“La vía pública no es lugar para realizar ninguna actividad que no sea el tránsito de peatones". Esa es la respuesta del Ayuntamiento de Madrid, gobernado por el Partido Popular, para prohibir una marcha de la Plataforma por la Vida y la Mujer en contra del aborto y a favor de la adopción de los niños fruto de embarazos no deseados. Ciertamente no ha sido
Gallardón en persona quien ha tomado la decisión. La misma parte de la Junta Municipal de Fuencarral, pero al frente de la misma está un concejal pepero. Y hasta la hora de escribir este post, no se ha producido ninguna actuación del alcalde de la capital de España destinada a desautorizar esa ignominia. Imaginémonos, por un casual, que en vez de haberle negado el permiso a un grupo pro-vida, lo hubieran hecho con cualquiera de las plataformas de gays y lesbianas que pululan por el país. Vamos, al minuto siguiente de conocerse la noticia
Gallardón había salido a los medios a decir que todo era un error y que tomaría las medidas necesarias para que no se volviera a repetir. Y de paso, se solidarizaría con el lobby gay asegurando que desde su partido y su ayuntamiento se hará lo que sea menester para garantizar sus derechos y atender a sus reivindicaciones. Eso es lo progresista. El defender la vida es cosa de fachas y ya sabemos que
Gallardón, y con él buena parte del PP, antes se corta las venas que parecer un facha. Tampoco parece que los “cristianos” del PP hagan algo. No he visto a los
Nasarre,
Pintado y cía protestando contra lo ocurrido. Hay todavía un buen número de ilusos y/o hipócritas que piensan que, en lo relacionado con la defensa de los valores cristianos en la sociedad, lo mejor es trabajar “desde dentro del PP". Es más, es muy probable que todos ellos asomen por el
X Congreso de Católicos y Vida Pública que tendrá lugar en Madrid del 21 al 23 de noviembre. No dejan de ser, y siento ser tan contundente, los tontos útiles de turno, los que sirven de coartada para un partido que ha renunciado a defender gran parte de aquello en lo que cree la mayoría de su base electoral. Pero ya no es sólo una cuestión de los políticos profesionales, señores. La responsabilidad es también de los votantes. Y a menos que se produzca un poco probable cambio en el PP de aquí a las próximas elecciones en toda España, las europeas, cada voto a ese partido será un sí al Partido Popular extremo-centrista que huye de los valores cristianos como el apóstata renegado huye de una crucifijo. A día de hoy, el mal mayor no es tanto
ZP como apoyar con el voto a un PP que cada vez se acerca más a
ZP en las formas y el fondo de su política de ingeniería social. Al fin y al cabo de la izquierda política no se puede esperar gran cosa en estos temas. Pero no podemos consentir que el principal partido de la derecha secuestre nuestros valores y los sacrifique ante el altar de la conveniencia electoral. Y la única forma que tenemos de no consentir tal cosa es no votándoles. Ese es el único lenguaje que entienden.
Luis Fernando Pérez