Casi en su totalidad suscribo el Apunte del domingo 22 de noviembre, "Arte y provocación", que Diario de Navarra dedica a la exposición de Abel Azcona en el edificio de la plaza Conde de Rodezno. En lo único en lo que tengo que hacer una matización es en su última frase, en la que se dice que eso de agredir para ofender es “incomprensible y totalmente rechazable en un local público”.
Y tengo que matizarlo porque aquí no estamos ante un “local público” cualquiera, sino ante un local que tiene unos condicionantes, pues en la escritura notarial de segregación del Monumento de los Caídos, de 19 de mayo de 1998, se dice “que, con fecha 4 de julio de 1997, se firmó un preacuerdo entre el Excmo. Ayuntamiento de Pamplona, de una parte, y el Excmo. Arzobispo de la Diócesis de Pamplona y Obispo de la de Tudela y el Sr. Párroco de Cristo Rey de Pamplona, de otra, sobre donación gratuita inter vivos al citado Ayuntamiento del edificio conocido como Monumento de Navarra a sus Muertos en la Cruzada o Monumento a los Caídos y del jardín ubicado tras dicho Monumento, con arreglo a las siguientes condiciones o reservas: … 4ª.- Una vez producida la donación, el donatario deberá destinar el edificio a actos o actividades de estricto orden cultural, educativo, exposiciones artísticas, etc… En todo caso, esas actividades deberán estar a tono con la naturaleza y origen de la edificación, cuidando el donatario de mantener en el interior del edificio el orden y debido respeto a la Cripta”.
Por lo que Diario de Navarra publica en su edición de 21 de noviembre, a todas luces no se ha cumplido esa condición y la exposición de Abel Azcona, además de otros agravantes que no vienen al caso, no mantiene el “tono con la naturaleza y origen de la edificación” ni “el debido respeto a la Cripta” pues, tal y como ha declarado el propio autor, “estuvo acudiendo en Pamplona y en Madrid a un total de 248 misas en las que acudió a comulgar, pero guardándose la hostia consagrada sin ser visto” y lo que ahora expone son “las fotografías del proceso que llevó a cabo después de recoger todas las hostias que consideró para su proyecto en una galería de arte: fue colocándolas sobre el suelo hasta escribir la palabra pederastia, posando él de espaldas, sentado y desnudo”. Esto es algo más que una provocación y puede estar tipificado en uno de los delitos del Código Penal contra la libertad de conciencia, los sentimientos religiosos y el respeto a los difuntos, por ello, al tiempo que los donantes debieran analizar si procede revocar la donación, la fiscalía tendría que estudiar para ver si tiene que actuar de oficio.
En los meses que el alcalde Asiron y su equipo de gobierno llevan en el cargo son pocas las decisiones que han tomado para resolver los problemas que preocupan a los pamploneses de hoy y nos han estado entreteniendo poniendo ikurriñas, quitando misas, debatiendo sobre si se ponen o no el frac y cambiando los nombres de calles. Pero ahora han ido más allá, han incumplido las condiciones de la donación recibida, han cruzado una línea roja y han cometido algo que no sólo es una provocación sino que es algo que ofende los sentimientos más íntimos de muchos navarros y que, además, puede ser delito. Por eso, ante este acto sacrílego, perverso y satánico, los que tienen la obligación de actuar no se pueden quedar de brazos cruzados.
Publicado en Diario de Navarra.
José Ignacio Palacios Zuasti es miembro de la Diputación Permanente del Senado y ex concejal de Pamplona.