Muchísima gente y un frío de cuando el grajo vuela bajo. El cielo, afortunadamente, nos quiso ahorrar la lluvia. Deo gratias. Ahora sólo voy a comentar el acto. De los obispos hablaré en un artículo posterior. Que tanta gente, con ese día, haya acudido me parece de notabilísima importancia. Magníficos los católicos de Madrid y todavía más los que llegaron con muchos kilómetros de viaje. Repito lo que dije hace unos días. Me parece pésima la fecha. Aunque no haya arredrado a muchos ancianos y a muchos padres que acudieron con sus niños. Es una crueldad convocarnos en diciembre. Aunque ya ven los señores obispos que respondemos. Un cero a la organización. Que tenía que haberse asegurado de que iba a llegar el mensaje del Papa. Que tuvimos que oir en la homilía del cardenal Rouco, leido por el arzobispo de Madrid. Al concluir la misa ya nos llegó. Pero muy mal. Supongo que si el mensaje de Don Juan Carlos, anunciado para una determinada hora de un día no apareciera en pantalla y hubiera que retransmitirlo hora y media después, alguna cabeza rodaría en Televisión. Aquí seguro que no pasará nada. Y un fracaso la comunión. Paraguas con los colores vaticanos anunciando el lugar donde se distribuiría que no tenían sacerdote debajo. Y el que lo tenía, con tan pocas sagradas formas que muchos nos quedamos sin comulgar. La homilía del cardenal Rouco larga pero excelente. El día anterior vi parte de un programa de televisión en el que dos comentaristas, en mi opinión impresentables, con un odio a la Iglesia verdaderamente impresionante, afirmaron que la misa iba a ser un acto político intolerable. Pues de político no tuvo nada. Salvo que se considere intromisión política que la Iglesia exprese lo que para ella es la familia. Ya se ve lo que es la democracia que algunos pretenden. Amordazar a la Iglesia. Y con ello a los católicos. No me gustó la guitarra de Kiko Argüello. Creo que sobraba. La guitarra y la canción. No Kiko Argüello y lo que dijo. Uno no va a un acto así para oír a un cantante. Ni aunque fuera bueno que me parece que no es el caso. Me pareció desmesurado el sitial del arzobispo de Madrid. Creo que algo más discreto sería mejor. Habría menos distancia entre él y sus hermanos cardenales y obispos. Veo en cambio satisfecho que los cocelebrantes principales ya no están un metro detrás del arzobispo de Madrid sino todos rodeando el altar. De los treinta y siete obispos asistentes, más de la mitad de nuestro episcopado, hablaré en otro artículo. Me parece un número muy importante. Y un enorme éxito del cardenal Rouco. Al tiempo que un fracaso de ¿los saboteadores? Me alegro muchísimo. Creo que hemos asistido, pese a las evidentes inclemencias del tiempo, a una gran manifestación del catolicismo hispano. Para sentirnos muy satisfechos y dar gracias a Dios. Francisco José Fernández de la Cigoña