El día ha comenzado en la Catedral de Santa María a las ocho en punto, era el momento programado para peregrinar a ella como actividad central de la mañana. Fui de los primeros en llegar, pude ver el interior y rezar un rato, sin mucha gente todavía. La Catedral de Sydney fue construida en el siglo XIX sobre la primera capilla católica de Australia, de estilo gótico recuerda en apariencia a las grandes catedrales europeas pese a ser posterior su construcción. Cuando salí a la plaza, comenzaba a formarse ya una gran cola de peregrinos, la brisa hacia ondear las banderas de las múltiples naciones presentes. Me acerqué a un grupo de jóvenes de Togo (África), la Iglesia en su país les había elegido como únicos dieciséis representantes que se podían permitir enviar, ha sido muy interesante intercambiar impresiones, sobre todo siendo para ellos la primera vez que salían de su ciudad, y encontrarse no solamente con una gran metrópolis de rascacielos, sino además con una multitud de personas de tantos países diferentes que con ellos comparten la fe católica. La comida se servía en la explanada de “Barangaroo”, donde se realizaría la Misa inaugural, de camino conocí a un grupo de mejicanos guiados por un sacerdote, existe un gran vínculo dentro de la Hispanidad y charlando con ellos terminé comiendo y pasando el resto del día con su grupo. Al llegar a “Barangaroo” fue cuando me di cuenta de la magnitud en el número de participantes. Ciertamente parecía el escenario del mayor festival musical del mundo, pero sin embargo, esos cientos de miles de jóvenes distribuidos ordenadamente en sectores numerados, no estaban allí para ver a una estrella de rock, estaban para presenciar el sacrificio de la Santa Misa. Gente de Sudáfrica, Líbano, Taiwan... ha sido muy positivo poder conversar con gente tan diversa sobre la situación que encuentran en su entorno como católicos. También he conocido a un seminarista de mi edad de Michigan en Estados Unidos, y me ha explicado la experiencia de su vocación. Más tarde me topé con Televisión Española. ¿Cómo quieres que sea la Iglesia del futuro?, ¿Qué quieres que cambie?, eso fue lo que me dijo señalándome con la alcachofa azul que tantas veces he visto por la tele. Entendí una segunda intención en la pregunta, me dio la sensación de que quería encontrar una respuesta contradictoria al Papa por el cliché de arcaico que cargan sobre
Benedicto XVI. Contesté lo mejor que pude, con la presión que supone que te vean en tantas casas a la hora de comer, y dije que precisamente estamos en Sydney porque somos fieles a la Doctrina Católica, al Papa, y sobre esos mismos valores que por tradición heredamos, edificaremos el futuro. La eucaristía comenzó a las cuatro y media, empezaba a atardecer y el juego de luces que el horizonte brindó a la explanada, hizo del inicio un momento especialmente espiritual. El Cardenal
Pell ha celebrado junto a obispos y sacerdotes, acompañado por un coro que entonó música tradicional en latín como el Kyrie, Agnus Dei además de rezar del Padre Nuestro en gregoriano. Con el final de la Misa quedaban oficialmente inauguradas las jornadas. La noche, ha continuado activa con puntos en la ciudad donde se expone el Santísimo Sacramento, y donde se facilita el sacramento de la Confesión y se realizan pequeños coloquios.
Javier Tebas Camino a Sidney Sidney, día 14