Ya hay milagro atribuido a la intercesión de quien fuera arzobispo de Varsovia desde 1948 hasta su fallecimiento en 1981. Está relacionado con la inexplicable curación de una joven.
Este episodio es una nueva ocasión para recordar la figura de un purpurado que fue clave en la resistencia espiritual de Polonia durante la época comunista. Una resistencia espiritual que, como se sabe, también incluyó, sobre todo en la última etapa. La excepcional longevidad (33 años) del episcopado de Stefan Wyszynski en Varsovia le permitió vivir las duras vivencias de aquellas décadas convulsas, en las que siempre hizo gala de firmeza en los principios, pragmatismo y prudencia.
Nunca flaqueó en sus principios, como lo demuestra su constante denuncia de la maldad intrínseca del comunismo y de los estragos, espirituales y materiales, que causó en la población. Pero también fue pragmático cuando, en diciembre de 1956, llegó a un acuerdo con el Gobierno en materia educativa. Un acuerdo estrictamente técnico que no implicaba cesión política o intelectual alguna: el sentido común recomendaba su rúbrica.
El impresionante momento en el que el cardenal Wyszynski abrazó al recién elegido Juan Pablo II, en 1978. Un abrazo que expresa las duras experiencias compartidas bajo el comunismo y la conciencia de lo que esa elección suponía para su país.
Por lo que respecta a la prudencia, en el ya famoso verano de 1980, si bien apoyó desde el primer momento a los obreros de Gdansk –encabezados por Lech Walesa–, les aconsejó que evitaran la violencia en unos enfrentamientos que podían desembocar en un baño de sangre.
Aquejado de un cáncer en la primavera de 1981, fue hospitalizado. Cuando, aún consciente, se enteró del atentado perpetrado contra San Juan Pablo II –su discípulo predilecto– el 13 de mayo de aquel año, ofreció su vida por él. El 28 de mayo, entregó su alma a Dios.
Publicado en Alfa y Omega.