El hecho de que el número de españoles que marcaron la X en la casilla de la Iglesia Católica en su última declaración de la renta haya aumentado en casi medio millón, se debe sin el menor género de dudas a la magnífica campaña publicitaria “Por tantos” que llevó a cabo la Conferencia Episcopal. Se demuestra de esa manera que cuando las cosas se hacen bien, se recogen resultados. Es también evidente que fue una buena idea cambiar el modelo de financiación de la Iglesia, dejando atrás el complemento que el Estado debía de aportar para cubrir el desfase entre lo que se sacaba de la declaración de la renta y la cifra que se acordaba previamente con el propio Estado. Ahora la Iglesia depende únicamente de que los españoles quieran destinar una parte mínima de sus impuestos a su financiación. A los anticatólicos de toda la vida, sean en su versión política o en la religiosa -no hace falta que diga quién-, les molesta que el Estado ejerza de intermediario en esa parte minoritaria, pero importante, de la financiación de la Institución que más está haciendo por ayudar a los más necesitados en este país. Hay todavía mucho perro del hortelano suelto que ni come ni deja comer y demasiado rojerío anticlerical de baja estofa. Al can del hortelano habría que decirle que se fije en cómo se alimentan muchos de sus congéneres en buena parte de los países europeos donde su religión es todavía la oficial del Estado. Y al rojerío es mejor no decirle nada, porque es lo mismo que alimentar a la bestia. A pesar de todo, no se pueden echar las campanas al vuelo. Siguen siendo minoría los españoles que marcan la casilla de la Iglesia Católica. Es cierto que el Estado no colabora nada y que a muchos se les envía la declaración hecha sin la casilla marcada y sin avisarles de que tienen la posibilidad de poner la X en la misma, pero aun así no creo que se llegara a alcanzar el 50% de los declarantes. Bien es verdad que el nivel de práctica religiosa entre los católicos españoles anda en niveles cercanos al 20%, lo cual indica que casi otro porcentaje igual de los no practicantes al menos se acuerdan de su Iglesia a la hora de pagar impuestos, pero mucho mayor es el número de españoles que ni siquieran tienen el detalle de dar menos de un 1% de sus impuestos a la Iglesia que les bautizó, les casó y, muy probablemente, les enterrará. Mas yo querría plantear la siguiente iniciativa. Si la Iglesia ha conseguido que medio millón de españoles la apoyen económicamente a través de una campaña publicitaria, ¿por qué no hacer algo similar para animar a los que están alejados de la práctica religiosa para que regresen a la misma? Ya sé que son ámbitos completamente diferentes, pero si gastamos dinero para obtener más ingresos, gastemos dinero para ganar almas. La Iglesia Católica en Holanda hizo algo parecido en las pasadas Navidades y parece que no les fue mal. Debió dar gusto ver a varios obispos en la televisión holandesa dando testimonio de lo que el Señor significa para su vidas. Ya sabemos que gran parte de nuestros obispos no son precisamente estrellas mediáticas, pero ¿por qué no imitan a sus compañeros de Holanda? Lo llevo diciendo desde hace tiempo y vuelvo a insistir en ello. La Iglesia española debe de optimizar sus recursos para cumplir su primera misión, que es la de re-evangelizar un país que está en proceso de descomposición social. Si supiéramos evangelizar con tanta eficacia como sabemos atender a los más necesitados, España volvería a ser católica. Pero para ello debemos empezar por mejorar, y mucho, la formación de los fieles a nivel moral, doctrinal y litúrgico. Esa no es tarea de un año, pero algún año habrá que empezar esa tarea, ¿no les parece? Luis Fernando Pérez Bustamante