Esta mañana ha fallecido Alexis II, Patriarca de Moscú y de Todas las Rusias. Aunque es el Patriarca de Constantinopla a quien corresponde la primacía de honor entre los ortodoxos, sin duda el ruso es el patriarcado más influyente, siquiera porque su patriarca es el pastor de la comunidad ortodoxa más numerosa del mundo. En los últimos siglos diversos teólogos ortodoxos rusos reivindicaron para la sede moscovita la condición de Tercera Roma. Y no les faltaba razón si hemos de aceptar ese sinsentido cesaropapista entronizado en el canon 28 de Calcedonia, rechazado por aquel gran santo y papa León Magno, que concedía a Constantinopla una primacía honorífica tras Roma por el mero hecho de ser capital del Imperio bizantino. Una vez desaparecido ese imperio, con el sometimiento de las principales sedes orientales al yugo otomano, Moscú pasó a ser la capital del único imperio, el de lo zares, con mayoría de fieles ortodoxos del mundo. Si Constantinopla llegó a ser lo que es por una cuestión política, ¿qué razón habría de no conceder un papel semejante a la sede que hasta hoy ha ocupado Alexis II? En todo caso, no es el momento para entrar en profundidad en este tipo de disquisiciones. Alexis II ha sido el Patriarca de la Transición de la Unión Soviética a la actual Rusia. En esa transición la iglesia ortodoxa rusa ha perdido algunas de sus ramas. En ciertos casos eso era absolutamente previsible, porque los países bálticos y sus iglesias ortodoxas no tenían porqué estar sujetas al patriarcado ruso. Pero no deja de ser absurdo que el Patriarca de Moscú no lo fuera también de la iglesia ortodoxa ucraniana, siendo Ucrania donde nació la iglesia ortodoxa rusa. Más bien parece que lo que los políticos hacen y deshacen afecta demasiado a la configuración de esa iglesia hermana. Las relaciones entre Roma y Moscú habían mejorado en los últimos años. Se diga lo que se diga, el hecho de que Juan Pablo II fuera polaco supuso un impedimento claro a un mayor acercamiento entre ambas iglesias durante el anterior papado. Las relaciones históricas entre los católicos polacos y los rusos ortodoxos no han sido precisamente óptimas y, aunque sea triste decirlo, eso pesó mucho a la hora de que Alexis II no accediera a que el Papa Wojtyla viajará a Moscú. Con Benedicto XVI, ese factor ha desaparecido. El "problema uniata" también ha afectado y afectará a las relaciones católico-ortodoxas, pero no creo que sea un obstáculo insalvable en un futuro próximo. Con todo, Alexis II no fue un enemigo declarado de la Iglesia Católica. Más bien fue el Patriarca que quiso recuperar para la Iglesia Ortodoxa Rusa una identidad propia que había perdido durante la era soviética. En ese proceso, no creyó conveniente un excesivo acercamiento a Roma, pero de ahí a considerarle enemigo hay un trecho muy grande. La prensa rusa cree que el sucesor de Alexis II será Kirill de Smolensko y Kaliningrado, actual "ministro de asuntos exteriores" del patriarcado ruso. Hace tan solo unos días, el metropolitano Kirill
agradeció en nombre del Patriarcado de Moscú la labor realizada por la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) de apoyo a las iglesias ortodoxas y de promoción del diálogo entre ambas confesiones. Parece un hombre más abierto a la colaboración entre ambas iglesias, aunque no olvidemos que los patriarcas ortodoxos no toman decisiones importantes sin el apoyo de sus sínodos episcopales. Podemos ser más optimistas sobre el futuro del diálogo católico-ortodoxo, pero tampoco pensemos que la posible llegada de Kirill a Moscú supondrá un avance definitivo. Desde
"Cor ad cor loquitur" quiero dar el pésame a todos los hermanos ortodoxos rusos que hoy lloran por la pérdida de su patriarca y pido a Dios que acoja a Alexis II en su seno. Le ruego igualmente que provea a la iglesia rusa de un nuevo pastor que sepa guiar a su pueblo por el camino del evangelio y la reconciliación con el Sucesor de Pedro.
Luis Fernando Pérez Bustamante