Estamos en una vivienda de una pareja joven. Acaban de instalarse en una ciudad andaluza. Sus nombres son Juan y Paqui. Ante un humeante café, comenzamos la entrevista. -Rel:¿Cómo fue que abortaste en el barco holandés? -Paqui: Nosotros eramos una pareja muy joven, yo tenía 19 años, me quedé embarazada, estaba en el segundo año de la carrera. En mi casa no aceptaron la situación. Me pusieron la maleta en la puerta. -Juan: ¡En ese momento decidimos irnos a vivir juntos!. No podía ser de otra manera. Alquilamos un apartamento con el dinero que yo disponía de trabajillos extras. Yo estaba en el curso cuarto de mis estudios. -Rel: ¿Cómo llegasteis a conocer el asunto del barco? -Paqui: Yo tengo una amiga metida en asuntos de organizaciones no gubernamentales. En el café de la Facultad le conté mi situación. Me propuso una solución rápida y final. -Juan: Cuando Paqui me propuso que deseaba abortar me quedé helado. Cuando me dijo que era en un barco en altar mar me quedé mudo. Sin embargo, cuando me apuntó que sería gratis, ya vi la situación de otra manera, ya que nuestro grave problema era el económico. -Paqui: Así fue. Mi amiga me puso en contacto con la organización de unas mujeres católicas por el aborto, o algo así, creo que se titulan. Fuimos a ver a dos personas más de ese grupo, que me trataron fenomenalmente. Y me lo pusieron todo fácil y sin ningún problema. - Rel:¿Cómo fue el viaje, dónde embarcasteis, qué pasó? -Juan: Nos dijeron que vendrían a recogernos un viernes por la tarde. Nos montaron en un coche con rumbo al puerto de …….. donde en un yate privado nos metieron en alta mar. Iba anocheciendo. Echaron el ancla. Nos metimos en un bote tipo zodiac. Y subimos a ese horrible barco holandés. -Paqui: Mira, Juan, recuerda que yo iba temblando, que no sentía las piernas, que gracias a tus brazos medio me tenía en pie. De esta forma nos entraron en un barco que parecía los de los cruceros de las películas. -Rel: ¿Qué pasó allí?, ¿cómo os trataron? -Paqui: El trato fue educado. Nos introdujeron en un camarote. Nos indicaron que ya nos llamarían para cenar. Así fue. A poco nos mandaron recado para ir al comedor. Nos acompañaron. Nos sentamos con otras parejas en similares circunstancias. Aquellas conversaciones eran lacónicas. Algunas mujeres lloraron sobre el plato de sopa. Yo fui una de ellas. -Juan: Cuando terminó la cena, fuimos otra vez al camarote, pero antes de entrar nos indicaron que nos llamarían en cuestión de minutos. Así ocurrió. -Rel: ¿Quién os atendió? -Paqui: Pasamos a una sala de consultas, donde me hicieron entre una enfermera y una auxiliar la historia clínica. Yo estaba embarazada de tres meses. Me extrajeron sangre. Me tomaron la tensión y me hicieron una ecografía. -Juan:! El feto se veía perfectamente en la pantalla.¡ -Rel: Y ¿después? -Paqui: Me dijeron que no me pasaría nada. Que tardarían dos o tres días en hacer la intervención y que, por lo tanto, nos fueramos a dormir tranquilamente. Y así hicimos. Yo no dormí en toda la noche, lloré, temblé de frio y de calor, estaba fatal. -Juan: Nos engañaron como a chinos. A la mañana siguiente llamaron a la puerta sobre las siete. Abrí y me encontré con dos enfermeros que tomaron a Paqui de la mano y se la llevaron. A mí me dijeron que esperara en una sala donde estaba llena de hombres fumando y llenos de nervios. Me contagiaron enseguida. Me fumé casi un paquete. El tiempo se me hizo eterno. -Rel: ¿Qué ocurrió? -Paqui: A mí me durmieron. No me acuerdo de nada. Solamente cuando desperté encontré la cara de Juan delante de mi en la cama del camarote, quien me miraba la cara y el vientre. No nos dijimos nada. Nos abrazamos con todas nuestras fuerzas. Y nos echamos a llorar como desconsolados. -Juan: Yo me propuse no preguntarle por nada. -Rel:¿Y más tarde qué pasó? -Paqui: Me tuvieron en ayunas durante todo el día. Solamente al anochecer me dieron un caldo caliente. Juan no quiso cenar. Y así pasamos nuestra segunda noche embarcados. -Juan: Cuando el sol despuntaba por el horizonte, llamaron a la puerta, nos invitaron a que nos prepararamos a partir. Sin desayunar, nos montaron en las mismas naves que nos trajeron a puerto, donde cogimos un taxi hasta la casa. -Paqui: Cuando pasaban los días me daba cuenta de lo que había hecho. Me puse en manos de nuestro amigo común el sacerdote……..quien ya nos introdujo en el camino de recuperación en todos los sentidos. -Juan: Eramos jóvenes. Estabamos ciegos y solos. Hoy no lo haríamos, eso es seguro. - Rel: Muchas gracias por vuestro testimonio. Dejamos a esta joven pareja. Ahora esperan un hijo. Ella está encinta de seis meses. Desean tenerlo con todas sus fuerzas. Y dicen que algunos más traerán al mundo. Tomás de la Torre Lendínez, sacerdote