Hoy lunes día 14 ha aterrizado mi vuelo, muy temprano, adelantándose por minutos a la salida del sol sobre la ciudad de Sydney, tras dos escalas y más de veinte horas de viaje. He tenido el honor de coincidir en el avión con el Cardenal Primado de España Monseñor Cañizares y el Arzobispo de Santiago Monseñor Barrio, me acerqué a saludarles agradeciendo su esfuerzo al hacer un viaje tan largo por estar junto a los jóvenes católicos en esta gran ocasión. Caminando por el pasillo del avión, por aquello de estirar un poco las piernas, vi a tres obispos más (desconozco su país de procedencia), bastantes sacerdotes jóvenes, por lo menos diez vestidos con clergyman y alzacuellos, y muchos grupos de alemanes, franceses, italianos y en menor medida españoles. En mi caso viajo un poco por libre. Cuando pregunté en mi parroquia como unirme a un grupo de peregrinos españoles, mi párroco preguntó en mi diócesis, y mi diócesis en la Conferencia Episcopal, allí les comunicaron que los grupos estaban cerrados, sólo me quedaba participar en los seguimientos que se iban a realizar desde España. Entonces pensé en irme solo, ¿porqué no?, y solucionando en el último momento el tema de la acreditación necesaria, gracias a la amabilidad por parte de los encargados de los grupos de la Conferencia Episcopal que viajaban a Sydney, todo quedaba finalmente atado para poder asistir. Una Misa oficiada por el Cardenal George Pell será el punto de arranque mañana martes, dando comienzo a las Jornadas y con ellas un sinfín de actividades que se van a desarrollar por toda la ciudad. Hoy, víspera, utilicé el día para pasear y "adaptarme al medio". Salí a andar por el centro y los lugares más turísticos. La zona estaba repleta de peregrinos de todos los países y continentes, muchos de ellos jóvenes de vida consagrada. El factor común a todos es sin duda la alegría, la alegría de compartir la fe y de ser conscientes de la bendición que es poder haber venido. La vista del edificio de la ópera de Sydney era magnífica, especialmente hoy, en un ambiente juvenil tan sano. Me senté a tomar un café para ver con tranquilidad el paisaje y leer la Guía del Peregrino, que venía en la mochila de la Jornada que me habían entregado. El Mensaje de Bienvenida a los jóvenes con el que comienza la Guía, escrito por el Obispo Anthony Fisher, coordinador del evento, me ha hecho reflexionar sobre lo trascendental del significado del peregrinar: Profundizar y descubrir. Por una parte dentro de uno mismo a través del silencio, la oración, los momentos de reflexión... Conociendo así cual es nuestro verdadero camino en la vida, y por otra el mejor conocimiento de Dios, la Iglesia y la humanidad proporcionado a través de la formación ofrecida en las actividades y experiencias vividas. En definitiva el enriquecimiento personal es inmenso. De vuelta al hotel me he encontrado al único grupo de españoles que he visto hoy, eran del Camino Neocatecumenal de Madrid, estaban cantando y haciendo una coreografía en corro. Personalmente no me gustan esas coreografías, esos bailes y esas palmadas, pero es solamente una opinión personal y para gustos los colores, lo respeto. Lo que si es cierto y hay que reconocer es que los neocatecumenales están en todo, su compromiso es efectivo y dan testimonio de fe, y parece que les funciona (porque eran bastantes). Pues adelante, mientras la Doctrina Católica y la dignidad de la Liturgia permanezcan intactas. Se nota en cada banco y esquina que Sydney se ha preparado minuciosamente y con mucha dedicación para esta fecha clave en su historia local, a la ciudad anfitriona le quedan horas para que comiencen esos cinco días que le han costado nada menos que tres años de preparativos. Javier Tebas