Abrimos un diario y ahí están. Encendemos la televisión o la radio y no resulta difícil encontrarlos. En internet son prácticamente omnipresentes. El cine los ha tomado y presenta como parte de esas libertades a las que se “tiene derecho”. Nos referimos a las voces a favor del aborto. Sin embargo, hay otras tantas historias que nos enseñan la belleza que entraña la lucha por la vida, el profundo dolor convertido en denuncia de no pocas mujeres que han abortado o el testimonio de tantas personas agradecidas por el don de la existencia. Son voces de mujeres y hombres que van contracorriente y que nos dejan ver el sentimiento común de aprecio por la vida. El aborto, ¿para la salud psíquica de la mujer? Se suele esgrimir la salud psíquica de la mujer como uno de los motivos para justificar un aborto. Pero es justamente lo contrario lo que, las más de las veces, suele ocasionar esa práctica. 1. En octubre de 2008, el semanario Alba recogió el testimonio de Cristina, una madre que sufre el síndrome post aborto. Tras diagnosticar a su hijo con síndrome de down, la familia y los médicos la presionaron para abortar. Sin tiempo para que lo pensara, le administraron un fármaco abortivo: “Dos horas más tarde noté que mi bebé empezaba a dar patadas con sus piernecitas y sus bracitos. No fue un segundo sino un buen rato. Me sentí una asesina, pero en el fondo yo no quería estar ahí; nadie me ayudó”, dijo. Cristina echa de menos el que nadie la hubiera puesto en contacto con un psicólogo o que recibiera motivaciones para tener a su bebé. Hoy es parte de la Asociación Víctimas del Aborto. 2. Montserrat, una mujer barcelonesa, también abortó en octubre de 2008. Tras resultar embarazada fue a consultar en el departamento de Salud y Familia de Cataluña y la única alternativa que le dieron fue abortar. Indecisa, ingresó en la clínica Les Corts y ahí le repitieron que la mejor opción era el aborto ya que ya tenía dos hijos: “No te explican que realmente después de un aborto provocado sufres depresiones. Ellos sólo lo hacen por negocio. La intervención duró cinco minutos. Entré llorando y salí llorando […] Eché de menos que me dijeran que me lo pensara o que viniera otro día”. En el testimonio recogido por la Asociación Víctimas del Aborto, Montserrat también declara: “Nos dan facilidad para abortar pero no para sacar adelante a nuestros hijos. Yo no me he sacado un problema, me he puesto un problema más grande encima de mis espaldas con la muerte de mi hijo”. 3. Esperanza Puente es la autora del libro “Yo aborté” y actualmente es portavoz de la plataforma Red Madre. En repetidas ocasiones ha insistido en que las clínicas abortistas son un ejemplo de inhumanidad. En declaraciones al diario El Día, recogidas también por Aci Prensa (10.11.2008), afirmó que “En la sala de espera las mujeres lloramos sin lágrimas y gritamos sin voz”. “El protocolo es que las mujeres no vean las ecografías del bebé, considerado como un conjunto de células, o un trozo de vesículas”, agregó. Esperanza también ha denunciado el negocio lucrativo de la eliminación de fetos, que se usan en cosmética”. 4. “¿Qué es peor: tener el bebé o abortar? No te ponen esas dos soluciones encima de la mesa, sólo te ponen una. Mejor abortar y se acabo”. Son las palabras de Cristina Bote (Cr. La Gaceta de los Negocios, 15.12.2008), una de las primeras mujeres española que, sin pseudónimo, da la cara y habla de su aborto: “Mi primer aborto lo hice con los ojos cerrados, porque no tenía ningún tipo de información […] Si me hubieran explicado qué es un aborto, qué efectos secundarios vas a tener después… Nadie, nadie me explicó absolutamente nada […] no me pareció lógico que la única salida que den, cuando vienes con un bebé especial, la única solución que te den sea el aborto. Es que no te dicen nada más. Directamente: mejor aborta, y un problema menos”. Ahora Cristina, profesional en relaciones públicas, ofrece sin tapujos su testimonio para ayudar a muchas otras mujeres La desinformación intencionada sobre qué es un aborto y el ofrecerlo como una salida de escape a situaciones muchas veces difíciles, son dos tácticas comúnmente utilizadas en los mataderos de niños. 5. El semanario Alba (18.03.2009) recogió en una entrevista el testimonio del matrimonio de Marta y José, dos padres de familia numerosa, a quienes les recomendaron abortar a su hija: “En la ecografía de la semana 20, en principio la más importante en cuanto a diagnóstico, nos dijeron que la niña tenía quistes en la cabeza, concretamente en el plexo coroideo y, además, el intestino hiperecogénico. Ambos son marcadores menores de trisonimías y, sumado a mi “terrible” edad (ella tenía entonces 39 años, ndr), era imprescindible hacerme más pruebas diagnósticas –que eran invasivas–“. “Cuando me negué –dice Marta– hubo un médico que lo respetó, pero en la siguiente visita a la Seguridad Social la ginecóloga de turno me regañó, me dijo que era protocolario y que al día siguiente tenía que ir”. Pero el matrimonio se mantuvo firme y, finalmente, nació Elisa, la niña supuestamente enferma que vino al mundo completamente sana. “En ningún momento dudamos siquiera en hacerme pruebas, sólo por el riesgo de aborto que implican. Teníamos claro que la vida es un regalo y que, como dice el salmo, “muchas son las pruebas que le esperan al justo mas de todas te libra el Señor”. De hecho, fue en esa ecografía en la que nos dijeron con seguridad que era una niña y decidimos allí mismo que sería Elisa, del hebreo Elisabet que significa Dios ayuda”, declaró Marta. La entrevista concluye con una exhortación a todas esas mujeres que se plantean el aborto como solución: “Un hijo siempre es un regalo y abortar es un asesinato. Las personas que conozco que se deshacen de sus bebés se quitan el hijo y se quedan huecas, todas tocadas. Yo les diría que busquen ayuda, que superen el embarazo y que si no lo quieren después que lo den en adopción. Yo me lo quedaría”. De abortistas a felices pro vida realizados y la única mujer en la cárcel por causa del aborto Uno de los testimonios más convincentes para la defensa de la vida es la de aquellos que la eliminaban y que ahora la protegen. 6. Bernard Nathanson es el autor de El grito silencioso. Lideró por muchos años la mayor clínica abortista de Estados Unidos. Él mismo dirigió personalmente más de 75,000 abortos, entre ellos el de su propio hijo. Pero la evidencia científica sobre la realidad humana que era el feto le hizo cambiar de opinión. En 1974 declaró: “Ya no quedan dudas en mi cabeza de que la vida humana existe en el vientre desde el comienzo mismo del embarazo […] Después de mirar los ultrasonidos, ya no podía seguir como antes”. Hoy su voz se alza para denunciar la injusticia que supone un aborto: “Conozco lo referente al aborto como quizá ningún otro. Conozco cada faceta del aborto. Fui uno de los que lo hizo nacer. Ayudé a que creciera la criatura en su infancia alimentándola de grandes dosis de sangre y dinero. El aborto se ha convertido en un monstruo, una gargantúa tan inimaginable que sólo pensar en volver a encerrarlo en su jaula supera toda expectativa razonable. Y sin embargo, es nuestra misión: una tarea hercúlea”. 7. La historia de Stojan Adasevic es también sorprendente. Durante 26 años fue el ginecólogo abortista más famoso de Belgrado, en Serbia. Llegó a practicar más de 48 mil abortos durante el régimen comunista y, a diferencia de Nathanson, ni el ultrasonido que le permitía ver al feto le hizo cambiar su opinión y sus prácticas. Pero una noche soñó “con un hermoso campo, lleno de niños y de jóvenes que jugaban y reían, de 4 a 24 años, pero que huían aterrados de él”. En sus sueños también veía a un hombre de hábito blanco y negro que le miraba. Y el sueño se repitió muchas noches. Al fin, en uno de esos sueños, el monje le dijo que era Tomás de Aquino. Stojan jamás había oído hablar del santo dominico. “¿Por qué no me preguntas quiénes son estos niños? –le dijo Tomás–. Son los niños que tú has ayudado a abortar”. A partir de ese momento Adasevic jamás volvió a hacer ningún aborto. Pero le seguían viniendo presiones para que lo hiciera. Dos años más tarde, Tomás de Aquino, según dice Adasevic, se le volvió a aparecer en sueños para animarlo a perseverar. Actualmente el doctor Stojan Adasevic es uno de los líderes pro vida en Serbia. 8. Ana Victoria Sánchez había demandado al Estado de Costa Rica ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). ¿El motivo? No permitirle la fecundación in vitro. Pero ¿qué fue lo que hizo que Ana Victoria retirara la demanda a mediados de diciembre de 2008 y cambiara también de postura? Ella mismo lo declaró: “Comprendí que ser padres no es un derecho, sino un don que da Dios, y aunque no sea fácil de aceptar, me di cuenta y lo acepté en mi corazón”. No fue todo, la ex demandante envió un documento a la CIDH en el que, entre otras cosas, dice: “Concebir a un hijo en un tubo de ensayo lo convierte en un objeto más que en un sujeto del amor conyugal, sin tomar en cuenta los costos económicos y sobre todo los riesgos de viabilidad y salud física y emocional que conlleva para el embrión y la propia madre, ni otras consecuencias aún más delicadas”. 9. Linda Gibbons es una pequeña abuelita canadiense que apenas pesa 50 kilogramos. En total ha pasado más de 75 meses en la cárcel a causa del aborto. ¿Cuántos niños abortó? No, no fue eso. Paradójicamente, ha sido encarcelada por manifestarse pacíficamente a favor de la vida fuera de clínicas abortistas con pancartas que decían, por ejemplo: “¿Por qué, mamá, si tengo mucho amor que dar”. En un artículo publicado sobre este caso por el Calgary Herald (Cf. 04.10.2008), Nigel Hannaford escribía: “Cuando el aborto estaba prohibido por la ley, un hombre la desafió y al final fue premiado por ello. Luego la ley cambió. No sólo se legalizó el aborto, sino que en muchos sitios se prohibió permanecer ante las clínicas donde se realizan para decir eso está mal”. Nigel también se sorprende por el tratamiento que se le da a la libertad de expresión de la abuelita Gibbons. “Si Gibbons fuera una sindicalista –escribe Nigel Hannaford– que participara en una huelga, podría gritar tanto como quisiera. En este país, la policía se mantiene a distancia aunque rompan los cristales a los camioneros. Entonces, ¿dónde está el problema si una mujer se dirige pacíficamente a otra que va a una clínica abortista? Ah, dice el otro lado, nadie tiene que intervenir con un asunto que tiene que ver con la salud de otro. Es verdad. Pero la mujer no está enferma, está embarazada. Dada la sangrienta realidad del aborto, preguntar a alguien si realmente sabe lo que va a hacer parece justo”. Las voces de los que pudieron no haberla podido expresar y otros milagros hechos vida 10. “A mí me iban a abortar por malformaciones, tengo parálisis cerebral por culpa de una burbuja de aire en el cerebro. Gracias a que mis padres (los biológicos, ndr) me dieron en adopción he conseguido salir adelante, soy campeona nacional de natación, he ganado un concurso de televisión como cantante y ahora estoy estudiando una carrera. Creo que la adopción es una de las vías más importantes a la hora de pensar en el aborto”. Son las palabras de Miriam Fernández, una joven atractiva de 19 años quien ofreció su testimonio el pasado 16 de febrero de 2009 para la presentación de la campaña “Su vida es tu vida: la defensa de la vida un reto para el siglo XXI”, del Foro Español de la Familia. El aborto es la mayor causa de mortalidad en España. Tan solo en 2005, cada 6,2 minutos se producía un aborto. 11. Otro testimonio es el de una mujer que prefiere mantener el anonimato. Llamémosla María de Fátima pues nació el 13 de mayo, durante la postguerra civil española, en el seno de una familia sevillana que no podía mantenerla. Cuando la mamá de María de Fátima quedó embarazada, el papá decidió que no la tendrían, incluso él mismo le administró unos fármacos pero no pasó nada; después una segunda ocasión y tampoco; a la tercera, la señora se plantó y no aguantó más: “No consiento que lo intentes más, está visto que Dios no quiere que te salgas con la tuya y yo no te voy a dejar”. La mujer se fue a visitar la imagen peregrina de la Virgen de Fátima para rogarle que, pese a todo, su hija naciera sana. Cuando llegó el momento, la niña nació completamente sana. “Mi madre no se lo creía; la alegría la embargaba. Sabía que era domingo porque sus otros dos hijos, mis hermanos, habían ido al colegio para la misa, pero cuando se dio cuenta de la fecha que era, por poco no le da algo. Aquella niña normal, gracias a la intervención de la Virgen, había nacido un trece de mayo, fiesta de la Virgen de Fátima. ¿Alguien puede decir que fue casualidad?”, escribió María de Fátima en el semanario Alfa y Omega 12. A Evelin y Ralph Mann, un matrimonio de estadounidenses residentes en Tampa Bay, Florida, los augurios durante el embarazo de hace tres años no fueron nada halagüeños. Antes de que naciera Samuel, su pequeño hijo que en enero de 2009 cumplió tres años, les propusieron abortarlo. Como recoge CatholicNewsAgency.com en una entrevista realizada a Evelin a finales del mes de enero de 2009, cuando los médicos detectaron que Samuel padecía u síndrome que causa la muerte del bebé poco después de nacido, o incluso antes del parto, les sugirieron abortarlo. “Nosotros confiamos y creemos en Dios y algunos no querían admitir esa parte de nosotros pero un genetista lo hizo”, afirmó la feliz mamá. Samuel nació a las 35 semanas y, siendo que apenas le daban unas horas, a lo sumo unos días de vida, hoy rebosa de alegría al grado de sorprender a los médicos por sus ganas de vivir. De ahí otra de las declaraciones de los Mann: “Hemos atravesado por este camino y quisiéramos poder dar la mano a quienes vienen detrás y decirles que nada es imposible para Dios […] la clave es rezar creyendo en lo que Dios puede hacer”. 13. Después de que Sycloria Williams tomó el fármaco para inducir al parto, espero un momento en el auto con su novio Shane. Poco a poco se fue sintiendo peor hasta que, ya en la clínica abortista, dio a luz a su hija de 23 semanas y la pudo ver: “No se movía mucho. Buscaba aire. No lloraba, sólo gemía, sonidos lastimeros solamente”, declaró al Florida Catholic. “Pensé que sería una burbuja, o algo más grande, no un bebé. Parecía un bebé de agua, como esos muñecos que llenas con agua. Era muy pequeña”, agrega. Momentos después entró el dueño de la clínica, cortó el cordón umbilical y puso al bebé que aún se movía en una bolsa de deshechos para luego echarla a la basura. “Nunca me dijeron nada sobre el hecho de que era un bebé. Nunca dijeron nada sobre un bebé, un feto. Nada. Lo único que escuchaba era “término” y “embarazo” y término del embarazo. Me engañaron porque no me dijeron todo y el doctor no estaba ahí”. 14. Otro de los motivos por los que suele esgrimirse el aborto de un ser humano es la violación. De haberse abocado a ese recurso, una pareja de mellizas argentinas de casi 22 años cuya madre, con discapacidad mental, fue violada en su juventud, hoy no podrían haber expresado su opinión sobre este tema. “Pensó en darnos en adopción, pero nunca pensó en abortar. Nunca pensó en quitarnos la posibilidad de vivir, aun siendo enferma mental, nunca pensó en matarnos, a pesar de no querernos…”, relató una de las mellizas, que prefirió mantener en el anonimato, la Agencia Católica de Informaciones (Cf. 05.02.2009). Y agregó: “Amo a mi madre porque tuvo el valor de contarme lo que pasó y puedo con ella compartir su dolor”. 15. Una situación no menos triste ha sido la de una joven brasileña de 13 años quien resultó embarazada a causa de una violación por parte de su padre. Oriunda de Bahía, huérfana de madre y sin ningún familiar dispuesto a acogerla, la futura madre expresó su deseo de tener al niño: “La pequeña y su tutora legal comunicaron a la Fiscalía de la Niñez y la Juventud el deseo de al adolescente de defender la vida del bebé”, recoge el diario Folha de San Paolo a mediados de marzo de 2009. Otros casos límite que no dejan de sorprender 16. Aya Jayne Soliman es un milagro no sólo porque su nombre, Aya, significa en árabe precisamente eso. Nació a las 26 semanas de gestación con poco menos de un kilogramo de peso, dos días después de que los médicos declararan la muerte cerebral de Jayne Soliman, su madre. Con el consentimiento de su esposo, los médicos mantuvieron con vida artificial a la conocida ex patinadora profesional, célebre en los años 80´s. De ese modo pudieron practicar la cesárea a Jayne. “Puedo recordar el primer ultrasonido. Nos abrazamos y lloramos cuando escuchamos sus latidos. Esperamos mucho a este bebé”, afirmó Mahmoud, el padre de Aya. 17. Ciertamente, el caso de Aya no es el único milagro. Emma Ray también es conocida en Shropshire, Inglaterra, como la “bella durmiente”. En 2007 dio a luz por cesárea a su segundo hijo. Una decena de días después sufrió un paro cardiaco y quedó en coma. ¿Las esperanzas para recuperarse? Según el juicio de los médicos, muy bajas. Andrew, su esposo, no se dio por vencido: “Le ponía las canciones que bailamos en nuestro matrimonio, le hablaba con mucha suavidad, tomaba su mano, le pellizcaba los dedos, todo el tiempo le decía que la amaba y le rogaba que despertara”, afirma Andrew. El día del milagro llegó: Andrew se acercó a su esposa y le susurró: “Emma, si me puedes escuchar, por favor dame sólo un beso”. Emma volteó la cabeza y lo besó. “He aprendido a enamorarme de mi esposa una y otra vez. Pero esto es lo que cualquier esposo y esposa haría. Ella es una madre y una esposa y eso es lo único que importa”, declaró Andrew quien cuida pacientemente de Emma pues le quedaron secuelas que le hacen perder la memoria a corto plazo. 18. En Chile hay un esposo enamorado que espera pacientemente el milagro. Carlos Abarca visita tres veces al día a su esposa Erika Sotelo quien permanece en coma desde el 3 de marzo de 1995. “Ella está esperándome, hace cosas para que vaya a donde ella. Abre sus ojitos, no sé si ve o no ve”, afirma. “Cuando yo le hago cariño se sonríe, cuando le paso mi cara por su cara –quizá es por la sensación, por mi bigote– como que le llama la atención y se ríe. Y la beso, por supuesto, si es mi mujer”, confiesa. “Quiero protegerla, cuidarla, que esté bien, que no le falte nada”, de ahí que ni se le pase por la cabeza el “rehacer” su vida pues, como el mismo Carlos asegura, “El cariño siempre va a estar enfocado en ella. Nunca he dudado. No pretendo nada más de la vida que preocuparme de ella, no hay otra cosa que hacer”. 19. En España, ProVida Valencia dio a conocer la conmovedora situación de una joven de 22 años quien desde hace 7 permanece en coma. La joven sufrió un accidente en moto que le ocasionó una lesión cerebral generada por una parada cardiorespiratoria. Al día de hoy no habla, no se mueve y precisa de una sonda para alimentarse. No obstante, la mamá cada mañana da gracias a Dios dejársela un día más, “no se me ocurre dejar de alimentarlas y he dejado de temer, cuando sufre alguna crisis respiratoria, que se me pueda morir en cualquier momento pues continuamente la dejo en manos del Espíritu Santo”. 20. ¿Los hombres también sufren el aborto de sus hijos? El semanario español Alfa y Omega (Cf. no. 638, marzo 2009) ofreció el testimonio escrito de Theo Purington, un joven de 22 años que descubrió que no se le reconoció su derecho a proteger a su hijo no nacido. “En octubre de 2006 descubrí que iba a ser padre –escribe Theo–. Mi novia, desde hacía seis meses estaba embarazada. […] Ella dijo que no podía seguir adelante y que tenía que abortar”. Cuando la llevó a la clínica abortista y vio a su hijo en la ecografía se echó a llorar: “Fue una experiencia sobrecogedora y muy bonita, hasta que ella me miró y preguntó: “¿por qué lloras? A los gusanos también les late el corazón”. Su hermana le había ofrecido 500 dólares para el aborto. Insistía en hacerlo, y rompió conmigo”. Fue entonces cuando llamó al centro para preguntar cuáles eran sus derechos. “No tienes ninguno”, le dijeron. Todavía una semana antes del aborto fue a ver a su ex novia para rogarle no lo hiciera. No accedió. Como último favor le permitió un gesto de paternidad: “Me arrodillé y le besé el vientre a la madre de mi hijo, diciendo: “Te quiero. Papá te verá en el cielo”. Cogí las ecografías y me fui”. En el mismo artículo testimonio, Theo escribe: “A un hombre no se le permite llorar la pérdida de su hijo no nato. Me decían cosas como: “Tu hijo ni siquiera había nacido, así que supéralo”; “Todavía no era un bebé”; e incluso: “Tu hijo merecía morir”. Ninguna de ellas ayudó a que cerrara la herida, sólo me sumieron en un estado de depresión”. Actualmente este joven se dedica a tiempo completo a ayudar a mujeres y hombres que enfrentan un embarazo imprevisto. Todas los casos que hemos repasado son realidades hechas testimonios y razones a favor de la vida. Es verdad que no pululan en los medios de comunicación –y no porque no los haya a raudales–, pero por sí mismos son aleccionadores y estimulan a ver con una mirada más pura y serena el don de la propia vida y el de la ajena, comenzando por la de aquellos que están en el vientre y que no se pueden defender.