Hace unos días, don Alfredo Pérez Rubalcaba, que lleva una gran racha anticatólica, comentaba sobre la posible nueva Ley del Aborto que, como español se sentía avergonzado de ella, ya que era una ley que sólo defendían Rouco y Le Pen.
El señor Rubalcaba es un señor al que actualmente le crecen los enanos por todas partes y debo reconocerlo, no pude por menos de soltar la carcajada cuando leí que Marina Le Pen, que es la que actualmente corta el bacalao en el partido de su padre, se declaraba totalmente a favor del aborto. Personalmente no me extraña nada que Rubalcaba se encuentre en el mismo bando que la señorita Le Pen, porque es lógico que así suceda, ya que ni el uno ni la otra creen que el hombre tiene una dignidad intrínseca que hace que sus derechos sean inalienables y anteriores a la concesión del Estado, que lo más que puede hacer es regularlos.
El gran problema además con el que se enfrentan los abortistas es que todos los avances de la Medicina van en la línea que la vida humana empieza en la fecundación, y por tanto ellos están cometiendo la atrocidad de alentar al asesinato de seres humanos. Hoy, además, las ecografías nos muestran desde muy pronto a lo que indiscutiblemente son seres humanos. Ayer mismo vi en un teléfono móvil la fotografía de la ecografía de un feto de ocho o nueve semanas. Negar que eso es un ser humano es negar la evidencia y supone una mala fe y una estupidez increíbles.
Para Rubalcaba y demás abortistas, que no son sólo la gran mayoría de los izquierdistas y nacionalistas, sino que hay entre ellos algunos nombres muy conocidos del PP, el aborto es un derecho de la mujer, mientras que para la Iglesia Católica, desde siempre y expresamente se dijo así en el Concilio Vaticano II, es un crimen nefando. Como tengo que escoger entre los criterios morales de Rubalcaba y compañía y los de la Iglesia Católica, no es por nada pero me quedo con los de la Iglesia Católica, que me parecen bastante más responsables y serios.
Pero además, en el Alfa y Omega del 23 de Febrero leemos unas declaraciones del Presidente del Ecuador, don Rafael Correa, socialista, que supone para Rubalcaba otra bofetada y otro crecimiento de enanos.
Este señor Presidente de Ecuador nos dice sensatamente que defender al aborto y la ideología de género no es algo de derechas o de izquierdas, sino simplemente defender barbaridades. Él no tiene “la menor duda que el aborto es un crimen”, “la Constitución defiende la vida desde la concepción” e indica a los señores de la ONU, que le presionan para que despenalice el aborto que “vayan a meterse en sus asuntos, no en decisiones soberanas del Ecuador”.
Pero además Correa arremete contra la otra gran estupidez de las izquierdas, y por lo que se ve, de algunos derechistas, la ideología de género. Dice de ella: “Una cosa, dice, es el movimiento feminista por la igualdad de derechos, que apoyamos de todo corazón. Pero de repente hay unos excesos, unos fundamentalismos en los que se proponen cosas absurdas”; entre ellas que se considere que “no existe el hombre y la mujer natural; o que se piense que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino que son las condiciones sociales las que lo hacen, Y eso de que uno tiene derecho a elegir incluso si es hombre o mujer… Eso no resiste al menor análisis. ¡Es una barbaridad que atenta contra todo!” Esta ideología, prosigue: “se enseña en algunos colegios… Para mí es peligrosísima”.
Coincido con el presidente ecuatoriano y simplemente recuerdo que es esta ideología con la que en estos momentos hay que dar la educación afectivo sexual en España, es decir una auténtica corrupción de menores. Y nos dice también que “estas novelerías destruyen la familia convencional que sigue y seguirá siendo, felizmente, la base de nuestra sociedad”.
Por cierto dos de los mejores textos que conozco contra la ideología de género lo firma uno el cardenal José Ratzinger y el otro el Papa Benedicto XVI.