Hay que demostrar a este gobierno sumiso a las «sugerencias» masónicas que apoyan personajes podridos de dinero como Bill Gates, George Soros, Rockefeller, y hasta «San Obama» el Pacífico (vaya papelón que acaba de hacer la Academia noruega del Premio Nobel), que atentar contra la vida es un crimen horrendo, espeluznante, tanto más cuanto menos posibilidades de defensa tiene la víctima. Dice y repite esa señora de pelopincho y fondo de armario inagotable («¿De dónde saca ‘pa’ tanto como destaca?»), que la nueva ley pro-abortista aprobada por el Gobierno, ofrece, entre otras perversidades, garantías jurídicas a quienes intervienen en los abortos. O sea, ¡impunidad a los matarifes, a los carniceros, a los asesinos! Porque matar sin más a un ser humano es un asesinato. Y el feto es un ser humano desde su misma concepción, por mucho que lo ignore esa ignorante que se hace llamar ministra de Igualdad. Estos enemigos del hombre y sobre todo de la mujer, quieren convertir un delito, un homicidio, en un derecho, ¡qué monstruosidad!, prueba palmaria del grado de perversión moral, de criminalidad, a la que puede llegarse cuando los gobernantes están dominados por ideologías totalitarias, en este caso jacobinas radicales, masónicas. Robespierre, Saint Just, Herbert, Desmoulins, Dantón, Marat y los demás, han resucitado. El Terror para los todavía no nacidos, también.
 
Pero lo más sorprendente es que la «emisora de los obispos», como decían hasta hace bien poco los enemigos de la Iglesia que se sentían atacados por Federico, van y dan carrete a la vecina de la casa en ruinas de Benegida (Valencia) para que defienda esa ley asesina que todas las personas decentes repudian. Esto es el mudo al revés, como si nos hubiéramos vuelto todos locos. La COPE convertida en la SER, aunque podamos estar todos seguros que la SER nunca será la COPE, jamás defenderá lo que está llamada a defender la COPE, simplemente porque ellos saben bien cuál es su público, y la COPE, ahora, parece que lo está olvidando.
 
De todas formas, los radieros de la «emisora de los obispos» no son los únicos que han perdido el Norte. Busco entre los convocantes y apoyantes de la manifestación y no encuentro a la CONFER ni a la FERE, las dos grandes organizaciones religiosas de nuestro país. Como no son de este mundo, no se enteran, o no quieren enterarse cuando no les interesa, de lo que en el mundo pasa. Pertenezco a una especie de orden tercera muy diminuta. Solemos reunirnos los terceros sábados de cada mes por la tarde. Días atrás llamé al director del pequeño grupo para excusar mi asistencia, porque consideraba prioritario acudir a la manifestación. Incluso sugerí que debía suspender la reunión y animar a todos sus miembros a personarse en la calle de Alcalá. No es que seamos muchos, pero si un grano no hace granero, ayuda a su compañero. Pues al buen religioso no pareció que le convencieran mis argumentos. ¿Cómo iba a suspender una reunión que se viene celebrando normalmente el tercer sábado de cada mes? Por lo visto no se ha enterado todavía que el hombre no se hizo para el sábado. Ni los cofrades para las cofradías. Ni los santos fundadores para suplantar a Dios. Pero ese es el espíritu predominante en la mayoría de las congregaciones y órdenes religiosas, tanto masculinas como femeninas. Lo importante son ellas mismas, no las exigencias y grandes problemas del mundo «del» que viven. En fin, que a los religiosos intentas distraerles de sus batallitas con los obispos para sacudirse de encima la solicitud pastoral del ordinario de cada lugar, y difícilmente los encuentras para ninguna causa grande por muy justa que sea. Pero a lo que iba: el sábado próximo, sin FERE ni CONFER, o con ellos, que sería mucho mejor, todos a la manifestación. Dios nos lo premiará, SEGURO.