El 14 de abril de 2009 el Sr. Rodríguez compareció ante los grupos parlamentarios de Congreso y Senado para anunciar que el objetivo prioritario de su gobierno es la lucha contra la crisis, para lo cual va a sacar inmediatamente adelante la Ley de Libertad Religiosa, la Ley de Ciencia, la ley del Aborto, porque: “la situación es de emergencia, los motivos para actuar tienen que serlo también”. Estas son las bases de su “plan E”. ¿Qué quiere decir todo esto? Sencillamente, primero, que no sabe qué hacer ante la crisis tan profunda por la que pasa España (y más profunda y oscura que va a ser). Segundo, que, dado el primer punto, no se le ocurre otra cosa que trastocar cimientos sociales, culturales, valores y mentalidades para provocar la división de la sociedad en bloques irreconciliables. Es decir, le importa un pimiento la tranquilidad, el bienestar y prosperidad de los españoles y de España. Tercero, que, en el fondo, para el Sr. Rodríguez todo son medios y útiles para conseguir su objetivo: cambiar el modelo de sociedad desde sus bases y fundamentos, destruyendo nuestras raíces (que son occidentales y cristianas, por mucho que a algunos les duela). Es aquí donde encajan las declaraciones constantes a una segunda transición y a una añorada República. No es casualidad que las citadas declaraciones las hiciesen el 14 de abril, aniversario de la imposición de la II República. Los actuales “poderes secretos”, partidos y gobiernos de España -con el Sr. Rodríguez como cabeza visible- están siguiendo casi milimétricamente los pasos dados en la II República para imponer una “nueva planta” para una nueva sociedad y un nuevo Estado. Entonces la jugada les salió mal y ahora están convencidos que les puede salir bien. Para ellos la economía, ayudas sociales, sanidad, educación, ciencia y tecnología, fomento, defensa… todo es medio e instrumento para imponer ese gran cambio. Baste citar brevemente la tarea legislativa del gobierno provisional de la II República entre abril y septiembre de 1931: Ley de Libertad de Cultos (que hablaba de “libertad tutelada” y anunciaba límites a la reunión y al ejercicio privado y público del culto impuesto por la reforma de la Ley de Orden Público), Reglamento de celebración y asistencia a Misa de unidades militares (que impedía a los músicos y bandas militares participar o concurrir a actos religiosos e impedía a los militares la asistencia a tales actos), Orden Ministerial de Supresión del Servicio Religioso de Prisiones, Aviso del Director General de Seguridad Ángel Galarza (que prohibía la aclamación pública y privada de ¡Viva Cristo Rey!, por lo cual el “Señor Galarza ha ordenado a los agentes de vigilancia y guardias de seguridad detengan a los que profieran gritos de esta índole incluso en actos de celebración del Corpus Cristi”), Decreto de Supresión de la Obligatoriedad de Enseñanza Religiosa (ponía en criterio de los claustros ofrecer o no religión), Decreto del Ministerio de Instrucción (por el que se imponía la escuela única, pretendiendo acabar con las escuelas religiosas y privadas), Decreto del Ministerio de Instrucción (que elimina la Cátedra de Teología en las Universidades). ¿Y qué tenemos ahora? nueva ley de cultos (por la cual habrá que tener licencia para reunirse a razar y para alabar y cantar a Dios o para levantar una Iglesia), nueva ley de libertad religiosa (que restringe la capacidad de los cristianos para ser y expresarnos en público como cristianos), nueva ley educativa y educación para la ciudadanía (que tratan de destruir las conciencias morales de nuestros hijos, adoctrinarlos e implantarles un nuevo raciocinio “ético”), nuevas leyes sobre la familia y el matrimonio (que los destruyen), nueva legislación abortista (que también es un ataque contra la familia y asesina a seres humanos en sus primera etapa de vida), nueva legislación sobre ciencia e investigación (que permite manipular seres humanos -embriones- y matarlos o clonarlos), nueva legislación sobre eutanasia y eugenesia (que permite matar a cualquier ser humano si su enfermedad es una molestia psicológica o económica para la familia o para la sociedad). Es decir, medidas al punto iguales. Y llevamos unos 20 años con una intensa campaña propagandística a favor de estos cambios. Tras estos últimos 20 años, creen ciertos poderes secretos -que se autodenominan “discretos”- que con esta continuada campaña de propaganda la sociedad ya está lo suficientemente madura para imponer por fin este cambio. Pese a todo estoy convencido que somos mayoría los ciudadanos que no estamos de acuerdo con el proyecto destructivo que se está llevando acabo. Estoy convencido que son multitud las colectividades que no están de acuerdo con estas maquinaciones. El problema es que también son muchos los que no están concienciados de la situación. Plantearse esta cuestión implica tener que mirar y encarar un sombrío futuro a corto y medio plazo -que es en el cual van a tener que vivir nuestros hijos- y escoger una de las dos opciones: mirar hacia otra parte y aceptar la situación o resistir y desafiar a esos poderes secretos y sus proyectos hasta derrotarlos. Tomemos la decisión que tomemos debemos saber que nuestros hijos nos preguntarán “papá, mamá ¿y mientras se legalizaba el aborto, la eutanasia, la eugenesia, la destrucción de los valores en la escuela, vosotros qué hacías?”. Es hora de que todos los ciudadanos, agrupaciones, foros, plataformas sociales que no están de acuerdo con la destrucción de nuestras raíces y valores, constitución cultural y política, económica y social reaccionemos y digamos a esos poderes que no nos vamos a rendir, que vamos a dar la cara (aunque nos la partan) y que estamos aquí y aquí vamos a continuar y no vamos a marcharnos. En esta línea van recientes declaraciones de obispos españoles como monseñor Cañizares o Rodríguez Plaza reafirmando que se ha puesto en marcha una quiebra profunda de principios y valores morales que está en la raíz de la crisis que vivimos. Y el caso de España es un “banco de pruebas” para aplicar este proceso destructivo a otros muchos países, especialmente de Hispanoamérica donde ya están empezando a sufrir los primeros ataques serios. Pese a todo pienso que podemos vencer porque sinceramente creo que la mayoría del pueblo todavía está en contra de todo esto. Lo que hace falta es que todos los que estamos concienciados (ciudadanos particulares y asociaciones, organizaciones y foros) del proyecto destructivo que hay en marcha levantemos el culo y unamos nuestras fuerzas, y que salgamos a la calle y a los medios de comunicación de masas a decir todo esto y, así, alcemos nuestra voz y elevemos nuestra protesta a los partidos e instituciones. Antonio Ramón Peña Izquierdo, historiador