Mucho se ha escrito sobre los estudios científicos realizados a esta impresionante pieza arqueológica que es la Sábana Santa, pero menos respecto a su historia.

Algunos piensan que apareció en Francia en el siglo XIV como por arte de magia y que antes nada se sabía de ella, por lo que es una falsificación.

Las primeras referencias a este lienzo aparecen en los Evangelios (Mateo 27, 59; Marcos 15, 46; Lucas 23, 53; Juan 18, 40), cuatro documentos diferentes y coincidentes.

También lo menciona el Evangelio apócrifo de los Hebreos del siglo II y el de Nicodemo del siglo IV.

La curación de Abgar

El rey Abgar V de Edesa (hoy Urfu, en Turquía), un personaje contemporáneo de Jesús, parece fue el primer poseedor de la Sindone, llamada allí Mandylion. Según la historia y la tradición, existió una correspondencia entre ese rey y Jesús, a quien ofreció protección por su fama de sanador, ya que tenía lepra (Eusebio de Cesarea, en Historia Eclesiástica, libro I, y diario de la monja gallega Egeria que visitó Jerusalén en el siglo IV). Al morir Jesús, parece que un discípulo le envió el lienzo y al tocarlo el rey se curó, y se hicieron él y el pueblo de Edesa seguidores de Cristo.

Los Hechos de Tadeo, un evangelio apócrifo, hablan de esa curación.

Abgar de Edesa recibe del apóstol Tadeo el Mandylion "no hecho por manos", icono encáustico fechado en torno al año 944. Fuente: Wikipedia.

También se describe esta historia en un manuscrito siriaco llamado Doctrina de Addai, de finales de siglo IV o principios del V (descubierto en San Petersburgo en 1878, donde se conserva).

El Papa San Silvestre, en un Concilio provincial en el siglo IV, dispone que los manteles del altar sean de lino blanco, en recuerdo de la sábana en que se envolvió a Jesús.

En 527, el emperador Justiniano mandó dinero para construir una catedral que la albergara.

En Edesa

En 544, según las crónicas de Evagrio el Escolástico y del historiador Teofilacto, la Sábana Santa salvó a la ciudad de Edesa del ataque de los persas.

Fue mencionada por San Epifanio de Salamina en el siglo IV y se cita en un misal del siglo VI actualizado por el cardenal Cisneros y del que hay un ejemplar en la catedral de Toledo.

En el siglo VII, San Braulio de Zaragoza habla de la Sábana Santa en una carta a Samuel Tajón.

León, de la Iglesia de Constantinopla, en el II Concilio de Nicea (787) dijo haber visto ese lienzo en Edesa.

El Codex Vossianus, un manuscrito del siglo X, confirma el mismo relato y aclara que Jesús dejó la huella de todo su cuerpo en una tela que se custodiaba en la iglesia grande de Edesa. Tanto el historiador bizantino Georges Gharib como el inglés Ian Wilson opinan, basándose en pruebas documentales, que la Sindone estuvo durante siglos en Edesa.

El traslado a Bizancio/Constantinopla

El emperador Constantino VII sitió Edesa, consiguió la reliquia en el año 944 d.C. y se la llevó a Constantinopla. Se conoce el sermón que pronunció el arcediano Gregorio el Referendario el día siguiente a su llegada a Bizancio (el profesor Gino Zaninotto, de la Universidad de Roma, encontró en los archivos del Vaticano un manuscrito griego con ese texto, en el que se describe con todo lujo de detalles la Sábana Santa).

Se celebraba todos los 16 de agosto el traslado de la reliquia desde Edesa a Bizancio, hecho recogido en los Sinarios, el primero de ellos atribuido a Cristóforo de Mitilene.

La escena del traslado fue pintada en una miniatura en el códice Skylitzes Matritensis del siglo XII, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid.

La escena del traslado de la Sábana Santa, en el códice Skylitzes Matritensis, del siglo XII.

Hay una carta del año 1095, del emperador Alejo I Comneno a Roberto de Flandes, comentando que en Constantinopla se conservaba el lienzo que estaba en la tumba de Cristo.

En 1147, el rey de Francia, Luis VII, veneró la Sábana Santa en Constantinopla en su camino a Tierra Santa.

El códice Pray (1192-1195), que se conserva en Budapest, reproduce la Sábana Santa, con tres características particulares: cuatro dedos en las manos, en la tela hay dos patrones de espina de pescado y cuatro agujeros dispuestos en L; todo concuerda a la perfección con los hallazgos en la Sábana Santa de Turín.

Se conservan dos listados con las reliquias del palacio Imperial de Constantinopla, donde se incluye la Sábana Santa, realizados por los monjes Thingeyrar y Nicolás Mesarites, en 1157 y en 1201 respectivamente.

La reaparición

La Sindone desaparece de Constantinopla en el saqueo de la IV Cruzada (1204). Robert de Clari, cronista de la cruzada, afirmó haber visto la Sábana antes del expolio de la ciudad y lo reflejó en su manuscrito Conquête de Constantinople que se conserva en la Biblioteca Real de Copenhague.

En 1205, el emperador de Constantinopla dirigió una carta al Papa con las quejas del robo de ésta y otras reliquias, indicando que el lienzo estaba en Atenas y reclamando su devolución. Investigadores como Ian Wilson, Mark Guscin y César Balta Gil han confirmado que el Lienzo estuvo en Atenas. Parece ser que el noble francés Otto de la Roche, duque de Atenas, fue el que se llevó la Sábana Santa a esa ciudad.

No se sabe con seguridad el trayecto de la Sábana para llegar a Francia. En el castillo de Rigney, de los señores de La Roche, existe una inscripción en piedra en la que consta la llegada de la Sábana Santa a Francia, traída de Oriente.

Jesús es envuelto en la Sábana Santa tras ser descendido de la Cruz, en un cuadro de Giulio Clovio (1498-1578) que representa a la perfección la Sindone hallada en 1353 en Lirey, en posesión de Godofredo de Charny. A partir del siglo XIV, las representaciones del lienzo son innumerables (ver aquí).

La reliquia permaneció desaparecida hasta 1353, fecha en que la volvemos a encontrar en el monasterio de la ciudad francesa de Lirey, donde había sido donada por Godofredo de Charny. Godofredo nunca reveló cómo llegó a poseer esa “reliquia” y con su muerte en la batalla de Poitiers (1356), en la guerra de los Cien Años, el secreto se fue con él a la tumba. El último duque de Atenas, descendiente de Otto, Gualterio de Brienne, murió también al lado de Godofredo de Charny en la misma batalla. Existe la posibilidad de que Gualterio se la diera a Godofredo.

Para otros, el emperador Balduino II la cedió a Francia en 1241 y después Felipe VI de Valois se la entregó a su abanderado Godofredo de Charny.

Si bien es cierto que no se puede establecer un seguimiento completo desde el enterramiento de Jesús hasta su aparición en Lirey, sí es verdad que la iconografía cristiana en Oriente tiene una gran influencia sindónica y existen muchos documentos e imágenes que hablan de esta reliquia desde los primeros tiempos del cristianismo. Negar esa realidad no se sostiene.