Estos días he estado meditando sobre ese texto fabuloso que es 1 Corintios 13, seguramente la mejor descripción en la literatura universal de lo que es el amor. Dentro de la belleza de todo el texto me gustan especialmente: “El amor no pasa nunca” (v. 6) y “la fe, la esperanza, el amor. De estas tres la más grande es el amor” (v. 13).
Cuando una pareja se casa, los novios suelen escoger por abrumadora mayoría como epístola en su Misa de bodas este capítulo de San Pablo. Y es que en el ser humano hay una profundísima aspiración al amor. Ya en Génesis 1,26 se nos dice que Dios se propuso crear al hombre a su imagen y semejanza; y San Juan, casi al final de Revelación, nos da una sencilla y magistral definición de Dios: “Dios es amor” (1 Jn 4,8 y 4,16). Es decir, el hombre se realiza a imitación y semejanza de Dios por el amor.
Desde luego, si preguntamos cuáles son las necesidades básicas del ser humano, casi todo el mundo nos responderá: cariño y comida. La Naturaleza, o si queremos ser más exactos, Dios, ha dispuesto que el entorno más adecuado para la crianza y educación de un niño sea la familia, a ser posible una familia monógama, estable y donde el padre y la madre se quieran. El niño necesita un entorno de cariño y percibe el afecto que sus padres le tienen. El enorme cariño que una madre normal siente por su hijo creo que es sencillamente evidente y en cuanto a los padres, recuerdo lo que me decía uno: “Los padres también nos entregamos totalmente a nuestros hijos, pero lo hacemos de otro modo y se percibe menos”. En consecuencia las primeras palabras que un niño educado en un ambiente normal aprende a decir son mamá y papá.
Pero desgraciadamente hay gente empeñada en subvertir el orden natural y destruir los valores no digo cristianos, sino simplemente humanos, como sucede en los partidarios de la ideología de género, que pretenden fomentar a tope la homosexualidad y luchar contra la heterosexualidad. Especialmente hay que erradicar las palabras padre y madre, o papá y mamá. Un ejemplo de esto lo tenemos en el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, organismo dependiente del Ministerio de Sanidad, que ha publicado en 2015 un trabajo de 184 páginas titulado: Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico, que contiene sus ideas sobre la ideología de género. Por ello dicen: “Revisa los diferentes formularios (hojas de matrícula, fichas de tutoría, etc.) que debe rellenar cada estudiante para evitar la presunción de heterosexualidad de las familias. No todas las familias están compuestas por un padre y una madre. Recuerda que hace más de una década que el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en España” (p. 38).
En el apartado “Implica a toda la comunidad educativa en el cambio” se nos dice: “Favorece las celebraciones del día del Orgullo LGBT, Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, de la lucha contra el VIH-SIDA, semana de la diversidad sexual y de identidad de género así como otros eventos de sensibilización para toda la comunidad educativa. Asegúrate de que todos los eventos celebrados en el ámbito escolar sean inclusivos para las personas LGBT y sus familias. Por ejemplo, celebrando el día de las familias en lugar del día del padre o de la madre” (p. 40).
Hace ya mucho que mis padres han fallecido. Por eso cuando oigo por la calle a un niño decir “papá” o “mamá” no puedo por menos de conmoverme. Y cuando pienso en esos desgraciados que tratan de borrar del vocabulario normal o de los documentos oficiales las palabras padre y madre para sustituirlas por progenitor A y progenitor B, no puedo por menos de pensar que lo que se intenta es erradicar del ser humano el amor. Y eso es sencillamente diabólico, como dijo hace algún tiempo una persona a la que hoy llamamos Papa Francisco.