Los favorables a la eutanasia en este país tiene prisa para que se pueda ejecutar legalmente a los enfermos terminales que así lo soliciten. Saben que tienen un gobierno deseoso de cumplir sus deseos. El apoyo socialista al doctor
Montes es uno de los símbolos más sintomáticos de por hacia dónde va la España de principios del siglo XXI. En toda cultura de la muerte que se precie de ser genuina, la eutanasia no puede faltar. Es una de las patas de la mesa, sin la cual la misma quedaría totalmente coja. El aborto, la eutanasia y la destrucción de embriones humanos para experimentar con ellos como cobayas, son las cabezas de esa hidra asesina a la que gran parte de la sociedad española quiere rendir pleitesía y adoración idolátrica. El ministro de Justicia,
Mariano Fernández Bermejo, interrumpió ayer sus vacaciones para reunirse con los representantes de la Asociación Derecho a Morir Dignamente. Es sintomático que con la crisis económica que tenemos encima, tenga que ser este asunto el único que provoque la suspensión temporal de las vacaciones de un ministro socialista. Cuestión de prioridades, diría yo. Total, si la crisis se hace espantosa y los precios de los alimentos básicos siguen disparándose, habrá que ir pensando qué hacer con los abuelos que difícilmente pueden llegar a fin de mes. Chico previsor este
Bermejo. El ministro y los favorables al asesinato legal de enfermos quieren acelerar el “debate” en la sociedad. Supongo que para el próximo otoño vamos a ver en TVE una serie de películas favorables a la eutanasia, tales como “Mar adentro” y “Million dolar baby". Por supuesto, no osarán emitir “Las alas de la vida", del doctor
Carlos Cristos,
recientemente fallecido. Esta gente llama debate al uso indiscriminado de los medios de comunicación para adoctrinar en la cultura de la muerte a la sociedad lanar de “una de gambas, otra de chopitos y vamos a ver el furbo y los toros". Los cristianos tenemos que hacernos notar ante esta nueva embestida del
Baphomet “progresista". Olvidémonos de que el PP vaya más allá de decir que ésta es una cuestión que no interesa a los españoles y que el gobierno la usa para distraer la atención ante la crisis. De los populares, ansiosos por anclarse indefinidamente en el extremo-centrismo, no cabe esperar otra cosa que una oposición débil, basada en la ausencia de consenso social ante la eutanasia. No les veremos situándose de forma clara y rotunda del lado de los que nos oponemos al suicidio asistido en base a nuestros valores éticos y morales. El gallardonismo y rajoyismo sería capaz de abrazar al doctor
Montes antes que dar la imagen de firmeza moral en este asunto, no vaya a ser que les llamen fachas. Por tanto, y a la espera de que alguien lleve a cabo de verdad ese posible proyecto político de un nuevo partido de inspiración clara, visible y netamente cristiana, la pelea la tendremos que dar esa parte de la derecha social que no nos conformamos con ver a España convertida en el laboratorio de la ingeniería social más perversa desde tiempos del nazismo y la Revolución soviética.
Luis Fernando Pérez Bustamante