Pasada ya la Semana Santa, es hora de hacer balance de la iniciativa propuesta por la Iglesia para que las Cofradías apoyaran el rechazo al aborto. Hay que constatar que ha habido de todo, aunque es difícil evaluar los resultados puesto que en unos casos se optó por el lazo blanco y en otros por hacer una oración antes de comenzar la procesión o por algún otro tipo de apoyo a la defensa de la vida. En todo caso, la iniciativa ha servido para comprobar el grado de laicización de esa manifestación pública de la fe que son las procesiones. Que en plena ofensiva laicista, millones de personas sigan participando en un fenómeno típicamente religioso y público, es muy importante. Que el fenómeno no sólo no decaiga sino que esté en alza y que atraiga también a los jóvenes, es aún más importante. Pero que hayan sido muchas las Cofradías que se hayan negado a apoyar la defensa de la vida, esgrimiendo el argumento aportado por el Gobierno de que era una cuestión política, debería preocupar a los responsables de la evangelización. En algunas ciudades de Cataluña, debido en buena medida al rechazo del clero nacionalista a todo lo que oliera a "español", tienen lugar desde hace años "procesiones laicas", en las cuales la Iglesia no tiene nada que ver. Ese es un fenómeno que no se ha repetido en otros lugares de España. Sin embargo, el rechazo de algunas Cofradías a defender la vida indica que el virus del laicismo está ya inoculado en ellas. A la hora de optar, han elegido no apoyar al partido político que promueve el aborto en vez de la iniciativa de sus obispos. Si este laicisimo no se ataja a tiempo, con una esmerada evangelización, seguiremos viendo en España procesiones, pero serán "laicas". La RazónSantiago Martín, sacerdote