Si eres juez en España y permites que siga en la calle un pederasta que acaba cargándose a una niña inocente, la pena que te cae es de 1.500 euros de multa. Si eres juez en España y osas plantear dudas sobre la idoneidad de la adopción de una niña por parte de la pareja homosexual de su madre, te cae una suspensión de más de dos años, con multa de 6000 euros y pago de costas. Hace ya bastantes años, el por entonces alcalde de Jerez de la Frontera, un tal Pacheco, tuvo problemas por decir que la Justicia en este país era un cachondeo. Eso supone que si yo afirmara ahora que la Justicia en España es una prostituta vieja y chocha que se vende al mejor postor, sea a un lobby gay, sea a un espíritu corporativista indigno, sea a un gobierno que busca el pacto con asesinos, sea a etc, me podría caer un marrón gordo. Y como no quiero que me caiga, pues no afirmo tal cosa. Lo que sí afirmo es que si las cosas siguen así, va a ser plan de plantearse seriamente salir corriendo de este país, antes de que se nos eche encima algún depredador anticlerical y nos denuncie por decir que la relación homosexual es pecado, que el aborto es un asesinato y que la educación de los hijos depende sobre todo de los padres y no del Estado. Si al juez Calamita le dijeron que no se podía ser católico y juez de familia, es cuestión de tiempo que se nos diga que no podemos ser católicos y ciudadanos del futuro estado plurinacional socialista y masónico que nos impondrán con la fuerza de unos votos comprados a base de subvenciones, PERs, CACs, SGAES y demás siglas propias del sistema. Hoy los padres de Mari Luz volverán a llorar, a indignarse y a comprobar lo que da de sí la justicia española. Hoy los Zerolos de turno brindarán con cava en cualquiera de sus orgías, por su victoria sobre un juez que quiso buscar lo mejor para una menor. Hoy España es más negra que nunca. Y conste que no digo lo de negra por una cuestión racial. No vaya a ser que me acusen de incitación a la xenofobia. Por cierto, como quiera que el juez Calamita vive en Murcia, me permito pedirle a monseñor Reig Pla que tenga el detalle de mostrarle su apoyo personal. Es uno de esos casos donde merece la pena implicarse personalmente, aun a riesgo de ser objeto de ataques de esa prensa que odia a todo aquello que huela a catolicismo. Luis Fernando Pérez Bustamante, director de Religión en Libertad