Cuando la totalidad de la Iglesia Católica en Italia está embarcada en la lucha para salvar a Eluana de una muerte por hambre y sed. Cuando el magisterio de la Iglesia se ha pronunciado de forma clara acerca de la ilicitud de retirar la sonda por la que se alimenta e hidrata a una persona. Cuando el sentido común dictamina que es una aberración dejar que una persona, por muy inconsciente que esté, se quede en los huesos hasta morir, aparece ese sujeto llamado Juan Masiá Clavel, SACERDOTE Y JESUITA, para decir que no va en contra de la moral el matar a Eluana. No contento con eso se permite el lujo de insultar al cardenal Barragán, al decir que “es abochornante para profesionales de la teología moral católica escuchar de labios del cardenal Lozano Barragán la barbaridad de calificar el caso como `asesinato abominable´“. Pues no, lo abochornante para la Iglesia Católica es que este tipo siga medio minuto más como sacerdote y miembro de la Compañía de Jesús. Si la Iglesia se respeta a sí misma un poco, debe poner fin a esta aberración continua que emana día sí y día también desde un blog dedicado a poner en solfa todo el magisterio eclesial sobre bioética y sobre otras doctrinas, incluso algunas de rango dogmático. Como he dicho en otras ocasiones, el ciudadano Masiá puede opinar lo que quiera sobre bioética, sobre la virginidad biológica de María, sobre ángeles y demonios. Pero el sacerdote y jesuita Masiá no es libre para tal cosa. Se debe, antes que nada, a la fe y la moral de la Iglesia. Y si no quiere que sea así, nadie le obliga a quedarse dentro. Pero que él siga haciendo lo que hace desde la comunión visible con la Iglesia, es un escándalo continuo para los fieles que profesamos la fe católica, y no digamos para los que intentamos defenderla en la medida de nuestras capacidades. He pedido a la gente de Alerta Católica que acelere el tema de la denuncia de este señor ante la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y también acabo de escribir a varios obispos españoles para que se movilicen ellos mismos para parar esta vergüenza para la Iglesia. Que Bertone esté ahora en España puede ser providencial. Eluana se merece que hagamos algo contra un sujeto que, siendo sacerdote y jesuita, defiende a los que quieren matarla. San Ignacio de Loyola haría lo mismo o más. Luis Fernando Pérez Bustamante