Un nuevo sujeto personal

· El cristiano debe vivir en la tensión de que no pertenece a este mundo, solo peregrina en él, y no puede construir sus premisas basándose en él.

· El cristiano no ha de apartarse del mundo, ni menospreciar a los que en él viven, ni facilitar a los no cristianos la dirección de la sociedad.

· Todo esto conlleva una gran dificultad, y explica por qué unos huyen de este compromiso, mientras otros se preocupan solo de casar lo que dice el mundo con la verdad cristiana a base de retorcerla e interpretarla para servir a aquel fin.

· El nuevo sujeto político necesita por tanto: a) una intensa vida de la fe, b) formación, c) una comunidad de fe y acción política con la que compartir

· El error de los cristianos es pensar que la tarea política es una cuestión meramente instrumental. No es así. Se trata de una tarea para la que se necesita el ejercicio de todas las virtudes cristianas. Es una prueba de su raigambre. Significa en primer lugar vivir en cristiano, disponer de una fe sólida y formarse en ella, así como en los asuntos públicos, y buscar la gracia. Requiere de una vida en una comunidad cristiana con la que compartir el discernimiento político desde la vida de la fe.

· Para abordar la política, no ya como profesional, sino incluso como ciudadano activo, es condición necesaria una vida intensa de la fe, que debe completarse con la condición de suficiencia de su traducción en virtudes, porque la política es sobre todo práctica, y el mejor conocimiento posible de las políticas públicas por las que se siente concernido.

Un nuevo sujeto político colectivo

· Tratando del pecado, Guardini escribe en El Señor: “Es imposible acotar una acción (una cosa trae a la otra), todo forma una continuidad, y aun teniendo en cuenta la responsabilidad individual ha de hablarse más de trama formada por la culpabilidad humana que del pecado del hombre aislado”. Y añade: “La miseria y el sufrimiento son con frecuencia fruto del pecado”. Y esto nos conduce también a las estructuras de pecado a las que se refirió Juan Pablo II: "Si muchos y graves aspectos de la actual problemática social pueden explicar en cierto modo el clima de extendida incertidumbre moral y atenuar a veces en las personas la responsabilidad objetiva, no es menos cierto que estamos frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera 'cultura de muerte'" (Evangelium Vitae).

· Hemos de reflexionar más sobre las consecuencias de todo esto desde la mirada cristiana porque no se puede abordar ese pecado organizado, estructural, solo desde el individualismo. Por la propia naturaleza de la cuestión la respuesta individual, siempre necesaria como testimonio, no basta. La respuesta es obvia. Se requiere una respuesta cristiana común. Entendámonos. La política no se limita a los partidos. Esta es solo una forma, y muy degradada, de intervención, pero no es la única. Un cristiano puede estar en un partido político -difícil hoy que resulte coherente con la fe-, pero esto no es suficiente. Lo importante es que exista una instancia política independiente y transversal a los partidos, que actúe directamente, a la vez que ayuda y se ayuda en aquella parte de los cristianos que sí quieren estar adscritos a un partido.

· Pio XI, en su discurso de 18 de diciembre de 1927 a la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI) declaró que la política, en cuanto atiende al interés de la entera sociedad, constituye “el campo de la más amplia caridad, la caridad política”. El Papa estaba respondiendo a Mussolini, que había acusado a la FUCI de ir más allá del apostolado e incurrir en la actividad política. Después Juan Pablo II, Benedicto XVI, hasta llegar a Francisco, “la política es una de las formas más elevadas del amor, de la caridad”. ¿Por qué? “Porque lleva al bien común”, fin fundamental de la política sobre el que trata el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.

· El cómo depende de las condiciones de cada sociedad. El conocido concepto atribuido a San AgustínIn necesariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas”, cobra carta en la doctrina social de la Iglesia mediante la encíclica Ad Petri Cathedram del Papa Juan XXIII del 29 de junio de 1959: “En las cosas necesarias, unidad; en las dudosas, libertad; en todas, caridad”. Este criterio referido a los temas de fe tiene su extensión en el ámbito de la vida pública. Su aplicación ha tendido más a ser una justificación de la diáspora católica, confundida con pluralismo, que para orientar la acción política. Es por tanto decisivo reajustarla a su dimensión, que no es otra que discernir que es lo necesario. En otros términos, cuáles son los acuerdos fundamentales que caracterizan la traditio católica, sin la que la Iglesia no puede existir. Este marco de referencia católico no son cuatro cosas, sino una determinada visión relacionada con la contingencia del mundo y la finalidad última de la comunidad humana. Y enmarcándolo todo el principio del amor: Deus caritas est.

Y junto con el perfeccionamiento de esta primera nota, en el próximo blog abordaré los fundamentos para la práctica política.

Publicado en Forum Libertas.