Si el desconocimiento de los medios de comunicación generalistas sobre los asuntos religiosos tuviera parangón en el resto de áreas informativas, viviríamos en la más absoluta de las ignorancias. Acabamos de asistir a un nuevo ejemplo de esa realidad. La agencia EFE, y con ella otras agencias, están distribuyendo como noticia una supuesta amenaza de excomunión por parte del Vaticano a los que tomen parte en la posible muerte de Eluana Englaro. Sería monseñor Albert Malcolm Ranjith, nº 2 del dicasterio que preside el cardenal Cañizares, quien habría aventurado tal pena canónica. La realidad es muy distinta. Lo que monseñor Ranjith propone es negar la recepción de la Eucaristía a los que colaboren activamente con la cultura de la muerte en general, y con la muerte de Eluana en particular. Pero eso no implica la excomunión. El excomulgado no sólo no puede recibir el sacramento de la Eucaristía sino ningún otro, salvo el de la confesión, y éste sólo en casos estipulados. Los excomulgados, si no se reconcilian con la Iglesia antes de su muerte, ni siquiera pueden recibir las exequias cristianas. Pero si se llevara a cabo la propuesta del arzobispo de Sri Lanka, la situación "canónica" de los afectados sería muy similar a la de los divorciados que se vuelven a casar por lo civil. No pueden comulgar pero en todo lo demás son tan miembros de la Iglesia como el resto de fieles. Distinto sería que el Papa decidiera cambiar el código de derecho canónico para que la pena por participar en una eutanasia sea la misma que por hacerlo en un aborto. Entonces sí hablaríamos de excomunión. Y dado que la cultura de la muerte avanza con rapidez, no es descartable que este Papa o alguno de sus sucesores tome esa medida. Está claro que no se puede ser católico y apoyar o tomar parte de cualquier iniciativa que vaya en contra de la dignidad de la vida humana en todas sus fases y sea cual sea el estado de salud. Ahora bien, mientras la cosa no cambie, lo menos que se puede pedir a los medios de comunicación es que no llamen blanco a lo que es gris, ni rubio al que es moreno-castaño. Y eso es exigible a quienes no son especialistas en la información socio-religiosa, no digamos nada a los que sí pretenden serlo. Digo pretenden, porque a uno le queda la duda de que realmente lo sean cuando ve que la ignorancia también abunda en sus titulares.