Una de las cosas más sorprendentes del libro “Yo fui masón” de Maurice Caillet, sobre el cual tengo intención de hacer en breve una reseña en este blog, es la descripción que hace del rito de iniciación en la logia masónica a la que perteneció durante muchos años. Resulta sorprendente que alguien tan poco “espiritual” como Maurice se entregara sin más a ese derroche de misticismo esotérico. Creo que el mismísimo Azaña comentó lo mucho que le costaba entender que gente muy respetable hiciera el chorra de esa manera, pero supongo al iniciado le ayuda no poco el tener la certeza de que todos aquellos a los que se va a unir han pasado por lo mismo. La masonería es absolutamente dogmática, por mucho que se empeñen en sostener lo contrario. De hecho, existe un solo dogma: que no existen dogmas. Es como la famosa intolerancia de los tolerantes, que sólo toleran aquello que ellos deciden que es tolerable. Si te sales de sus márgenes, eres un intolerante, fundamentalista, facha, carca y reaccionario. De la entrevista que el nuevo Diario Ya hace a don Ricardo de la Cierva, podemos sacar varias conclusiones, a cual de ellas más preocupante. Que la masonería ha tenido y tiene un peso específico muy importante en el PSOE ya lo sabíamos. Que el PP está plagado de masones, no. Pero a decir verdad, tampoco me sorprende. El sector “católico” de los populares nunca ha pintado gran cosa. Se guardan ciertas formas porque no es plan de asustar del todo al católico practicante que vota al partido, pero en la oposición a la ingeniería social zapateril, de corte eminentemente masón, los populares van siempre muy por detrás de esa parte de la sociedad civil que se resiste a quedarse de brazos cruzados. Mal futuro espera a este país si quienes nos gobiernan ahora, y los que nos puede gobernar en el futuro, están al servicio del Gran Arquitecto, quien en última instancia, como dijo el gran maestro masón Albert Pike, no es otro que el mismísimo Satanás. Vuelvo a decir que, dado que las plataformas cívicas son necesarias pero insuficientes, es urgente apoyar una alternativa política real, de inspiración claramente cristiana, distinta de lo que se nos ofrece hoy para votar. Para ello, el apoyo mediático es fundamental. Al menos deberíamos tener el de los medios de comunicación dependientes o afines a la Iglesia. Así que, pregunto: ¿hasta cuándo seguiremos predicando en el desierto? Luis Fernando Pérez