El Cardenal
Cañizares lo ha dejado muy claro: EpC se impartirá en los colegios católicos de acuerdo con la Doctrina Social de la Iglesia. Punto y final. En Sevilla, cuando alguien está haciendo el tonto, perdiendo el tiempo, se dice que está haciendo «el julay», precisamente lo que han estado haciendo los objetores a la asignatura infecta. Y los que hemos estado defendiendo la objeción de conciencia porque vemos que dicha materia es objetivamente injusta, además de ser una asignatura creada «ad hoc» para dominar las conciencias, imponer la moral de Estado. En una sociedad inerme, donde el sistema educativo se ha convertido en la nada, los alumnos, faltos de pensamiento crítico, están maduritos para el lavado de cerebro. La cosa parece clara. Las últimas semanas hemos asistidos a deserciones singulares. Primero la UNAV, con su curso orientado a los maestros que tendrán que impartir la asignatura. Después las declaraciones de
Martínez Camino explicando que en los colegios católicos se dará por imperativo legal - ¡como si estuviésemos en los tiempos del destape! –, y finalmente D.
Antonio. Yo no sé como se habrá llegado a la conclusión que la mejor solución posible es el pacto. Supongo que la llegada de
Carlos Dívar a la presidencia del CGPJ habrá tenido algo que ver. También habrá pesado que la objeción no ha sido masiva. Si tenemos en cuenta la crisis que estamos padeciendo, es muy posible que hayan pensado que Zapatero no aguantará más de esta legislatura y que después vendrá un cambio de gobierno que quitará la asignatura (¡ja!). Todo son suposiciones. Personalmente, dudo mucho que el PSOE le deje cambiar los contenidos de la asignatura sin obtener nada a cambio. Menos, sabiendo que la sartén la tienen ellos gracias a las subvenciones de los colegios concertados, pero doctores tiene la Iglesia. De lo que sí estoy seguro que los padres católicos que no tengan posibles o no puedan llevar a sus hijos a otro colegio que no sea público, esos mamarán EpC tal cual. Los padres, si tienen formación, aguantarán, difícilmente eso sí, porque la sociedad tiende a la disolución del individuo; mientras, los que no tengan formación, se perderán. Al menos hay algo bueno en todo esto: dejaremos de hacer el julay.
Isaac García Expósito