El resultado final de la visita del Cardenal Secretario de Estado del Vaticano, monseñor Tarsicio Bertone, no puede calificarse de otra manera que como positivo. Aunque el Gobierno hizo un uso publicitario de los encuentros del cardenal con Moratinos, De la Vega y el propio Zapatero, ayer la práctica totalidad de los medios se hizo eco de las palabras de monseñor Bertone en la casa de la Iglesia española. Y todos, salvo algún verso suelto que no se entera de qué va la vaina, coinciden en que el nº 2 del Vaticano dejó claro y patente el abismo que separa a la Iglesia de las propuestas de ingeniería social del zapaterismo. Aunque su conferencia sobre derechos humanos sirve para otros países además del nuestro, sólo un cegato puede dejar de ver que el hecho de que el cardenal mencionara el derecho de los padres a elegir del tipo de educación de sus hijos, era una clara referencia a la situación creada en España con la EpC. Bertone no habría hecho referencia a ese derecho en Italia, donde no hay conflicto entre los cristianos y el gobierno por ese asunto. Se han venido abajo todas las teorías conspirativas que presentaban la visita del cardenal salesiano como un ataque a la “línea dura” de monseñor Rouco Varela. Que el cardenal Bertone se mostrara diplomático en las reuniones personales con las autoridades es algo que va con su cargo. No puede ser de otra manera. Pero él es antes cardenal y hombre de Iglesia que cualquier otra cosa, y por eso fue tan claro y contundente en su conferencia. Aun así, todavía había ayer algún medio que era capaz de sostener en portada la tesis anti-rouquista y pro-gubernamental… y la contraria, lo cual parece un claro caso de desdoblamiento de personalidad mediática. La realidad, esquizofrenias periodísticas aparte, es que la Iglesia dice lo mismo en el Vaticano y en Añastro. Lo cierto es que el cardenal Rouco sigue siendo el hombre del Papa en España. Lo veraz es que los que juegan a crear división donde hay unidad no tiene ya credibilidad profesional alguna. Nadie en su sano juicio puede pretender que la Iglesia Católica no se oponga radicalmente al aborto, a la EpC -con Supremo o sin Supremo-, al divorcio express, al ataque a la familia natural, etc. Nosotros no somos luteranos o anglicanos que hoy casan gays y mañana pueden casar monos y cabras montesas, sino católicos que creemos en la indisolubilidad del matrimonio formado por un hombre y una mujer abiertos a la vida. Lo único que nos falta en este país es que nuestros valores puedan ser defendidos de verdad en el parlamento y el senado. Hoy no hay ningún partido político con representación parlamentaria que así lo haga. Y eso tiene que cambiar. Luis Fernando Pérez Bustamante