Hace unos días, alguien me preguntó si existía el demonio. Al contestarle que evidentemente sí, me dijo que eso le inspiraba un gran miedo. Le contesté que no había que olvidar que Jesucristo, la Virgen y los ángeles son más fuertes que él y que lo consideraba un perro rabioso, pero que está encadenado, y que si yo no me pongo a tiro de él, y puedo evitarlo gracias a la oración, los sacramentos y la fidelidad a mi conciencia, no puede hacerme nada.
Pero, desgraciadamente, para muchos son más importantes sus intereses que sus principios. No hace mucho leía a un diputado de izquierdas decir que para él entre obedecer a su conciencia o la disciplina de Partido, había optado por la disciplina de Partido. Cuando se aprobó el aborto, me asombró el ver que ni uno solo de los diputados izquierdistas, y supongo que a algunos les quedará restos de conciencia, fue capaz de votar no a la Ley Aído. Estoy convencido que si Zapatero nos hubiese salido un provida como el izquierdista presidente de Ecuador, Rafael Correa, todos o la inmensa mayoría, hubiesen votado a favor de la vida. Esta sumisión, esta renuncia a pensar y actuar según mis convencimientos, es tan fuerte, que nunca se me olvidará la razón que dio un Presidente de Comunidad Autónoma, para explicar su marcha de la Política: “Tengo ganas de decir no”. Que no vengan con cuentos democráticos, porque en los Partidos españoles hoy manda el Jefe del Partido y los demás a obedecer.
Porque esto sucede tanto en la Izquierda como en la Derecha. En un país libre y democrático, ¿se creen Vds, que un gobernante como Rajoy, que hace exactamente lo contrario de lo que decía en su programa electoral, en cuestiones tan graves como la defensa de la vida humana en el caso del terrorismo y del aborto, seguiría siendo el jefe del Partido y del Gobierno? ¿No le habrían ya echado a patadas? En honor a la verdad debo decir que la Izquierda ya ha echado a Zapatero, aunque no ha renunciado a sus monstruosos antivalores, y la Derecha sigue con Rajoy.
La definición de aborto es muy sencilla. “El aborto provocado consiste en realizar la muerte del óvulo fecundado, embrión o feto humano dentro del seno materno”. Ya en el Antiguo Testamento el Decálogo es terminante: “No matarás” (Ex 20,13; Dt 5,17) y en el libro de la Sabiduría, el último libro del Antiguo Testamento, leemos: “El justo muerto condena a los impíos vivos” (4,16). Y en el episodio del Juicio Final, Jesucristo anuncia el infierno para quienes no practican la misericordia debida a los pequeños. Exactamente dice: “En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. E irán al castigo eterno”(25,45-46). Matar es desde luego la mayor ausencia de misericordia.
Pero mantener el aborto como un derecho ha tapado, y muy poca gente se refiere a ello, otra maldad casi igual de la Ley que Rajoy ha decidido mantener. Me refiero a la perspectiva de género. La Ley dice: “Los poderes públicos garantizarán “la educación sanitaria integral y con perspectiva de género sobre salud sexual y salud reproductiva”(Título 1, Capítulo 1, art. 5, 1 e) y “La formación de profesionales de la salud se abordará con perspectiva de género” (Capítulo II, art. 8). La perspectiva de género es esa solemne idiotez que dice que podemos escoger el sexo que nos dé la gana y cambiarlo cuando queramos. Todo uso de mis órganos genitales desde cualquier edad es bueno y, por tanto, las relaciones sexuales de todo tipo, salvo la relación matrimonial. Advierto: sé lo que escribo y puedo probarlo. En pocas palabras, malos e idiotas.
Lo que opina Jesucristo de esto es muy claro: “Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojasen al fondo del mar”( Mt 18,6). Y para que nos lo tomemos en serio San Pablo nos advierte: “No os engañéis; de Dios nadie se burla” (Gal 6,7). Apoyar el asesinato de los niños antes de nacer y la corrupción moral de los niños y adolescentes es simplemente demoníaco. Pidamos al Señor y a la Virgen por la sanación y salvación de nuestra Sociedad.