Agárrense los machos queridos cristianos, porque la exhortación apostólica del Papa Francisco no tiene desperdicio alguno, y nos interpela a todos con una fuerza y claridad que no deja lugar para la duda ni para la excusa.
No voy a hacer una reflexión, ni siquiera un resumen, sobre la Evangelii Gaudium, que otros harán mucho mejor que yo; sencillamente me atreveré a sugerir que no se tarden y prueben a leer de rodillas, un documento que sin duda ha sido inspirado por el Espíritu Santo.
Que prueben a destilar en el ardiente horno de sus corazones de bautizados, toda la sabiduría que encierran las palabras del Papa, haciéndolas suyas para vivirlas intensa y plenamente el resto de los días que les queden por vivir.
El Santo Padre nos exhorta a que no nos dejemos robar la esperanza, ni la alegría ni el celo apostólico. Sus palabras alumbran con inaudita intensidad la oscuridad en que nos hemos dejado precipitar tantas veces, a fuerza de sucumbir a los embates de la mundanidad que permitimos se adueñe de nuestra inteligencia y nuestra voluntad.
Que Dios bendiga al Papa y que sus palabras lleguen al corazón de todos los hombres de buena voluntad que, creyentes y no creyentes, aman y buscan la Verdad con todas sus fuerzas.
Antonio Torres