Escribo estas líneas el 24 de Junio, fiesta de San Juan Bautista, uno de los pocos santos de los que la Iglesia celebra dos veces su festividad; hoy por su natividad, encuentro con Jesús y santificación por el Espíritu Santo, todavía dentro del seno materno (Lc 1,15 y 44), y, el 29 de Agosto, por su martirio. La santificación de San Juan Bautista antes de su nacimiento muestra el convencimiento de la Escritura de la existencia de vida humana desde el seno materno y en su martirio nos presenta al Bautista como “un hombre justo y santo” (Mc 6,20), que no se arredraba de decir la verdad, lo que le supondría el martirio.
Actualmente estamos asistiendo en muchas partes del mundo, y, podemos decir, bastante especialmente en España de la que se quiere hacer un modelo de referencia, especialmente para América Latina, a una ofensiva del relativismo, positivismo, de la ideología de género y de los valores anticristianos, que están llevando a un alejamiento progresivo de Dios y a consecuencias nefastas para el ser humano. Dice a este respecto nuestra Conferencia Episcopal: “El proceso de “deconstrucción” de la persona, el matrimonio y la familia, ha venido después propiciado por filosofías inspiradas en el individualismo liberal, así como por el constructivismo y las corrientes freudo-marxistas. Primero se postuló la práctica de la sexualidad sin la apertura al don de los hijos: la anticoncepción y el aborto. Después, la práctica de la sexualidad sin matrimonio: el llamado “amor libre”. Luego, la práctica de la sexualidad sin amor. Más tarde la “producción” de hijos sin relación sexual: la llamada reproducción asistida (fecundación in vitro, etc.). Por último, con el anticipo que significó la cultura unisex y la incorporación del pensamiento feminista radical, se separó la “sexualidad” de la persona: ya no habría varón y mujer; el sexo sería un dato anatómico sin relevancia antropológica. El cuerpo ya no hablaría de la persona, de la complementariedad sexual que expresa la vocación a la donación, de la vocación al amor. Cada cual podría elegir configurarse sexualmente como desee” (“La verdad del amor humano, Madrid 26-IV-2012, nº 52). Estamos ante un absurdo de tal calibre que la primera vez que me explicaron en qué consistía la perspectiva de género, todavía hoy oficialmente legal en España, creí que me estaban tomando el pelo, cosa que a mi vez, me ha sucedido cuando he intentado explicarla. Y es que me imagino la cara de una madre normal cuando su hijo le diga que el profesor les ha explicado en clase que si quieren pueden ser niñas, y sus compañeras de clase, niños. El uno, la otra o ambos tendrán que pensar: “el profe está loco”.
Pero la imbecilidad va acompañada de la maldad. A los niños no sólo hay que enseñarles a masturbarse, sino que tienen los órganos sexuales para usarlos, es decir para tener toda clase de relaciones sexuales. Eso es lo que se pretende con la Educación para la Ciudadanía. Y como la lucha de clases se traslada a la lucha de sexos, prácticamente la única relación mala es el acto sexual dentro del matrimonio, porque el matrimonio supone la opresión de la mujer por el hombre. Todo esto ha sido llevado a la legislación española por la Ley Orgánica 2/2010 de 3 de marzo de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo.
Pero, afortunadamente, también hoy hay hombres capaces de defender la Verdad. Ha habido un cardenal que ha sido capaz de escribir esto un 22 de Junio del 2010: “Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo. Aquí está en juego la identidad, y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones... Aquí también está la envidia del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política, es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una ´´movida´´ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios. Jesús nos dice que, para defendernos de este acusador mentiroso, nos enviará el Espíritu de Verdad”. Hoy ese cardenal ya no es más cardenal. Pero seguramente les suena más como Francisco.
De todos modos, si queremos saber quienes son los que el propio Jesucristo llama “hijos del diablo”, nos basta con leer Jn 8,44-47. ¿Serán capaces de reconocer nuestros legisladores que no pueden votar leyes diabólicas ni siquiera por disciplina de Partido? Pero ojalá haya cada día más personas creyentes que saben tienen un tesoro que no deben guardar para sí, sino transmitirlo a los demás, y que hablen de su fe sin avergonzarse, ¿de qué?, porque la vida humana tiene sentido, que no es otro que amar y ser amado y tras esta vida nos espera la felicidad eterna, mientras los no creyentes piensan que todo termina con la muerte.
Este viernes, el Consejo de Ministros dará luz verde a la Ley del Aborto. Aunque no sea la Ley ideal, esperemos y recemos para que sea bastante mejor que la demoníaca ley anterior.
Pedro Trevijano