“De dos maneras persigue el mundo a los seguidores de Cristo: los halaga para seducirlos o los atemoriza para doblegarlos” (San Agustín).
Partiendo de esta cita agustiniana, quiero referirme al doble intento de manipulación sobre el magisterio del Papa del que fuimos testigos en el pontificado de Benedicto XVI y al que ahora estamos asistiendo con el Papa Francisco. No entro a valorar hasta qué punto es explicable este fenómeno de manipulación por la sola ignorancia (que, ciertamente, ¡es muy atrevida!), o acaso haya habido una voluntad explícita de distorsión. Lo que es incuestionable es el hecho mismo.
En el caso de Benedicto XVI, el eco mediático terminó por trasladar a la sociedad la falsa imagen de que su magisterio era incapaz de dialogar con la modernidad. Sin embargo, cuantos hemos tenido el placer de beber directamente de su magisterio, sabemos que la realidad es precisamente la contraria. Y en lo que al Papa Francisco se refiere, el eco mediático también pretende transmitir otra falsedad; ahora se trata de hacernos llegar la imagen de un Papa que da la espalda a la Tradición de la Iglesia, cuando la realidad es bien distinta: el Papa Francisco es un hombre nada conservador en sus formas, y al mismo tiempo, profundamente fiel a la Tradición católica.
Un ejemplo muy concreto de esta distorsión lo tenemos en la atribución al Papa de una supuesta apertura a la ideología de género. “Para muestra, un botón”, como dice nuestro refranero: el día 28 de agosto aconteció en Italia un episodio que ha sido silenciado “significativamente” y que merece la pena reseñar.
Una pareja militante de la ideología de género había enviado al Papa una de sus publicaciones sobre la educación infantil de los niños adoptados por parejas homosexuales. Al cabo de unos días recibieron una carta de contestación de la Secretaría del Papa, en un tono respetuoso y pastoral, haciéndoles llegar su bendición. La citada pareja publicó inmediatamente esta respuesta, y la prensa italiana enfatizó que el Papa abría las puertas a las propuestas vertidas en dicho libro. Este hecho motivó la publicación por parte de la Santa Sede del siguiente comunicado aclaratorio: “La bendición del Papa al final de su carta es para la persona y no para las eventuales enseñanzas sobre la ideología de género, que no están en línea con la doctrina de la Iglesia, que no ha cambiado mínimamente, como muchas veces ha repetido el Santo Padre, incluso en fechas recientes”.
En efecto, a lo largo de su pontificado, el Papa Francisco ya había tenido ocasión de realizar reiteradas denuncias del siguiente tenor: “La ideología de género contradice el plan de Dios (…). Es la expresión de una frustración que busca borrar la diferencia sexual” (15-04-2015); “La familia es amenazada por la ideología de género” (06-08-2015). Sin olvidar las palabras que dedica a esta cuestión el nº 155 de la reciente encíclica Laudato Si. Ni que decir tiene que todas estas afirmaciones del Papa Francisco han sido sistemáticamente silenciadas por quienes llevan adelante esta estrategia de manipulación. Parece como si la única expresión que el Papa hubiese formulado al respecto hubiera sido aquella de “¿quién soy yo para juzgar a nadie?”.
En realidad, detrás del intento de manipulación de los dos pontificados se esconde la manipulación del propio Evangelio, es decir, del mismo Dios. Y es que Jesús dirigió a aquella mujer pecadora dos “palabras” (Jn 8, 11), que no son simplificables en una sola: la primera, “Yo no te juzgo”; y la segunda, “Vete y no peques más”. Mientras que anteriormente se había hurtado de los labios de Benedicto XVI la primera palabra, ahora se quiere eliminar la segunda de los labios del Papa Francisco. ¡Pues no! Se trata de una manipulación que conlleva la distorsión del conjunto del mensaje evangélico. ¡No hay Caridad sin Verdad, como no hay Verdad sin Caridad!
Llegados a este punto, es importante aclarar que algunos se escandalizan ante el rechazo católico de la ideología de género, porque la identifican equivocadamente como la causa en favor de los derechos de la mujer, o la denuncia contra la llamada violencia de género. ¡Nada que ver! Si se me permite la comparación, sería como pensar que la razón de ser de la ideología marxista leninista era ayudar a los pobres… Cuando, por desgracia, los pobres no fueron más que una excusa… En nuestros días, la erradicación de la violencia machista -auténtica lacra de nuestros días- no vendrá de la mano de ninguna ideología, sino de la promoción cultural de los pueblos y del cultivo de la conciencia moral.
En definitiva, ¿por qué siendo el Papa Francisco y el Papa Benedicto XVI tan diferentes en sus “formas”, coinciden plenamente en el “fondo”, en lo que al rechazo de la ideología de género se refiere? Sin duda alguna, porque ambos son conscientes de lo que está en juego.
La ideología de género no persigue un modelo político determinado, sino un nuevo modelo antropológico. Y si le interesa el poder político es para deconstruir el modelo familiar tradicional, tanto desde las leyes como desde los influjos culturales. Realidades como el divorcio, el antinatalismo, el aborto o la eutanasia no han nacido con la ideología de género, pero es obvio que han sido asumidas y potenciadas por ella, pasando de ser males morales a la condición de derechos humanos. Por todo ello, tanto el Papa emérito Benedicto XVI como el Papa Francisco han condenado con firmeza la ideología de género, conscientes de que en ella se juega la propia concepción del ser humano.
Se podrá estar o no de acuerdo con la doctrina de la Iglesia. Lo que no es admisible es manipularla.