuestiones importantes, pero más particulares, hagámoslas concordes, organicémonos para:
-Una acción transformadora, cultural, social y política, que contribuya a reconstruir la moralidad colectiva y personal, por medio de situar nuevas referencias y hacerlas visibles, del debate cultural, de los debates sobre las políticas públicas y las leyes, las campañas prepositivas y las iniciativas críticas, la movilización, la presencia, el testimonio, la creación de acontecimientos.
-Una organización común que pueda ofrecer la alternativa a la cultura hegemónica occidental basada en la razón instrumental y el emotivismo del imperio del deseo por encima de cualquier otra consideración, y la autodeterminación humana sin límites. Ofrecer un marco de razón objetiva surgido de la ley natural y el cristianismo, y transformar la vida pública, la sociedad y la práctica de las instituciones políticas en una nueva concepción y una práctica realmente al servicio del bien común, guiada por las virtudes y por una acción organizada basada en la aplicación de la doctrina social de la Iglesia.
Todo esto se hace escuchando a las personas y dialogando con ellas en términos generales o a las concernidas por aquella cuestión, estudiando los temas para hacer propuestas concretas. Construyendo consensos sociales en torno a soluciones, concretándolo con políticas públicas que difunden y comunican para buscar el máximo apoyo social. Dialogando con partidos y gobiernos, proponiéndoles políticas concretas, modificaciones. Interactuando con las instituciones políticas y con la sociedad. Llevando a cabo grandes campañas sobre estas cuestiones. Discerniendo sobre la doctrina social de la Iglesia para aplicarla a nuestros problemas, retos, necesidades y oportunidades colectivas.
Lo hace actuando, movilizando y comunicando. Persigue encauzar la realidad por medio de una estrategia de reformas parciales, articuladas a la finalidad global.
-Da formación sólida a sus miembros y a la ciudadanía y hace servicio. Formación básica, de aplicaciones, de liderazgo.
-Promueve debates en el seno de la sociedad, de las instituciones, sobre las grandes cuestiones culturales de nuestro tiempo.
-Incentiva a las instituciones eclesiales y católicas para que se hagan presentes.
-Genera un estado de opinión en el mundo católico más interesado en la política, la economía, la situación de la Creación y la cultura.
-Y al mismo tiempo, no pierde de vista impartir y ofrecer determinados servicios evaluados como necesarios, que afectan a necesidades básicas, y que además de realizarlos, hace propuestas y campañas de políticas públicas para que las administraciones públicas se ocupen más y mejor de las carencias, aportando su acción como ejemplo.
Esta dinámica y práctica de la corriente social le da notoriedad, buen nombre, la hace crecer y le proporciona ingresos.
Es un modelo concreto, para nada cerrado, ejemplo sugeridor de lo mucho que se puede hacer, antes de terminar como la ranita.
Publicado en Forum Libertas.