Los hermanos anglicanos reunidos en Jerusalén los días 22-29 de junio de 2008 (1.148 delegados, de entre los cuales 291 eran obispos) nos han dado un buen ejemplo al utilizar el término “confesante” para referirse a la confraternidad que acaban de formar dentro de la Comunión Anglicana. El término implica el mantenimiento fiel de la fe cristiana en tiempos en los que esta se ve atacada, y no puede por menos de traer a nuestra mente la creación de la Iglesia Confesante alemana, que se opuso a las intenciones de Hitler de adoctrinar a la Iglesia en Alemania con los “nuevos valores” del nazismo. La Comunión Anglicana no se ha roto oficialmente, pero la unidad de los dos sectores que no tienen ninguna comunión entre sí parece pender de ese único hilo que es la relación mutua con Canterbury. Hay congregaciones de la Iglesia Episcopal americana y de la Iglesia Anglicana del Canadá que no se encuentran ya bajo la cobertura de los obispos que les corresponden territorialmente, sino de obispos fieles al evangelio de provincias anglicanas tales como el Cono Sur de América Latina, Uganda, Rwanda, etc. Por otra parte, los obispos confesantes hace varios años que no toman la comunión con sus homónimos que aceptan el matrimonio entre personas del mismo sexo o la ordenación de homosexuales practicantes al ministerio –la gota que colmó el vaso de las aberraciones liberales–, si es que coinciden con ellos en algún encuentro. Muchos de los obispos que han estado en la Conferencia acerca del Futuro del Anglicanismo Global (GAFCON) en Jerusalén –200 de los casi 300 que había– no asistirán a la Conferencia de Lambeth, convocada para el 16 de julio próximo por el arzobispo de Canterbury, ya que dijeron que no lo harían si a la misma se invitaba a los obispos “revisionistas” de Estados Unidos y el Canadá, como ha sucedido. La Conferencia de Lambeth es la más importante convención de todos los obispos de la Comunión Anglicana, que se celebra una vez cada diez años convocada por el Arzobispo de Canterbury. Hasta ahora el ser anglicano se definía como estar en comunión con Canterbury, pero el concepto de la importancia de esta sede episcopal está cambiando: “Aunque admitimos la naturaleza de Canterbury como una sede histórica –dice la Declaración final de GAFCON–, no aceptamos que la identidad anglicana la determine necesariamente el reconocimiento por parte del Arzobispo de Canterbury” (cursivas de TH), lo cual se considera un residuo de la época colonial. Ser anglicano supone, para el nuevo movimiento confesante, la adhesión a una Declaración de Fe –la Declaración de Jerusalén– que incorpora todos los Credos del cristianismo histórico, los 39 Artículos de la Iglesia Anglicana, el Libro de Oración Común y el Ordinal (normas para la ordenación de los ministros anglicanos), pero incluye asimismo algunos artículos referentes a la situación actual. Así, por ejemplo, su Artículo 8 dice: “Reconocemos la creación por parte de Dios del género humano como varón y mujer, y la norma permanente del matrimonio cristiano entre un hombre y una mujer como la situación adecuada para la intimidad sexual y la base de la familia. Nos arrepentimos de nuestros fracasos en cuanto al mantenimiento de esta norma y hacemos un llamamiento a un compromiso renovado con la fidelidad de por vida en el matrimonio y la abstinencia para aquellos que no estén casados”. La Conferencia de Jerusalén se ha propuesto tres líneas de actuación: 1) lanzar el movimiento GAFCON como una confraternidad de anglicanos confesantes; 2) publicar la Declaración de Jerusalén como la base de la comunión dentro de esa confraternidad; y 3) animar a los primados (arzobispos presidentes de las diferentes provincias anglicanas implicadas) a que formen un Consejo de Primados –que sería la verdadera autoridad dentro del nuevo movimiento– el cual “autentifique y reconozca las jurisdicciones, a los clérigos y las congregaciones anglicanas confesantes, así como que anime a los anglicanos a promover el evangelio y a defender la fe”. Además de estos tres puntos, el nuevo movimiento expresa: “Rechazamos la autoridad de aquellas iglesias y aquellos líderes que han negado la fe ortodoxa de palabra o de hecho. Oramos por ellos y los llamamos a arrepentirse y a volver al Señor” (Art. 13), y cree llegado el momento de que el Consejo de Primados constituya “una provincia [anglicana] en Norteamérica” fuera de la Iglesia Episcopal americana y de la Iglesia Anglicana del Canadá. Todo esto nos habla, sin duda, de una Iglesia dentro de otra “Iglesia”, como si de una gota de aceite en un vaso de agua se tratara. Si no hay “cisma” oficial es, principalmente, porque los anglicanos confesantes se consideran los verdaderos anglicanos –mientras que los revisionistas han abandonado, no solo el anglicanismo histórico, sino la fe cristiana misma–, y no están dispuestos a dejarles el campo libre ni el uso del nombre a aquellos que no lo merecen. La resurrección del término “confesante”: Iglesia confesante, cristianismo confesante, protestantismo confesante, nos habla de tiempos de crisis, del ataque contra la fe cristiana y los valores de la Palabra de Dios; nos habla de resistencia por parte de los cristianos, ya sea contra la imposición de enseñanzas contrarias a la revelación bíblica por parte de una Iglesia apóstata o del Estado ateo –“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5:29)–; nos habla de la comunión de la verdadera Iglesia, de la necesidad que esta tiene de organizarse para la ocasión; nos habla de fidelidad a la Palabra, de oración y de valentía. De todas estas cosas nos han dado ejemplo nuestros hermanos de la Conferencia de Jerusalén. DECLARACIÓN FINAL DE GAFCON http://www.tiempodehablar.org/th/index.php?option=com_content&task=view&id=154&Itemid=78 DECLARACIÓN DE JERUSALÉN http://www.tiempodehablar.org/th/index.php?option=com_content&task=view&id=155&Itemid=78 Juan Sánchez Araujo, pastor protestante evangélico