El papa Francisco tiene un nuevo secretario particular. Se llama Yoannis Lahzi Gaid. Es un sacerdote egipcio, del rito copto, perteneciente al servicio diplomático vaticano. Personaje con un currículo insólito. Autor, en el pasado, de declaraciones muy críticas respecto al Islam.
Gaid ocupa el puesto del maltés Alfred Xuereb, a quien el pontífice había heredado hace un año de Benedicto XVI y a quien ahora ha destinado al cargo de prelado secretario de la neonata Secretaría de asuntos económicos. Acompaña al otro secretario particular del Papa, el argentino Fabián Pedacchio Leániz, quien mantiene también el rol de funcionario de la Congregación para los Obispos.
La elección de Gaid, como en general las de los secretarios particulares, al no ser un nombramiento formal, no ha sido hecha pública en forma oficial. El primero que dio la noticia la semana pasada fue el sitio web Vatican Insider.
Gaid, nacido en 1975, ha frecuentado la Pontificia Academia Eclesiástica y en el 2007 ingresó al servicio diplomático de la Santa Sede. Inicialmente destinado a la nunciatura de Brazzaville (Congo), permaneció allí menos de tres años. En marzo del 2010 fue transferido a la nunciatura de Irak y Jordania, pero allí su permanencia fue muy breve. En efecto, en julio del 2011 fue destinado a la representación pontificia de Nueva Delhi, pero antes que se hiciera efectiva la transferencia a la India fue retenido en la primera sección de la Secretaría de Estado, en un cargo de escasa importancia, el de los honoríficos, habitualmente reservado al personal no diplomático.
Pero Francisco lo ha podido apreciar, tanto como su inquilino en la residencia de Santa Marta y como intérprete durante los encuentros con los interlocutores de lengua árabe. Gaid es también el prelado que durante las audiencias generales de los miércoles dirige los saludos en la lengua del Corán.
El nuevo secretario del Papa tuvo entre sus admiradores a su coterráneo egipcio Magdi Cristiano Allam, periodista y escritor musulmán convertido al cristianismo y bautizado el 22 de marzo del 2012 en San Pedro por Benedicto XVI, y desde hace un tiempo muy crítico respecto a una Iglesia a su juicio demasiado complaciente respecto al Islam.
En su libro “Grazie Gesù. La mia conversione dall’Islam al cattolicesimo”, publicado por Mondadori en el año de su bautismo, Allam escribió a propósito de Gaid:
"Una mención particular merece el padre Yoannis Lahzi Gaid, egipcio, durante años vice-párroco de la iglesia de Santa Domitilla en Latina y actualmente secretario de la nunciatura apostólica en Congo-Brazzaville. Lo conocí en Roma luego que durante años me había expresado su amistad y su solidaridad. Como profundo conocedor de la realidad del Islam tal como es efectivamente en la mente y en los corazones de la mayoría de los musulmanes, y no como lo querrían hacer creer algunos mistificadores y disimuladores que se burlan de la ignorancia, de la ingenuidad, de la bonhomía y de la colusión ideológica de Occidente, el padre Yoannis comparte plenamente mis posiciones sobre el Islam y ha estado fraternal y cristianamente próximo a mí en los momentos en los que el vendaval mediático, orquestado en forma instrumental al día siguiente de mi conversión para desacreditarme y difamarme, había llegado a su apogeo".
En este sentido Allam citó una entrevista del 31 marzo del 2008 en la que Gaid afirmaba:
"He buscado ser siempre el amigo que respeta la religión distinta del otro sin tener miedo de decir la verdad o de subrayar que el cristianismo es una llamada a la libertad. Y cuando Magdi me preguntaba por los coptos en Egipto, yo no escondía las inmensas dificultades que viven los cristianos en lugares donde la mayoría es musulmana. Una dificultad que no proviene de algunos integristas, sino de una cultura de muerte y de violencia basada en frases bien claras que citan y llaman a la violencia y a la jihad, es decir, a matar a todos los diferentes, a matar la libertad de conciencia. Es suficiente pensar distinto para ser condenado a muerte".
En el 2010, además, luego de la matanza de año nuevo en la iglesia de los Santos, en Alejandría (Egipto), Gaid salió públicamente al cruce contra las declaraciones del Gran Imam de la mezquita de Al-Azhar, quien había condenado como una interferencia en los asuntos internos de Egipto las palabras de Benedicto XVI en el Angelus del domingo 2 de enero. Fue una declaración que signó la ruptura por parte egipcia del diálogo entre Al-Azhar y el Vaticano, fatigosamente reactivado sólo en tiempos recientes.
Gaid expresó esa crítica, obviamente, no en calidad de diplomático vaticano, sino a título personal en el sitio web de la Iglesia Católica de Alejandría (Egipto), ampliamente retomado por otros medios de comunicación en todo el mundo.
También Gaid, al igual que el otro secretario Pedacchio Leániz, continuará trabajando en el cargo hasta ahora cubierto. Esto confirma aún más que con Francisco, retornado en esto a los tiempos de Pío XII, los secretarios particulares del Papa no tienen más ese rol tan importante que han tenido en los últimos pontificados, desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI.
A propósito del cargo honorífico en el que continúa trabajando el nuevo secretario particular del Papa, se nota que con el papa Francisco su volumen de trabajo se ha reducido sensiblemente.
Pero no ha cesado del todo. De esto es prueba el último fascículo de las "Acta Apostolicae Sedis", el boletín oficial de la Santa Sede, en el que se publican los nombres de los primeros beneficiados con cargos honoríficos de este pontificado.
Los laicos condecorados son numerosos: más de ciento cuarenta los hombres y más de veinte las mujeres. En el listado hay ex embajadores y diplomáticos, guardias suizos y gendarmes pontificios, benefactores y benefactoras, y también políticos, como el demócrata cristiano italiano Luca Volonté, galardonado con la insignia con placa de la Orden de san Gregorio Magno, y el político laborista australiano Ronald Joseph Mulock, condecorado con la misma insignia pero sin placa.
Por el contrario, son poquísimos los clérigos, y todos empleados en la curia romana o en el servicio diplomático, respetando así las nuevas limitaciones papales, dadas a conocer por la Radio Vaticana el pasado mes de enero:
Si se quiere hacer una comparación, en los últimos meses de Juan Pablo II los eclesiásticos galardonados con el título de monseñor fueron más de doscientos. Todavía más fueron los condecorados en la fase final del pontificado de Joseph Ratzinger, con tarjetas de nombramiento datados hasta el 25 de febrero del 2013, es decir, hasta casi el día de su dimisión como Papa.
Para la crónica, los últimos “protonotarios apostólicos supernumerarios” galardonados en el pontificado de Benedicto XVI, con fecha 22 de febrero, son el australiano Harry Entwistle, desde el 2012 guía del Ordinariato personal local para los anglicanos que confluyeron en la Iglesia Católica, el estadounidense P. Edward Sadie, de la diócesis de Wheeling-Charleston y el curial vicentino Luigi Cerchiaro.
Mientras que los últimos "prelados de honor" son dos sacerdotes del Ordinariato militar de Filipinas (Albert Corralejo Sonico y Rubén Dina Espeno), un alemán del clero de Bamberg (Georg Kestel), dos italianos de la diócesis de Piazza Armerina (Rosario La Delfa y Vincenzo Murgano), un húngaro de la diócesis rumana de Alba Iulia (Ferenc Potyo) y el subsecretario de la segunda sección de la Secretaría de Estado, el maltés Antoine Camilleri.
Hasta el 30 de setiembre del 2013, por el contrario, el papa Francisco nombró solamente un prelado de honor (el pullés Vincenzo Francia, funcionario de la Congregación para la Causa de los Santos) y apenas cinco capellanes de Su Santidad: dos diplomáticos (el italiano Andrea Francia y el maronita libanés Simon Kassas) y tres curiales (el español José Jaime Brosel Gavila, el croata Zvonimir Sersic y el polaco Albert P. Warso).
El papa Jorge Mario Bergoglio ha manifestado muchas veces su estima por la teología del cardenal Walter Kasper, a quien no por casualidad ha elegido como relator único en el último consistorio, alabándolo públicamente por su intervención a favor de la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Pero en una entrevista el cardenal alemán dijo algo que no concuerda en absoluto con el comportamiento del actual Papa:
"El obispo es un pastor. La consagración episcopal no es una condecoración, es un sacramento, remite a la estructura sacramental de la Iglesia. ¿Por qué entonces es necesario un obispo para llevar a cabo funciones burocráticas? Aquí, me parece, se corre el riesgo de abusar de los sacramentos. Ni siquiera el cardenal Ottaviani, histórico secretario de la Congregación del Santo Oficio, era obispo. Lo fue después, con Juan XXIII".
En efecto, fue con el papa Angelo Roncalli que comenzó la praxis de elevar al episcopado a dignatarios curiales que hasta la época de Pío XII permanecían como simples sacerdotes.
Esa praxis fue continuada también en los pontificados posteriores, incluido el actual.
Efectivamente, el año pasado el papa Francisco elevó al episcopado a dos eclesiásticos que cubren cargos que de por sí no lo requieren: el secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Fernando Vérgez Alzaga, y el rector de la Universidad Católica de Buenos Aires, Víctor Manuel Fernández.
Y a estos dos, también después de la entrevista de Kasper contra el "abuso de los sacramentos", agregó un tercero: el nuevo subsecretario del sínodo de los obispos, monseñor Fabio Fabene.
La semana próxima se reunirá en cuarta sesión plenaria el consejo de los ocho cardenales elegidos por Francisco para ayudarlo en el gobierno de la Iglesia y en la reforma de la curia.
Mientras tanto el papa Bergoglio proveyó la confirmación de las cúpulas y de los miembros de la Congregación para los Religiosos y de los Pontificios Consejos de la Cultura y del Diálogo Interreligioso.
En lo que se refiere a la Congregación para los Religiosos, el pontífice proveyó también una robusta inyección de nuevos miembros, tanto cardenales como simples obispos.
Entre estos últimos, los nuevos ingresos más curiosos son los del franciscano conventual italiano Gianfranco A. Gardin, desde diciembre del 2009 arzobispo-obispo de Treviso, y del redentorista estadounidense Joseph W. Tobin, desde octubre del 2012 arzobispo de Indianápolis.
Ambos han sido secretarios del mismo dicasterio, pero sin terminar, por diferentes motivos, los cinco años del respectivo mandato, y después fueron transferidos a diócesis que no son de primerísimo plano.
Del primero, Gardin, se dijo que tuvo desencuentros con las monjas benedictinas que en esa época habitaban en el Vaticano el monasterio Mater Ecclesiae, consideradas por él demasiado tradicionalistas en el campo litúrgico.
Mientras que del segundo, Tobin, se escribió que había sido “impugnado” por los cardenales de Estados Unidos – de curia y no – que lo consideraban demasiado dócil con las religiosas americanas sometidas a la visita canónica del dicasterio por sus posiciones ultra progresistas.
Hoy ya no existe el monasterio de clausura Mater Ecclesiae, el que ha sido convertido en la residencia del Papa emérito. Y de la visita apostólica a las religiosas estadounidenses se han perdido las huellas.
Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.