A Flannery O'Connor el artículo de Arcadi Espada contra la carta de los padres de la niña muerta en un accidente de coche no le habría extrañado nada. Confirma como un silogismo el grado de insensibilidad de quien se cierra a la trascendencia. No puede haber inspiración más estanca que la de llamar crueldad a la Gracia. Tampoco hubiese hecho pestañear a Evelyn Waugh, que asumía que "sin ayuda sobrenatural, él apenas sería un ser humano". Espada no entiende a los cristianos, pero al revés, sí.
José Mateos nota que "gran parte de la violencia verbal, de la agresividad que genera hoy el cristianismo en Occidente proviene de la incapacidad para escapar de él. Las principales conquistas de las que se enorgullece nuestra época -la libertad de conciencia, la organización racional de la sociedad, la igualdad de los seres humanos que hace posible la democracia, el socorro social, etcétera- se alimentan de un sustrato cristiano y hubieran sido impensables en otra tradición". A Arcadi Espada ha irritado, tanto o más que la confianza en Dios de los padres, la naturalidad con que la ha acogido una sociedad que él daba por amortizada en el materialismo.
Espada nos muestra cómo sería de verdad un mundo sin Dios. Lo suyo, por tanto, tampoco extrañaría nada a Houllebecq: "La absurdidad del destino del hombre, en realidad, no es sorprendente más que si se le atribuye a priori un valor trascendente a la existencia humana; si uno se sitúa, en resumidas cuentas, en una perspectiva cristiana". A lo que añade Higinio Marín: "En efecto, si somos el resultado de una combinación bioquímica azarosa y casi imposible, ¿por qué sorprendernos de dejar la existencia por la misma razón ciega por la que existimos?"
Ya veremos si Arcadi habla en serio o no cuando llegue el momento -no todavía, por supuesto-, si se quita de en medio como él propugna para tantos. Por ahora, aquí está Espada, como un espejo en el que mirarse a los ojos de la coherencia del nihilismo. Al otro lado, otra coherencia: la de los padres de la niña. Este artículo lo he escrito con palabras de otros porque quiero estar lo más cerca posible al silencio de la oración de los padres. Ni Espada les entiende ni a ellos el artículo de Espada les atañe. Qué va. ¡Si ni siquiera esta desgracia ha hecho tambalear su fe; si su amor es más fuerte que la muerte; si su piedad cubrirá ya los aspavientos exasperados de Espada…!; y nada más.
Publicado en Diario de Cádiz.