Últimamente está siendo muy recurrente el tema de la función que, exactamente, debe desempeñar una radio católica. En España es bien conocido que la emisora que más desarrollo ha tenido desde su creación, alcanzando un grado de influencia social notable, es la llamada Cadena de Ondas Populares de España, más conocida como COPE. El Decreto “Inter Mirifica” (Sobre los medios de comunicación social) dado por Pablo VI el 4 de diciembre de 1963, dice que “Es evidente que, a causa del progreso de la sociedad humana actual y de los vínculos más estrechos entre sus miembros, resulta muy útil y la mayor parte de las veces necesaria; en efecto, la comunicación pública y oportuna de los acontecimientos y de los asuntos ofrece a los individuos un conocimiento más pleno y continuo de éstos, contribuyendo así eficazmente al bien común y promoviendo más fácilmente el desarrollo progresivo de toda la sociedad civil. Por consiguiente, existe en la sociedad humana el derecho a la información sobre cuanto afecte a los hombres individual o socialmente considerados y según las circunstancias de cada cual” (IM 5) Por tanto, la existencia de un derecho a recibir formación veraz sobre los acontecimientos que suceden día a día en nuestra sociedad es algo que debería estar fuera de toda duda. Por eso, en el discurso que Benedicto XVI dirigió a los participantes en el Congreso internacional de responsables de canales radio católicos (el viernes 20 de junio de 2008) dijo algo importante que, en realidad, resume el estado de la situación actual: “en el respeto de la realidad y con una clara perspectiva de educación en la verdad y la esperanza” Así, con tal claridad, explicitaba el Santo Padre la función fundamental de la radio católica: realidad, verdad y esperanza. En cuanto a la realidad y al respeto que se le debe desde la radio católica no es poco cierto que las críticas que se han vertido en contra de determinados programas de la mal llamada “cadena de los obispos” son ejemplo claro de lo que supone ajustarse a la realidad de las cosas. En cuanto a la verdad (sin la cual deja de tener sentido efectivo el actuar de la radio católica) el punto II del Ideario de la COPE (muy tratado éste para acogerse a lo que no puede nadie acogerse para criticar, simplemente, una actitud ante lo que sucede en España) dice lo siguiente: “II. Servicio a la verdad, con espíritu de convivencia y criterio independiente. Tanto en sus servicios informativos como en los programas de debate y opinión, los profesionales de la COPE comprobarán con rigor la verdad de los hechos y la fiabilidad de sus fuentes noticiosas, aún dentro del apresuramiento que impone la celeridad de la radio” No es de extrañar que este punto traiga a mal traer a las personas que quieren, como se ha dicho incluso, acabar con todos los trabajadores de la COPE (incluido el personal de limpieza) pues, en realidad, dice mucho de verdadero comportamiento ajustado a la verdad que se ejercita desde los programas que, precisamente, quieren ser anulados del mapa radiofónico. Por otra parte, el punto del Ideario citado supra continúa diciendo que “En el tratamiento de los temas ideológicos y políticos ejercerá la libertad constitucional de información y de expresión, con sentido de la responsabilidad y criterios de independencia, sin involucrar a la Cadena ni a ninguno de sus espacios en opciones partidarias”. ¿Acaso hay alguna duda sobre esto? No es posible, una vez comprendido lo trascrito aquí, ver otra cosa que no tenga, en la actuación de la Cadena de Ondas Populares de España, un fuerte apego a la libertad de expresión y de información y una aplicación directa de los principios de responsabilidad y de independencia. Por tanto, no es fácilmente entendible que se dirijan tan graves críticas a lo que no es, sino, un mero y simple cumplimiento de la, digamos, “norma interna” de funcionamiento de la COPE. En cuanto a la esperanza y a pesar de todo lo sucedido y lo que, seguramente, seguirá produciéndose (porque el Maligno es perseverante) no podemos dejar pasar lo que aquí sucede como si nada de ello fuera con nosotros. Está en juego algo más importante que la vida profesional de unas cuantas personas conocidas y responsables de sus programas; algo más que una publicidad a ingresar en las arcas de la cadena católica; algo más que un beneficio en el haber de la COPE. Lo que, en realidad, está en juego, es una forma de entender la realidad que se sustenta en la verdad de lo que sucede y una falta de esperanza en tal sentido sólo puede ir en incremento de la inseguridad general de los españoles y, por tanto, de su misma libertad. Sobre esto, habría que tener en cuenta que la que lo es religiosa no es que se vaya a cambiar como ahora se pretende sino que lo que se quiere es que, simplemente, no exista. Eleuterio Fernández Guzmán