Este fin de semana, tal y como estaba previsto, se celebró el 37 congreso del PSOE. En contra de lo indicado por algunos analistas, ZP y sus seguidores no optaron por la moderación siquiera para poderse enfrentar con la crisis económica, sino por apretar el acelerador hacia unas metas que significan el desbordamiento de la constitución. En su discurso de despedida, ZP defendió la ampliación del aborto, la legalización de la eutanasia – con un mensaje implícito de apoyo al doctor Montes - y lo que denominó "el carácter laico del Estado". Pero, sobre todo, indicó a lo que se refería al hablar de “cambio”. Textualmente, afirmó que "el cambio que invocamos va mucho más allá de una mera alternancia en el Gobierno" ya que “es la transformación de la sociedad para que los valores humanos prevalezcan sobre el dinero o el poder". En otras palabras, siguiendo la línea de Pablo Iglesias y de Largo Caballero, ZP sueña con que llegue un momento en que la alternancia en el poder se acabe y la sociedad quede modelada de manera definitiva de acuerdo con su especial cosmovisión. En qué consiste esa cosmovisión y cómo pretende imponerla el PSOE quedó de manifiesto en la ponencia marco aprobada en el Congreso federal donde se recogen como metas la progresiva desaparición de liturgias y símbolos religiosos en los espacios públicos y en los actos oficiales de Estado; la revisión de la legislación sobre el aborto; la legalización de la eutanasia; el apoyo al modelo lingüístico de Cataluña; la defensa de la asignatura de EpC negando el derecho a la objeción de conciencia y la concesión del voto de los inmigrantes. Por supuesto, no se dice ni palabra de la crisis económica porque, según ZP, no existe. En otras palabras, como ha sido norma en la mayor parte de la Historia del PSOE, ZP camina hacia la dictadura de izquierdas. Quizá la única diferencia sea que en lugar de apoyarse en los presupuestos del marxismo clásico, su carga ideológica es una suma de la cultura de la muerte y de la ideología de género propugnada por el lobby gay y el feminismo. Para poder implantar esa dictadura, ZP necesita que se den tres condiciones: engañar a la población; cambiar la base electoral y neutralizar la oposición de los creyentes que son los únicos que aún levantan la voz frente a sus atropellos. Lo primero lo intentará lograr mediante el control de los medios y la Educación para la ciudadanía; lo segundo, aceptando las exigencias más extremas del nacionalismo y otorgando el voto a unos inmigrantes a los que, siguiendo el ejemplo de Hugo Chávez en Venezuela, piensa convertir en ejército de reserva de las urnas y lo tercero, mediante la articulación de leyes que expulsen a los creyentes de la vida pública y los sitúen bajo la espada de Damocles de la intolerancia. En el momento en que consiga apoderarse del Tribunal Constitucional y del CGPJ, el plan será imparable y el resultado será una dictadura en la que la miseria, la estupidez y la muerte se presentarán como progreso y en el que la voluntad nacional se verá suplantada por la de aquellos que odian a España o ni siquiera son españoles. Un panorama como para que el PP y los que aman la libertad se duerman en los laureles. César Vidal