Como creo que mis lectores saben de sobra, mi gran caballo de batalla en estos momentos es la ideología de género. Por ello, cuando el cardenal Omella ha sido elegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, creo es interesante que conozcamos cuál es la actitud del nuevo presidente ante este problema.
Don Juan José ha sido mi obispo desde 2004 hasta 2015. Había un punto, el del aborto, en el que no le importaba mojarse en absoluto. Cada día de la Vida, que es el 25 de marzo, y en otras ocasiones, su predicación era contundente ante esta matanza. Pero ¿y en lo referente al resto de la ideología de género? Voy a citar fundamentalmente dos intervenciones suyas.
Cuando terminé mi libro Relativismo e Ideología de Género y llegó el momento de su presentación me dirigí tanto a Álex Rosal como a don Juan José para que lo presentasen. En aquel momento don Juan José ya había sido preconizado como arzobispo de Barcelona y andaba muy atareado con las despedidas, pero no se lo tuve que pedir dos veces, sino que a la primera aceptó encantado.
El hoy cardenal Omella dijo en esa ocasión: “Hay que tener valentía y humildad para predicar la verdad en todo momento… Todos somos iguales, es verdad, pero en dignidad. Pero somos distintos físicamente, psicológicamente… No confundamos, somos iguales en dignidad, pero el hombre y la mujer son distintos... La ideología de género se va metiendo poco a poco y no le damos importancia y, sin embargo, nos va cambiando, por eso tenemos que estar atentos a esta dictadura del relativismo, que se va metiendo en el corazón de todos, ya sea en lo sexual o en otros temas: qué más da robar que no robar; qué más da hacer el bien que hacer el mal… al final no sabemos lo que es pecado… y vamos perdiendo la orientación de nuestra vida y no somos felices”.
Más recientemente, el 19 de agosto de 2019, el cardenal de Barcelona ha publicado una carta dominical en la que se refiere al documento Varón y mujer los creó de la Congregación para la Educación Católica de febrero de 2019, documento que se inicia así:
“1. Se difunde cada vez más la conciencia de que estamos frente a una verdadera y propia emergencia educativa, en particular por lo que concierne a los temas de afectividad y sexualidad. En muchos casos han sido estructurados y propuestos caminos educativos que «transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón».
Encontramos a continuación: “En este contexto, la misión educativa enfrenta el desafío que «surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada gender, que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia”.
Ya en su Carta dice el cardenal: “Creo que la lectura de este texto puede ayudar a muchos padres y profesores, que ven con cierta preocupación la implantación progresiva de una ideología que está provocando una gran desorientación entre los niños, adolescentes y jóvenes”.
Y continúa: “De hecho, la familia es el lugar natural donde la relación entre el hombre y la mujer encuentra su plenitud. La familia es una sociedad natural en la cual se realizan plenamente la reciprocidad y la complementariedad entre el hombre y la mujer. Ante la deconstrucción de la visión de la persona humana que propone la ideología de género, ante este desafío educativo, no podemos dejar la familia sola… Hoy más que nunca necesitamos una educación afectiva y sexual que «ayude a los niños y jóvenes a desarrollar un sentido crítico ante una invasión de propuestas, ante la pornografía y la sobrecarga de estímulos que pueden provocarles una desorientación emocional y el impedimento de su madurez psico-relacional» (cf. n. 42 del Documento). Hay que acompañar a los niños y jóvenes en este aprendizaje y prevenirlos de cualquier influencia que desfigure su capacidad de amar”.
Y termina así: “Hay que superar cualquier reduccionismo ideológico para redescubrir la belleza del amor, de la complementariedad física, afectiva y mental, la apertura a un amor que puede ser fuente de vida”.
Creo que con estos textos queda suficientemente clara la postura del cardenal presidente de la Conferencia Episcopal Española sobre este tema, uno de los más preocupantes de la sociedad actual.
Es evidente la diferencia que existe entre la moral sexual cristiana, basada en el amor, y la ideología de género, con su concepción basada en el instinto y en el placer y del que los distintos últimos tres Papas han denunciado su carácter demoniaco.